Jueves, 11 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 13:27:07 horas

Pedro Gutiérrez
Lunes, 10 de Mayo de 2021 Actualizada Lunes, 10 de Mayo de 2021 a las 14:09:13 horas

Música y fado

Cuando se abren las fronteras de nuestro país vecino, llega la ocasión de hablar del FADO. Una de las experiencias únicas e inolvidables es pasar una noche a la luz de las velas al son de esta canción nacional; en Coimbra, ciudad de tradiciones universitarias,  donde cantan el Fado los estudiantes envueltos en sus capas negras, sobretodo en la Fiesta Universitaria de la “Queima das Fitas”  en este mes de mayo, y poder acercarme al bar “Á capella”, donde poder escuchar el sonido característico y peculiar del Fado en esta bella ciudad. O en Lisboa donde el Fado es más osado y sufrido y se puede escuchar en el laberinto de las calles de los barrios típicos de Alfama y Bairro Alto, cantado por artistas consagrados y cantantes espontáneos, siempre intensos en voz y sentimiento. De origen incierto, nacido de las trovas de nostalgia, de la esperanza en las carabelas de los descubrimientos o del canto Ludum de los esclavos negros, el Fado significa fatum, destino. Inicialmente popular, ligado a locales de mala fama o de pasiones prohibidas, entra a finales del siglo XX en los salones nobles y burgueses, donde el piano surge como alternativa a la guitarra.
El Fado se hizo internacionalmente conocido a través de la voz de Amália Rodrigues, artista equiparable a las grandes voces de la interpretación, como Ella Fitzgerald, Edith Piaf o Ollum Kalsum. Amália introduciría en el Fado los grandes poetas portugueses, desde el cancionero medieval de Camoes, hasta los contemporáneos más consagrados, instituyendo el clásico vestido y chal negro para cantar. Su presencia en escena, su noción del espectáculo y su registro y naturalidad abrieron las puertas a nuevos y magníficos talentos, actualmente más conocidos y solicitados en todos los teatros del mundo, como Dulce Pontes, Mariza, Misia o Camané. El Fado, inicialmente acompañado por la guitarra clásica y el laúd, con doce cuerdas, de influencia árabe o inglesa, continúa actualmente cantándose  con  estos instrumentos, a veces acompañado también por contrabajo, saxofón…incluso orquesta.
Hay que visitar la Casa del Fado y de la Guitarra Portuguesa, en pleno barrio de Alfama. Descubrir los recuerdos, vestidos y joyas de la gran fadista en la Casa-Museo de Amália Rodrígues. Pasear por el Bairro da Mouraria, antigua zona morisca y cuna de Severa, primera mítica fadista. Deambular por las tiendas y bares de moda en el Barrio Alto y respirar el ambiente de las casas de fado. Reconocer la fuerza y sentimiento del fado en “Señor Vinho” o en “Parreirinha de Alfama”. Acercarse al acogedor Club de Fado y comprobar como evoluciona en estilos y generaciones…y el Monumento de los Descubrimientos, el Monasterio de los Jerónimos, el “Oceanario” en el parque de las naciones…todo esto cuando esta pandemia nos deje, pero siempre sin perder la ilusión por viajar.

 

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