Menúa defalagaora está hecha
Decía José Miguel Santiago Castelo, poeta, periodista y académico extremeño, que “la nostalgia nos salva. Cada día hay un trozo de ayer que nos recuerda un vivir. Desde el fondo de los años se alza ese barco sobre el mar antiguo para bogar desnudo en nuestra sangre”.
La imagen de San Francisco de Asís en el convento de las clarisas, sobre abundante vegetación y un monte de corcho del que sale un manantial como fuente de vida, junto con unos pajarillos que durante la Eucaristía ofrecen trinos de alegría. Los peluqueros cortando el pelo a navaja. Cuando viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin airbag. El helicóptero de Tulipán aterrizando en las piscinas para regalar bocadillos en los anuncios de la tele. “Lo que no va en vino, va en lágrimas y suspiros”. El camión del butano tocando la bocina, ahora no; lo han prohibido, qué cosas pasan en nuestro pueblo. Las hermanas Benavente, de Portugal, que participaron en el Festival de las Vegas Bajas con la canción “O sí o no”. “Para cagar descansado, precisa estarse sentado”. Los caramelos Pez, de origen austríaco. “Salud y pesetas y lo demás son puñetas”. No sa joio mayo con las flores. Por una peseta, dos Sugus.
Alaska cantando en el programa infantil de televisión “La bola de cristal”. Conecta 4, el juego de estrategia vertical. Comienza la primavera y la atmósfera se altera. La cantante Antoñita Adrián que formaba parte de la compañía de los hermanos Murillo, Manolo y Pepe, cantando el pasodoble la morena de mi copla, la del bordao, la alegre guitarra y el clavel español, en el Teatro Calderón. “Ahí te mando mi corazón dividido en tres pedazos, te lo mando por correo para que descanse en tus brazos”. Los Siete Dolores de la Virgen en el claustro grande del convento de las clarisas, cuadros pintados por Francisco Gragera Tejeda. Cuando las “Marías” eran Fontaneda, los camiones Ebro y las furgonetas DKV. Cuando el detergente venía en tambores redondos que una vez vacíos tenían múltiples utilidades, casi siempre solía ser una papelera, o para formar parte de una batería, ¿Verdad, Dámaso Estévez? “En tú puerta me cagué porque me vino la gana, ahí tienes un clavel para qué lo huelas mañana”. Con el aire que lleva la Florentina, con la teta derecha partió la esquina. “Mi abuela estaba en la cocina, llegó mi abuelo y se le encaramó encima”. Febrero, pajarero. Cuando las heridas se curaban con Mercromina.
Agosto, frío en el rostro. Si en septiembre comienza a llover, otoño seguro es. “Quieras que no quieras te lo tengo que meter y te tengo que hacer sangre por ser la primera vez”. En enero ya sabéis, chacho y chacha, frío y brasero. “Cigüeña pateña, súbete a la peña, tus hijos se van a Portugal, escríbele una carta y volverán”. “Burro cansao, burro empalmao”. Secuelas de los muchachos en la edad de mi infancia: un diente mellao, una pitera en la cabeza y la barbilla con puntos “Para hablar mal, más vale callar”. María Luisa tú estás lisa por delante y por detrás, y la pobre Basilisa que bien prepará está. Catalina mi vecina, mujer de mucho aparato, se comía la sardina y le echaba la culpa al gato. “Menúa defalagaora está hecha, chacha. La luna de octubre, siete lunas cubre. El maestro don Eduardo Núñez, el chiquito, que les decía a sus alumnos que pronunciasen correctamente los plurales; hay que decir cáscara de higos, cáscara de nueces. Los Dominicanos en el Festival de las Vegas Bajas con la canción “La casa donde nací”. Una bolsa de pipas Facundo. “Quien quiera vivir sano, cene poco y cene temprano”. “En febrero, busca la sombra el perro, en marzo el perro y el amo, y en abril, el perro, al amo y el barril”. Me ha dicho que me va a soltar un lapo. “Redondo redondo como una peseta y le gusta a las mozas que se lo metan”.
Decía José Miguel Santiago Castelo, poeta, periodista y académico extremeño, que “la nostalgia nos salva. Cada día hay un trozo de ayer que nos recuerda un vivir. Desde el fondo de los años se alza ese barco sobre el mar antiguo para bogar desnudo en nuestra sangre”.
La imagen de San Francisco de Asís en el convento de las clarisas, sobre abundante vegetación y un monte de corcho del que sale un manantial como fuente de vida, junto con unos pajarillos que durante la Eucaristía ofrecen trinos de alegría. Los peluqueros cortando el pelo a navaja. Cuando viajábamos en coches sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin airbag. El helicóptero de Tulipán aterrizando en las piscinas para regalar bocadillos en los anuncios de la tele. “Lo que no va en vino, va en lágrimas y suspiros”. El camión del butano tocando la bocina, ahora no; lo han prohibido, qué cosas pasan en nuestro pueblo. Las hermanas Benavente, de Portugal, que participaron en el Festival de las Vegas Bajas con la canción “O sí o no”. “Para cagar descansado, precisa estarse sentado”. Los caramelos Pez, de origen austríaco. “Salud y pesetas y lo demás son puñetas”. No sa joio mayo con las flores. Por una peseta, dos Sugus.
Alaska cantando en el programa infantil de televisión “La bola de cristal”. Conecta 4, el juego de estrategia vertical. Comienza la primavera y la atmósfera se altera. La cantante Antoñita Adrián que formaba parte de la compañía de los hermanos Murillo, Manolo y Pepe, cantando el pasodoble la morena de mi copla, la del bordao, la alegre guitarra y el clavel español, en el Teatro Calderón. “Ahí te mando mi corazón dividido en tres pedazos, te lo mando por correo para que descanse en tus brazos”. Los Siete Dolores de la Virgen en el claustro grande del convento de las clarisas, cuadros pintados por Francisco Gragera Tejeda. Cuando las “Marías” eran Fontaneda, los camiones Ebro y las furgonetas DKV. Cuando el detergente venía en tambores redondos que una vez vacíos tenían múltiples utilidades, casi siempre solía ser una papelera, o para formar parte de una batería, ¿Verdad, Dámaso Estévez? “En tú puerta me cagué porque me vino la gana, ahí tienes un clavel para qué lo huelas mañana”. Con el aire que lleva la Florentina, con la teta derecha partió la esquina. “Mi abuela estaba en la cocina, llegó mi abuelo y se le encaramó encima”. Febrero, pajarero. Cuando las heridas se curaban con Mercromina.
Agosto, frío en el rostro. Si en septiembre comienza a llover, otoño seguro es. “Quieras que no quieras te lo tengo que meter y te tengo que hacer sangre por ser la primera vez”. En enero ya sabéis, chacho y chacha, frío y brasero. “Cigüeña pateña, súbete a la peña, tus hijos se van a Portugal, escríbele una carta y volverán”. “Burro cansao, burro empalmao”. Secuelas de los muchachos en la edad de mi infancia: un diente mellao, una pitera en la cabeza y la barbilla con puntos “Para hablar mal, más vale callar”. María Luisa tú estás lisa por delante y por detrás, y la pobre Basilisa que bien prepará está. Catalina mi vecina, mujer de mucho aparato, se comía la sardina y le echaba la culpa al gato. “Menúa defalagaora está hecha, chacha. La luna de octubre, siete lunas cubre. El maestro don Eduardo Núñez, el chiquito, que les decía a sus alumnos que pronunciasen correctamente los plurales; hay que decir cáscara de higos, cáscara de nueces. Los Dominicanos en el Festival de las Vegas Bajas con la canción “La casa donde nací”. Una bolsa de pipas Facundo. “Quien quiera vivir sano, cene poco y cene temprano”. “En febrero, busca la sombra el perro, en marzo el perro y el amo, y en abril, el perro, al amo y el barril”. Me ha dicho que me va a soltar un lapo. “Redondo redondo como una peseta y le gusta a las mozas que se lo metan”.