Los más carillos
Pues sí. Llevamos más de dos meses enfangados en este mal sueño del que como de todos, en algún momento saldremos (bonita palabra la de salir…) para ir recuperando lentamente la normalidad. Es evidente que lo veamos de una forma o de otra, estamos asistiendo a una guerra que nos ha llegado de fuera, que ha entrado con traje invisible y que está haciendo estragos cebándose en sectores de la sociedad, de la economía, de la enseñanza, una guerra biológica que si persiste mucho tiempo, va a dejar asolada nuestra geografía peninsular por mucho que nuestros políticos en el siglo XIX crearan esa ficticia división provincial que tantas veces nos sirve de enfrentamiento entre vecinos (peor todavía cuando en un divide y vencerás se creó el actual régimen autonómico).
El resultado que estamos consiguiendo es, que a fuerza de zumbarnos los unos a los otros, vamos a dejar nuestro futuro más agujereado que un queso gruyere. Da igual donde entres, redes sociales, periódicos, medios televisivos, radio…, en la calle que es donde uno se hace a la idea de lo que piensa la gente, todo está agitado, todo se ha polarizado de tal manera que hay mucho culpable, pero donde oigo pocas soluciones, poco acuerdo...
Es cierto que no hay que rastrear mucho para ver quien es el verdadero culpable de que hayamos llegado al abismo en el que estamos, la clase política, da igual donde nos situemos (sabida es mi reticencia a la existencia de izquierdas o derechas, no creo en ideologías, creo en personas) que consciente de que viven de enfrentar a la sociedad unos contra otros, tiran de toda su capacidad de enfrentamiento para vivir donde mejor están ellos, en las aguas revueltas, sin posibilidad de posicionarte neutral, como la Suiza donde ellos, los políticos, se llevan lo que mangonean. Esa neutralidad en la que si te posicionas te llevas todas las guantadas que tiran los unos a los otros.
El día que escribo esto se ha decidido vía Boletín Oficial del Estado el uso obligatorio, anteriormente recomendado, de mascarillas, ese elemento con el que tan alucinados tenemos a los perros que pensaban que solamente a ellos se les tapaba el hocico. Pues bien, estoy esperando la evolución de las mascarillas filtrantes a la FFP4, esa que detecte la proximidad de un exabrupto y se anticipe para callar al que vaya a proferirlo. Y como la vacuna, si queremos probarla, hagámoslo antes con la clase política, esa clase que en lo único que pone de acuerdo a todos es en pensar que en España nos sobra mucho más del 50% de los cargos que hay y que, si los elimináramos de un plumazo, tendríamos mucho solucionado de esta y de posteriores pandemias… lucas.miura@gmail.com
Pues sí. Llevamos más de dos meses enfangados en este mal sueño del que como de todos, en algún momento saldremos (bonita palabra la de salir…) para ir recuperando lentamente la normalidad. Es evidente que lo veamos de una forma o de otra, estamos asistiendo a una guerra que nos ha llegado de fuera, que ha entrado con traje invisible y que está haciendo estragos cebándose en sectores de la sociedad, de la economía, de la enseñanza, una guerra biológica que si persiste mucho tiempo, va a dejar asolada nuestra geografía peninsular por mucho que nuestros políticos en el siglo XIX crearan esa ficticia división provincial que tantas veces nos sirve de enfrentamiento entre vecinos (peor todavía cuando en un divide y vencerás se creó el actual régimen autonómico).
El resultado que estamos consiguiendo es, que a fuerza de zumbarnos los unos a los otros, vamos a dejar nuestro futuro más agujereado que un queso gruyere. Da igual donde entres, redes sociales, periódicos, medios televisivos, radio…, en la calle que es donde uno se hace a la idea de lo que piensa la gente, todo está agitado, todo se ha polarizado de tal manera que hay mucho culpable, pero donde oigo pocas soluciones, poco acuerdo...
Es cierto que no hay que rastrear mucho para ver quien es el verdadero culpable de que hayamos llegado al abismo en el que estamos, la clase política, da igual donde nos situemos (sabida es mi reticencia a la existencia de izquierdas o derechas, no creo en ideologías, creo en personas) que consciente de que viven de enfrentar a la sociedad unos contra otros, tiran de toda su capacidad de enfrentamiento para vivir donde mejor están ellos, en las aguas revueltas, sin posibilidad de posicionarte neutral, como la Suiza donde ellos, los políticos, se llevan lo que mangonean. Esa neutralidad en la que si te posicionas te llevas todas las guantadas que tiran los unos a los otros.
El día que escribo esto se ha decidido vía Boletín Oficial del Estado el uso obligatorio, anteriormente recomendado, de mascarillas, ese elemento con el que tan alucinados tenemos a los perros que pensaban que solamente a ellos se les tapaba el hocico. Pues bien, estoy esperando la evolución de las mascarillas filtrantes a la FFP4, esa que detecte la proximidad de un exabrupto y se anticipe para callar al que vaya a proferirlo. Y como la vacuna, si queremos probarla, hagámoslo antes con la clase política, esa clase que en lo único que pone de acuerdo a todos es en pensar que en España nos sobra mucho más del 50% de los cargos que hay y que, si los elimináramos de un plumazo, tendríamos mucho solucionado de esta y de posteriores pandemias… lucas.miura@gmail.com






















