¿Y tú, cómo besas?
Febrero dicen que es el mes del amor. A mitad de mes -este año un poco antes, porque es bisiesto-, el 14 de febrero, se celebra la fiesta de san Valentín, “el día de los enamorados”. Sin entrar ahora en sus orígenes y cuánto de comercial tiene esta celebración en nuestro tiempo, todos estamos de acuerdo en que el beso es un gran signo para expresar el amor.
¡Qué tierno el beso de la madre a su hijo pequeño! ¡Qué dulce el beso de dos jóvenes que comienzan su relación! ¡Qué apasionado el beso de dos recién casados!
Aunque esto es cierto no siempre el beso expresa o significa un amor puro y verdadero. No hay más que acordarse del traicionero beso de Judas a Jesús, de los besos hipócritas de las convenciones sociales o de los besos forzados que de pequeños dábamos a más de un desconocido para nosotros. Y si somos sinceros hasta es posible que algunos de nuestros besos no hayan sido todo lo limpios y generosos que parecían. Cuántas veces al dar un beso buscamos besarnos a nosotros mismos o conseguir algo a cambio: te doy para que me des.
Lo que decimos de los besos también podría aplicarse a la solidaridad, a la cooperación, al voluntariado.
También hay quien da, quien ayuda por egoísmo -te presto para que me devuelvas ¡y con intereses!-, para tranquilizar su conciencia, para hacerse propaganda: mirad que bueno soy. Hasta hay quien da revestido de falsa solidaridad lo que debe dar por justicia.
Con todo es admirable ver cuántas personas generosas entregan lo mejor de sí mismas, su tiempo, sus habilidades, lo que tienen -y hasta lo que no tienen- por solidaridad, para ayudar a los demás, porque ven en el otro a un hermano, alguien a quien “amar como a uno mismo”, como nos enseñó Jesús. Lo mismo podría decirse de empresas, organizaciones, instituciones. Qué generosidad ofreciendo recursos, instalaciones, personal, ayuda material o técnica para llevar a buen puerto multitud de proyectos de desarrollo que mejoran las condiciones de vida de comunidades enteras. Gracias, muchas gracias. Son un ejemplo a seguir y ayudan a mantener la esperanza en el ser humano.
Estamos invitados a amar, a todos y por igual, y a manifestarlo con gestos tan sencillos y tan profundos como un beso. Piénsalo. ¿Tú como amas? ¿Tú como besas?
Ama y Vive la Justicia.
Febrero dicen que es el mes del amor. A mitad de mes -este año un poco antes, porque es bisiesto-, el 14 de febrero, se celebra la fiesta de san Valentín, “el día de los enamorados”. Sin entrar ahora en sus orígenes y cuánto de comercial tiene esta celebración en nuestro tiempo, todos estamos de acuerdo en que el beso es un gran signo para expresar el amor.
¡Qué tierno el beso de la madre a su hijo pequeño! ¡Qué dulce el beso de dos jóvenes que comienzan su relación! ¡Qué apasionado el beso de dos recién casados!
Aunque esto es cierto no siempre el beso expresa o significa un amor puro y verdadero. No hay más que acordarse del traicionero beso de Judas a Jesús, de los besos hipócritas de las convenciones sociales o de los besos forzados que de pequeños dábamos a más de un desconocido para nosotros. Y si somos sinceros hasta es posible que algunos de nuestros besos no hayan sido todo lo limpios y generosos que parecían. Cuántas veces al dar un beso buscamos besarnos a nosotros mismos o conseguir algo a cambio: te doy para que me des.
Lo que decimos de los besos también podría aplicarse a la solidaridad, a la cooperación, al voluntariado.
También hay quien da, quien ayuda por egoísmo -te presto para que me devuelvas ¡y con intereses!-, para tranquilizar su conciencia, para hacerse propaganda: mirad que bueno soy. Hasta hay quien da revestido de falsa solidaridad lo que debe dar por justicia.
Con todo es admirable ver cuántas personas generosas entregan lo mejor de sí mismas, su tiempo, sus habilidades, lo que tienen -y hasta lo que no tienen- por solidaridad, para ayudar a los demás, porque ven en el otro a un hermano, alguien a quien “amar como a uno mismo”, como nos enseñó Jesús. Lo mismo podría decirse de empresas, organizaciones, instituciones. Qué generosidad ofreciendo recursos, instalaciones, personal, ayuda material o técnica para llevar a buen puerto multitud de proyectos de desarrollo que mejoran las condiciones de vida de comunidades enteras. Gracias, muchas gracias. Son un ejemplo a seguir y ayudan a mantener la esperanza en el ser humano.
Estamos invitados a amar, a todos y por igual, y a manifestarlo con gestos tan sencillos y tan profundos como un beso. Piénsalo. ¿Tú como amas? ¿Tú como besas?
Ama y Vive la Justicia.





















