La rebelión de los tontos · Mario López Sánchez · Montijo
No me cabe la menor duda; España es el país de la pandereta. Recién estrenada la ley antitabaco resulta que nos sale un señorito andaluz que se planta rebelde y dice que no cumple la ley por que no le sale de las partes. El tipo se arriesga a 600.000 euros de multa, e incluso así no cede. La cosa es que recibe apoyos desde todos los puntos cardinales, como si fuera Robin Hood, cuando en realidad apenas pasa de gili. Y es que no salgo de mi asombro que con lo que han hecho los bancos en este país, con una corrupción masificada en ayuntamientos, juntas y gobierno, con unos sindicatos aburguesados y una tasa de paro del 20%, coge el tabernero y se revela precisamente contra la ley del tabaco. Me va a decir el colega que no ha encontrado motivos hasta hoy para levantarse en armas y pelear.
Vamos, que esto es algo así como si prohíben el botellón. Estoy seguro que solo entonces los jóvenes saldrían a la calle a dar palos. Pero el hecho de que su futuro laboral sea tan incierto como el futuro de un Mozambiqueños no les perturba lo más mínimo. Fiesta, Fútbol y Toros, no les hace falta nada más.
España es un país de enormes contrastes. Por un lado existe una masa poblacional muy europea, que se angustia por los verdaderos problemas sociales y es muy consciente de nuestras deficiencias. Por otro lado tenemos a la masa poblacional tercermundista, que no ha de ser precisamente originaria de África o Suramérica, sino que se comporta como tales. Es lo que tiene vivir en un territorio periférico. Aquí el riesgo sísmico no lo provoca el impacto de dos placas tectónicas, sino la mezcla imposible de gentes con caracteres tan distintos. El español europeo trabaja y se esfuerza para mantener un sistema del que se aprovecha el salvaje. Y así no vamos a ninguna parte, más que al agujero del conflicto civil.
No me cabe la menor duda; España es el país de la pandereta. Recién estrenada la ley antitabaco resulta que nos sale un señorito andaluz que se planta rebelde y dice que no cumple la ley por que no le sale de las partes. El tipo se arriesga a 600.000 euros de multa, e incluso así no cede. La cosa es que recibe apoyos desde todos los puntos cardinales, como si fuera Robin Hood, cuando en realidad apenas pasa de gili. Y es que no salgo de mi asombro que con lo que han hecho los bancos en este país, con una corrupción masificada en ayuntamientos, juntas y gobierno, con unos sindicatos aburguesados y una tasa de paro del 20%, coge el tabernero y se revela precisamente contra la ley del tabaco. Me va a decir el colega que no ha encontrado motivos hasta hoy para levantarse en armas y pelear.
Vamos, que esto es algo así como si prohíben el botellón. Estoy seguro que solo entonces los jóvenes saldrían a la calle a dar palos. Pero el hecho de que su futuro laboral sea tan incierto como el futuro de un Mozambiqueños no les perturba lo más mínimo. Fiesta, Fútbol y Toros, no les hace falta nada más.
España es un país de enormes contrastes. Por un lado existe una masa poblacional muy europea, que se angustia por los verdaderos problemas sociales y es muy consciente de nuestras deficiencias. Por otro lado tenemos a la masa poblacional tercermundista, que no ha de ser precisamente originaria de África o Suramérica, sino que se comporta como tales. Es lo que tiene vivir en un territorio periférico. Aquí el riesgo sísmico no lo provoca el impacto de dos placas tectónicas, sino la mezcla imposible de gentes con caracteres tan distintos. El español europeo trabaja y se esfuerza para mantener un sistema del que se aprovecha el salvaje. Y así no vamos a ninguna parte, más que al agujero del conflicto civil.





















