Cárcel de agua · Yolanda Sánchez Lobato
    
   
	    
	
    
        
    
    
        
          
		
    
        			        			        			        
    
    
    
	
	
        
        
        			        			        			        
        
                
        
        Demasiadas voces.
Demasiadas gentes.
Semejanzas en la huída
siempre al mar.
Todos los azules están en ti...
Y ese viento de poniente
que decide por los dos,
me recuerda cuando perdí
la sonrisa y la imagen,
ahora pixelada,
de nuestra desnudez
frente al espejo
mientras los haces de luz
se colaban por la ventana.
Me duelen las ilusiones...
Si no te encuentro por casualidad
un día cualquiera
en el que hagamos el amor en la playa
una noche aterciopelada
y la suave brisa suba del mar
mientras la oscuridad nos oculta la edad.
La música se desliza por el agua
desvirgando los silencios...
Ahora eres un reflejo gris
sobre la espuma.
Hay algo en ti que me pertenece,
quizás tu derrota o la propia soledad.
Pero decido sumergirme
sin escafandra
a la cárcel de agua abisal
donde me convierto en sirena
 
        
        
    
       
            
    
        
        
	
    
                                                                                            	
                                        
                            
    
    
	
    
Demasiadas voces.
Demasiadas gentes.
Semejanzas en la huída
siempre al mar.
Todos los azules están en ti...
Y ese viento de poniente
que decide por los dos,
me recuerda cuando perdí
la sonrisa y la imagen,
ahora pixelada,
de nuestra desnudez
frente al espejo
mientras los haces de luz
se colaban por la ventana.
Me duelen las ilusiones...
Si no te encuentro por casualidad
un día cualquiera
en el que hagamos el amor en la playa
una noche aterciopelada
y la suave brisa suba del mar
mientras la oscuridad nos oculta la edad.
La música se desliza por el agua
desvirgando los silencios...
Ahora eres un reflejo gris
sobre la espuma.
Hay algo en ti que me pertenece,
quizás tu derrota o la propia soledad.
Pero decido sumergirme
sin escafandra
a la cárcel de agua abisal
donde me convierto en sirena




















                    
                    
                    
                    
                    