Martes, 09 de Septiembre de 2025

Actualizada Viernes, 05 de Septiembre de 2025 a las 18:29:00 horas

Elisa Martín
Lunes, 04 de Febrero de 2019 Actualizada Lunes, 04 de Febrero de 2019 a las 11:08:07 horas

El cotilla, un talento desaprovechado

Todos tenemos cerca un cotilla. O incluso varios. ¿Quién no tiene vecinos o compañeros que no pierden detalle de los movimientos de los demás o un familiar que está ojo avizor a todo lo que se mueve?. Es increíble la cantidad de información que son capaces de recopilar a base de preguntas a unos y otros, o de la mera observación de su entorno. Ahora además, con la televisión y redes sociales, tenemos la vieja del visillo en versión tecnológica. Se las saben todas. Yo reconozco que, como periodista, siempre he admirado ese talento. Porque, además, suele ir acompañado de una memoria prodigiosa y de una gran capacidad de relacionar unos datos con otros. Enseguida se acuerdan que esa persona, hace unos años hizo tal cosa y que su primo segundo también hacía lo mismo, que lo heredaron de su abuelo que fue a la Guerra de Cuba y …¡Qué bárbaro!. Yo creo que en su mente construyen un mapa con todos los movimientos de la gente y van colocando piezas. Ese radar insaciable es un don, estoy segura. Y es un gran valor en profesiones como la mía y como algunas otras. Por ejemplo, policía secreta, detectives o como mano derecha de la dirección de una empresa. Y no digamos ya como espía (y contraespías) en una guerra, fría o caliente. Una verdadera mina. El problema es que el cotilla, a partir de ahí, comete dos errores.


El primero interpretar los datos. Esa habilidad no suelen tenerla. Si hicieran de su talento una profesión, en ese punto pasarían la información a los analistas que sabrían sacarle un partido provechoso. Pero no es el caso. “He visto a tal con cual y eso es porque…”. ¡Qué peligro tienen!. Se atribuyen a sí mismos una capacidad de la que carecen y resulta que sus opiniones suelen estar bastante conectadas con sus propias miserias, sus  propios miedos, envidias y frustraciones. Y el resultado es desastroso y, lo que es peor, falso.


El segundo error es contar a todo el que puede tanto datos como sus propias interpretaciones, todo en el mismo paquete. El cotilla es extensivo por naturaleza. Como realmente nadie le ha contratado ese trabajo, no saben qué hacer con tanta información y la lanzan a diestro y siniestro, sin pararse a pensar el efecto que puedan hacer. Porque una vez que se pone en marcha el mecanismo, el resultado puede ser bastante dañino para las personas que están en el objetivo de su particular análisis. Con esta práctica, consigue tener la sensación de poder y de protagonismo cuando captan la atención de alguien. ¡Triste protagonismo! Por eso, aunque admiro en parte su talento, activo toda la prudencia y la inquietud cuando hablo con ellos. En el fondo sabes que eres su presa. Quien te cuenta los secretos de los demás, no tardará en contar los tuyos.

 

Elisa Martín Crespo es periodista y coach certificada

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.