La política no tiene escrúpulos
La edad me ha hecho llegar a la conclusión de que a los políticos no les guía el bien común, ni los problemas de los ciudadanos, como dicen en las campañas electorales, pues cuando está en juego la revancha o la venganza política contra el adversario, les da igual llevarse por delante al ciudadano que les ha votado.
Un ejemplo claro, que conozco de primera mano, es el caso del Bar Pravia.
Sabrán que con el anterior titular del bar, la terraza tenía que recogerla a las 10 de la noche. Mejor dicho, a esa hora no podía quedar ni una sola silla en la terraza. Todo ello obedecía al famoso expediente sancionador que la actual corporación, había incoado al Bar “ debido a las protestas de los vecinos” (Ja, Ja, Ja) que se veían afectados por el ruido de la gente que se sentaba en la terraza.
Pues bien. No les parece raro, que un mes después de abandonar el Bar el anterior titular, a los nuevos gerentes inmediatamente se les autorizó la apertura de la terraza, en el mismo lugar y con los mismos veladores.
No les parece raro también que el otro Bar La Habana, (que lo tenía prohibido) también se le permitiera tener música y televisión
Que habrá ocurrido?. Me pregunté. Ya no les molesta a los vecinos el ruido?. Ya no hay que comprobar si se exceden el número de veladores?. Ya no habla la gente en la terraza de Pravia?. Ya no hay denuncias de los vecinos afectados? Ya no se hace otra medición de ruidos?
La respuesta a esta forma de proceder de la actual corporación, la he ido comprendiendo poco a poco.
Según mi opinión y puedo estar equivocado, el problema no era el Bar Pravia, ni su terraza, ni el ruido que emanaba de la misma, ni siquiera atender las protestas de los vecinos, aunque estos crean que ha sido así.
La conclusión que saco después de averiguar ciertas cosas es que el Bar Pravia fue el chivo expiatorio que utilizó la corporación gobernante para una revancha política, como ha sido poner los hechos en conocimiento de la Fiscalía de Mérida para que ésta procediera contra la corporación anterior, mejor dicho contra el anterior alcalde, por Delito de Prevaricación medioambiental.
Ahora lo entiendo. No podían acusar a nadie de este supuesto Delito, si la actual corporación no tramitaba el expediente contra el Bar Pravia y por ello se expedientó al bar y una vez hecho, ir en contra del anterior Alcalde.
Al final, éste también se irá de rositas, el actual volverá, o no, a ser elegido y continuaran con su guerra política, pero el que ha pagado las consecuencias de esta guerra, que no entiende nada de política, ha sido Miguel Ángel, el ciudadano.
Lo dicho. ¿No les parece un asco la política?
La edad me ha hecho llegar a la conclusión de que a los políticos no les guía el bien común, ni los problemas de los ciudadanos, como dicen en las campañas electorales, pues cuando está en juego la revancha o la venganza política contra el adversario, les da igual llevarse por delante al ciudadano que les ha votado.
Un ejemplo claro, que conozco de primera mano, es el caso del Bar Pravia.
Sabrán que con el anterior titular del bar, la terraza tenía que recogerla a las 10 de la noche. Mejor dicho, a esa hora no podía quedar ni una sola silla en la terraza. Todo ello obedecía al famoso expediente sancionador que la actual corporación, había incoado al Bar “ debido a las protestas de los vecinos” (Ja, Ja, Ja) que se veían afectados por el ruido de la gente que se sentaba en la terraza.
Pues bien. No les parece raro, que un mes después de abandonar el Bar el anterior titular, a los nuevos gerentes inmediatamente se les autorizó la apertura de la terraza, en el mismo lugar y con los mismos veladores.
No les parece raro también que el otro Bar La Habana, (que lo tenía prohibido) también se le permitiera tener música y televisión
Que habrá ocurrido?. Me pregunté. Ya no les molesta a los vecinos el ruido?. Ya no hay que comprobar si se exceden el número de veladores?. Ya no habla la gente en la terraza de Pravia?. Ya no hay denuncias de los vecinos afectados? Ya no se hace otra medición de ruidos?
La respuesta a esta forma de proceder de la actual corporación, la he ido comprendiendo poco a poco.
Según mi opinión y puedo estar equivocado, el problema no era el Bar Pravia, ni su terraza, ni el ruido que emanaba de la misma, ni siquiera atender las protestas de los vecinos, aunque estos crean que ha sido así.
La conclusión que saco después de averiguar ciertas cosas es que el Bar Pravia fue el chivo expiatorio que utilizó la corporación gobernante para una revancha política, como ha sido poner los hechos en conocimiento de la Fiscalía de Mérida para que ésta procediera contra la corporación anterior, mejor dicho contra el anterior alcalde, por Delito de Prevaricación medioambiental.
Ahora lo entiendo. No podían acusar a nadie de este supuesto Delito, si la actual corporación no tramitaba el expediente contra el Bar Pravia y por ello se expedientó al bar y una vez hecho, ir en contra del anterior Alcalde.
Al final, éste también se irá de rositas, el actual volverá, o no, a ser elegido y continuaran con su guerra política, pero el que ha pagado las consecuencias de esta guerra, que no entiende nada de política, ha sido Miguel Ángel, el ciudadano.
Lo dicho. ¿No les parece un asco la política?