A Julio Tienza · Juani Gragera Paredes · Montijo
Si entrabas en el S.E.X.P.E.
con agrado lo hacía,
si era el quien te atendía.
Era como un confesor,
las penas que le traían,
“mira Julio estoy en paro
y yo no tengo peonadas,
en casa no hay posibles
y la cosa está muy mala”
A ver si puedo hacer algo,
tengo las manos atadas,
la ley es para cumplirla,
pero pásate mañana.
La letra pequeña oculta,
con minucia él la estudiaba,
esto quito por aquí,
esto arrimo por allá,
y el algo siempre sacaba.
Si de romería va,
rodeado le tenían:
Julio un traguito de mi bota.
Mariví, su mujer, se lo decía:
mira Julio, que hoy es fiesta,
que no quiero oficina,
menos mal que van amigos,
y ella se distraía.
Para Julio no hay problemas,
en las bodas y entierros,
la gente informaciones querían.
Ayudaba al que puede,
y al que no, con agrado despedía.
A bastantes ayudó
y dijo lo que debía,
entre ellas, yo me encuentro
y le estoy muy agradecida.
Si entrabas en el S.E.X.P.E.
con agrado lo hacía,
si era el quien te atendía.
Era como un confesor,
las penas que le traían,
“mira Julio estoy en paro
y yo no tengo peonadas,
en casa no hay posibles
y la cosa está muy mala”
A ver si puedo hacer algo,
tengo las manos atadas,
la ley es para cumplirla,
pero pásate mañana.
La letra pequeña oculta,
con minucia él la estudiaba,
esto quito por aquí,
esto arrimo por allá,
y el algo siempre sacaba.
Si de romería va,
rodeado le tenían:
Julio un traguito de mi bota.
Mariví, su mujer, se lo decía:
mira Julio, que hoy es fiesta,
que no quiero oficina,
menos mal que van amigos,
y ella se distraía.
Para Julio no hay problemas,
en las bodas y entierros,
la gente informaciones querían.
Ayudaba al que puede,
y al que no, con agrado despedía.
A bastantes ayudó
y dijo lo que debía,
entre ellas, yo me encuentro
y le estoy muy agradecida.




















