La otra pandemia
Los efectos que estamos padeciendo como consecuencia de la pandemia de Covid son en muchos casos evidentes. El cierre de negocios, en su mayoría pequeños y de carácter familiar, ha dejado a muchas familias sin recursos y eso es muy visible. De igual manera, todos tenemos en nuestro círculo de allegados a alguien que, de una manera u otra, ha tenido contacto con el virus. La consecuencia ha sido la pérdida de familiares o amigos, especialmente entre nuestros mayores ya que parece ser que el virus, se ceba más con aquellos que tienen otras patologías de salud y a partir de los 60 años, es difícil encontrar personas que no acarreen alguna de ellas.
Existe otro aspecto importante que está dejando el virus en aquellos que lo han padecido y “superado”, el de los efectos secundarios que les ha quedado. Cansancio a todas horas, falta de aire, dolores de cabeza, malestar generalizado, mala circulación de la sangre…, efectos que a medio plazo traerán consecuencias y que posiblemente generen otro tipo de patologías.
Pero añadido a todo esto, hay otra pandemia de la que apenas se está hablando y que a la chita callando crece de forma desmesurada. Me estoy refiriendo al aumento de síntomas depresivos a los que cuesta hacer frente ya que muchos de ellos pasan inadvertidos incluso para las personas más cercanas. El hecho de estar constantemente bombardeados por noticias sobre la pandemia, unida al haber estado un tiempo prolongado confinado y tener que guardar una serie de medidas a las que no estamos acostumbrados, ha traído de “regalo” un aumento en los síntomas de ansiedad de muchas personas, cebándose con especial interés en nuestros jóvenes que por lo que dicen los expertos parece venir asociado a ese mal ejemplo de muchos padres de facilitar a sus hijos todo sin permitirles que aprendan a resolver los problemas que surgen en sus vidas.
De igual forma, el tiempo que está durando la pandemia al que no estamos acostumbrados y menos los jóvenes, habituados a obtener de inmediato las cosas, está trayendo depresiones que en muchos casos cuesta diagnosticar y poner remedio. Insomnio, depresión en aquellos que viven solos, son hechos comunes que están alterando día a día nuestra salud mental. Confiemos que en breve se consiga poner freno a la pandemia por la salud física y mental de quienes lo padecen y de seguir así, no solo llenaremos las UCI de los hospitales, sino que se llenarán de igual forma las consultas de psiquiatras y psicólogos. No informan en esta pandemia de la escalada de pacientes en las consultas de estos especialistas, y sería interesante conocerlo…
Los efectos que estamos padeciendo como consecuencia de la pandemia de Covid son en muchos casos evidentes. El cierre de negocios, en su mayoría pequeños y de carácter familiar, ha dejado a muchas familias sin recursos y eso es muy visible. De igual manera, todos tenemos en nuestro círculo de allegados a alguien que, de una manera u otra, ha tenido contacto con el virus. La consecuencia ha sido la pérdida de familiares o amigos, especialmente entre nuestros mayores ya que parece ser que el virus, se ceba más con aquellos que tienen otras patologías de salud y a partir de los 60 años, es difícil encontrar personas que no acarreen alguna de ellas.
Existe otro aspecto importante que está dejando el virus en aquellos que lo han padecido y “superado”, el de los efectos secundarios que les ha quedado. Cansancio a todas horas, falta de aire, dolores de cabeza, malestar generalizado, mala circulación de la sangre…, efectos que a medio plazo traerán consecuencias y que posiblemente generen otro tipo de patologías.
Pero añadido a todo esto, hay otra pandemia de la que apenas se está hablando y que a la chita callando crece de forma desmesurada. Me estoy refiriendo al aumento de síntomas depresivos a los que cuesta hacer frente ya que muchos de ellos pasan inadvertidos incluso para las personas más cercanas. El hecho de estar constantemente bombardeados por noticias sobre la pandemia, unida al haber estado un tiempo prolongado confinado y tener que guardar una serie de medidas a las que no estamos acostumbrados, ha traído de “regalo” un aumento en los síntomas de ansiedad de muchas personas, cebándose con especial interés en nuestros jóvenes que por lo que dicen los expertos parece venir asociado a ese mal ejemplo de muchos padres de facilitar a sus hijos todo sin permitirles que aprendan a resolver los problemas que surgen en sus vidas.
De igual forma, el tiempo que está durando la pandemia al que no estamos acostumbrados y menos los jóvenes, habituados a obtener de inmediato las cosas, está trayendo depresiones que en muchos casos cuesta diagnosticar y poner remedio. Insomnio, depresión en aquellos que viven solos, son hechos comunes que están alterando día a día nuestra salud mental. Confiemos que en breve se consiga poner freno a la pandemia por la salud física y mental de quienes lo padecen y de seguir así, no solo llenaremos las UCI de los hospitales, sino que se llenarán de igual forma las consultas de psiquiatras y psicólogos. No informan en esta pandemia de la escalada de pacientes en las consultas de estos especialistas, y sería interesante conocerlo…
