Los otros héroes de la pandemia
Veo todas las tardes los aplausos dedicados al cuerpo sanitario que se encarga de velar por nuestra salud. En hospitales, centros de salud, residencias, clínicas privadas, farmacias… en todos estos centros se está corriendo un grave riesgo por parte de los trabadores para poder dar atención y prestación a todos aquellos que lo necesitan. En muchos casos estamos presenciando como estos ángeles de la guarda realizan su trabajo sin contar con el material preciso para poder realizar sus labores con el máximo de seguridad requerida (la prueba es la cantidad de personal sanitario y de seguridad enfermos por no disponer de material para desarrollar su trabajo con garantías).
Tenemos igualmente a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado ocupadas de poner orden en el confinamiento en el que nos deberíamos encontrar la mayoría de nosotros y que por lo que alcanzo a saber, no se realiza con las suficientes garantías. Seguramente nuestras “autoridades” están esperando para que la pandemia se extienda y lo siguiente sea decretar el confinamiento de todos los trabajadores, algo que debería de haberse hecho desde el primer momento.
No obstante, a quien quiero dedicar esta columna es a aquellos héroes que no salen en los periódicos y a los que, a las ocho de la tarde, no se sale al balcón para aplaudir por el esfuerzo que realizan por nosotros. Me refiero a todas aquellas tiendas de alimentación que llevan desde el primer día del confinamiento exponiendo su salud para evitar que nuestras despensas se vacíen, la de aquellos héroes que desde casa y de forma altruista confeccionan mascarillas, cosen equipos de protección, confeccionan piezas para adaptar a los respiradores, o directamente y con impresoras 3D, fabrican respiradores para hospitales a los que los recortes de los políticos mangantes esquilmaron su logística.
Igualmente quiero hablar de aquellas actividades que han tenido que cerrar por el confinamiento al que estamos sometidos y que posiblemente muchas de ellas, cuando se reanude la actividad económica, no tengan capacidad de reabrir los negocios. Me refiero especialmente a bares, restaurantes, locales de ocio, empresas de turismo, pequeñas tiendas de barrio… y trabajadores de empresas que van a pasar por tiempo indefinido a engrosar las listas de paro. Esas personas anónimas si que tienen mi consideración de héroes, que van a pagar muy caro toda esta pandemia que nos ha venido encima y de la que va a costar salir.
Y por último, mi más sincero reconocimiento a la generación que se nos está yendo de forma precipitada por culpa de la nula gestión que se está realizando por parte de nuestras administraciones. Esa generación, pasó la posguerra, levantó nuestro país hasta la octava potencia mundial y la pagamos con una epidemia como agradecimiento. [email protected]
Veo todas las tardes los aplausos dedicados al cuerpo sanitario que se encarga de velar por nuestra salud. En hospitales, centros de salud, residencias, clínicas privadas, farmacias… en todos estos centros se está corriendo un grave riesgo por parte de los trabadores para poder dar atención y prestación a todos aquellos que lo necesitan. En muchos casos estamos presenciando como estos ángeles de la guarda realizan su trabajo sin contar con el material preciso para poder realizar sus labores con el máximo de seguridad requerida (la prueba es la cantidad de personal sanitario y de seguridad enfermos por no disponer de material para desarrollar su trabajo con garantías).
Tenemos igualmente a las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado ocupadas de poner orden en el confinamiento en el que nos deberíamos encontrar la mayoría de nosotros y que por lo que alcanzo a saber, no se realiza con las suficientes garantías. Seguramente nuestras “autoridades” están esperando para que la pandemia se extienda y lo siguiente sea decretar el confinamiento de todos los trabajadores, algo que debería de haberse hecho desde el primer momento.
No obstante, a quien quiero dedicar esta columna es a aquellos héroes que no salen en los periódicos y a los que, a las ocho de la tarde, no se sale al balcón para aplaudir por el esfuerzo que realizan por nosotros. Me refiero a todas aquellas tiendas de alimentación que llevan desde el primer día del confinamiento exponiendo su salud para evitar que nuestras despensas se vacíen, la de aquellos héroes que desde casa y de forma altruista confeccionan mascarillas, cosen equipos de protección, confeccionan piezas para adaptar a los respiradores, o directamente y con impresoras 3D, fabrican respiradores para hospitales a los que los recortes de los políticos mangantes esquilmaron su logística.
Igualmente quiero hablar de aquellas actividades que han tenido que cerrar por el confinamiento al que estamos sometidos y que posiblemente muchas de ellas, cuando se reanude la actividad económica, no tengan capacidad de reabrir los negocios. Me refiero especialmente a bares, restaurantes, locales de ocio, empresas de turismo, pequeñas tiendas de barrio… y trabajadores de empresas que van a pasar por tiempo indefinido a engrosar las listas de paro. Esas personas anónimas si que tienen mi consideración de héroes, que van a pagar muy caro toda esta pandemia que nos ha venido encima y de la que va a costar salir.
Y por último, mi más sincero reconocimiento a la generación que se nos está yendo de forma precipitada por culpa de la nula gestión que se está realizando por parte de nuestras administraciones. Esa generación, pasó la posguerra, levantó nuestro país hasta la octava potencia mundial y la pagamos con una epidemia como agradecimiento. [email protected]