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Pedro Gutiérrez
Miércoles, 04 de Diciembre de 2019 Actualizada Miércoles, 04 de Diciembre de 2019 a las 13:45:15 horas

Música y expresividad

Todos tenemos el recuerdo de un cuento que alguien nos contó en nuestra niñez, probablemente una fría tarde de diciembre y que, sin saber por qué, ha quedado fijado en nosotros de manera especial. El mío es un cuento de Andersen, el ruiseñorque hace las delicias del emperador con su canto, hasta que los cortesanos ofrecen a su señor un valioso pájaro mecánico. Ambos cantan juntos, el primero con absoluta libertad, y el segundo ajustándose perfectamente a la medida. Decepcionado por las preferencias del emperador, el ruiseñor vuelve al bosque; la maquinaria del pájaro mecánico se detiene; el emperador enferma y sólo se recupera al oír de nuevo el exquisito canto del ruiseñor, que le promete permanecer a su servicio, siempre que pueda ir y venir libremente.

Muchos músicos coinciden en que, aunque la expresividad es una consecuencia del estudio, existe también un aspecto intuitivo muy difícil de enseñar. Desde mi experiencia como oyente, músico y educador, he llegado a las siguientes conclusiones:

-La expresividad puede ser el mayor atributo de la musicalidad. Los músicos la consiguen cuando su profesor les anima a tomar sus propias decisiones, que han de ser fruto de la reflexión. Este estímulo pasa por los conocimientos básicos, la destreza de la técnica, el estudio del estilo y el juicio crítico.

-La expresividad nace de experiencias ajenas a la música. Las sensaciones, los cambios, las relaciones y las impresiones que encuentren en la música su relación, ayudarán a desarrollarla. Tales experiencias, permiten a los músicos vivir la música y además descubrir vida en la música de los otros

-La expresividad se deriva de la libertad creativa. El ruiseñor cantaba por placer, al contrario que el pájaro mecánico. La cualidad que distingue a los músicos “musicales”, es su capacidad para proyectar su interpretación en los demás. La libertad de creación beneficia a todos los intérpretes, tanto si la obtienen en conservatorios, como si la descubren más allá de los límites de la enseñanza formal. Quizá por este motivo el ruiseñor exigió conservar su libertad como condición para permanecer junto al emperador.

-La expresividad exige la interpretación.El ruiseñor cantaba de un modo personal y único. La expresividad musical se define como “aquellos elementos de la ejecución que dependen de una respuesta personal y que varían según las distintas interpretaciones”. La interpretación, en general, es la respuesta individualizada que articula lo que una persona siente. El propósito de la música es la transmisión personal de lo que la “música significa”. La diferencia entre reproducción e interpretación radica en que, a través de la última, se expresan los aspectos más relevantes de la estructura musical.

-La expresividad asegura la comunicación. La expresividad es el intento de que el mensaje generado por el intérprete llegue al oyente. Quizá el momento más gratificante para el oyente es aquél en el que comprensión y significado musical se comunican a través de los sonidos. Del mismo modo, el momento más gratificante para el intérprete es aquél en el que percibe que ha proyectado con toda exactitud las cualidades e interrelaciones de una composición.

Ahora que se acerca la Navidad, y un mes repleto de música de todo tipo, la historia del ruiseñor debe recordar a todos los músicos y educadores la extraordinaria importancia de determinados aspectos en la interpretación que no deben olvidarse nunca, y que hacen a la música única, creativa, personal y llena de sentido…(“Dame el aguinaldo, carita de rosa…”)… NOS OIMOS.

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