Las mujeres contra la carestía de la vida
Eran los últimos días de junio de 1920. El Correo de la Mañana informaba que habían estado circulando por Badajoz noticias relacionadas con motines y disturbios ocurridos en diversos pueblos de la provincia a causa de la carestía de los artículos de principal consumo. Se hablaba de veintisiete pueblos amotinados en la provincia, en los que las mujeres, en nutridas manifestaciones pedían la rebaja de los artículos de más indispensable aplicación en la vida, consiguiendo en su mayor parte beneficios de importancia. El Correo de la Mañana decía que en la capital continuaban las huelgas de los albañiles, carpinteros, marmolistas y sastres. Se quejaba el diario pacense que los centros oficiales no facilitasen noticias del estado de los pueblos amotinados, imperando el sistema del silencio. Dos días después las informaciones hablaban de una manifestación por las calles de Badajoz, “protestando por el precio abusivo en las subsistencias y los tejidos, cosa que hace materialmente imposible la vida de la clase obrera, alcanzando iguales daños a la clase media”. Las manifestantes fueron recibidas en la Alcaldía y Gobierno Civil.
Pero vayamos a lo que durante aquellos días de finales de junio sucedió en Montijo. “Las noticias que se reciben acusan que la situación va mejorando paulatinamente. No obstante, el comercio todo continúa cerrado. La comisión nombrada para conseguir la rebaja de los precios en los artículos de mayor consumo, prosigue realizando gestiones activamente. No ha vuelto a alterarse la tranquilidad después de la concentración de las fuerzas de la Guardia Civil”. Días después se comunicaba que “una nutrida manifestación de mujeres acudió al Ayuntamiento de Montijo en demandan para que se abaraten las subsistencias. Los industriales solicitaron un día de plazo. Témese en alteración en el orden público”. Era la mujer la que se lanzaba a la calle, reclamando lo complicado que era hacer la compra por la carestía de los productos de alimentación. Sin embargo, aún faltaban trece años para que esas mujeres que se manifestaban pudiesen votar en unas elecciones como personas libres. Pero aún seguimos con las noticias de aquellos días en Montijo: “Hoy día de San Pedro, para evitar posibles disturbios se cerrarán los cafés y las tabernas. Las autoridades piden que se envíen fuerzas de la Guardia Civil”. Era alcalde Modesto Rodríguez Gómez y los primeros tenientes de alcalde, Pedro Quintana y Fernando Mendoza Bootello.
El período comprendido entre 1918-1921 es conocido como Trienio Bolchevique, por, entre otros aspectos, las expectativas que entre los obreros habían suscitado el de Rusia, produciéndose importantes conflictos sociales en nuestro país, con protestas, manifestaciones y huelgas, donde la clase trabajadora reivindicaba mejoras en sus condiciones laborales. Nuestros pueblos no fueron ajenos a estos acontecimientos. A ello se unieron las secuelas producidas por la Gran Guerra que, a pesar de la neutralidad española, ocasionó una fuerte inflación, erosionando el poder adquisitivo de los salarios, junto a la falta de trabajo, creando un malestar social de por sí ya intenso en los pueblos. Tiempos en los que tomaron protagonismo el asociacionismo, las reivindicaciones y la lucha colectiva como una vía de actuación pública en defensa de los intereses de la clase obrera. Era presidente del Gobierno, Eduardo Dato, del partido conservador, para calmar la fuerte agitación obrera, impulsó una legislación social, creando el Ministerio de Trabajo; murió asesinado cuando regresaba a su casa desde el Senado. La publicidad que insertaban los medios de comunicación hablaba del mejor purgante conocido: “Aguas Minerales Naturales de Carabaña”, depurativas, antiherpéticas y antibiliosas.
Eran los últimos días de junio de 1920. El Correo de la Mañana informaba que habían estado circulando por Badajoz noticias relacionadas con motines y disturbios ocurridos en diversos pueblos de la provincia a causa de la carestía de los artículos de principal consumo. Se hablaba de veintisiete pueblos amotinados en la provincia, en los que las mujeres, en nutridas manifestaciones pedían la rebaja de los artículos de más indispensable aplicación en la vida, consiguiendo en su mayor parte beneficios de importancia. El Correo de la Mañana decía que en la capital continuaban las huelgas de los albañiles, carpinteros, marmolistas y sastres. Se quejaba el diario pacense que los centros oficiales no facilitasen noticias del estado de los pueblos amotinados, imperando el sistema del silencio. Dos días después las informaciones hablaban de una manifestación por las calles de Badajoz, “protestando por el precio abusivo en las subsistencias y los tejidos, cosa que hace materialmente imposible la vida de la clase obrera, alcanzando iguales daños a la clase media”. Las manifestantes fueron recibidas en la Alcaldía y Gobierno Civil.
Pero vayamos a lo que durante aquellos días de finales de junio sucedió en Montijo. “Las noticias que se reciben acusan que la situación va mejorando paulatinamente. No obstante, el comercio todo continúa cerrado. La comisión nombrada para conseguir la rebaja de los precios en los artículos de mayor consumo, prosigue realizando gestiones activamente. No ha vuelto a alterarse la tranquilidad después de la concentración de las fuerzas de la Guardia Civil”. Días después se comunicaba que “una nutrida manifestación de mujeres acudió al Ayuntamiento de Montijo en demandan para que se abaraten las subsistencias. Los industriales solicitaron un día de plazo. Témese en alteración en el orden público”. Era la mujer la que se lanzaba a la calle, reclamando lo complicado que era hacer la compra por la carestía de los productos de alimentación. Sin embargo, aún faltaban trece años para que esas mujeres que se manifestaban pudiesen votar en unas elecciones como personas libres. Pero aún seguimos con las noticias de aquellos días en Montijo: “Hoy día de San Pedro, para evitar posibles disturbios se cerrarán los cafés y las tabernas. Las autoridades piden que se envíen fuerzas de la Guardia Civil”. Era alcalde Modesto Rodríguez Gómez y los primeros tenientes de alcalde, Pedro Quintana y Fernando Mendoza Bootello.
El período comprendido entre 1918-1921 es conocido como Trienio Bolchevique, por, entre otros aspectos, las expectativas que entre los obreros habían suscitado el de Rusia, produciéndose importantes conflictos sociales en nuestro país, con protestas, manifestaciones y huelgas, donde la clase trabajadora reivindicaba mejoras en sus condiciones laborales. Nuestros pueblos no fueron ajenos a estos acontecimientos. A ello se unieron las secuelas producidas por la Gran Guerra que, a pesar de la neutralidad española, ocasionó una fuerte inflación, erosionando el poder adquisitivo de los salarios, junto a la falta de trabajo, creando un malestar social de por sí ya intenso en los pueblos. Tiempos en los que tomaron protagonismo el asociacionismo, las reivindicaciones y la lucha colectiva como una vía de actuación pública en defensa de los intereses de la clase obrera. Era presidente del Gobierno, Eduardo Dato, del partido conservador, para calmar la fuerte agitación obrera, impulsó una legislación social, creando el Ministerio de Trabajo; murió asesinado cuando regresaba a su casa desde el Senado. La publicidad que insertaban los medios de comunicación hablaba del mejor purgante conocido: “Aguas Minerales Naturales de Carabaña”, depurativas, antiherpéticas y antibiliosas.