¡Feliz mundo nuevo!
El ser humano no es un objeto a merced de las circunstancias. Somos sujetos de la historia, protagonistas de los sueños y esperanzas cotidianos. Por eso necesitamos disponer de un equipaje de valores y actitudes decisivas para avanzar con pie firme, haciendo historia. De entre estas actitudes destacamos el compromiso.
Cuando nos comprometemos asumimos una responsabilidad, una tarea para con otros; y también marcamos un estilo, una actitud de fidelidad y entrega con la que llevamos adelante esa tarea.
El Papa Francisco nos recuerda que “en Jesús, Dios se ha comprometido completamente para restituir esperanza a los pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los enfermos, a los prisioneros y a los pecadores que acogía con bondad” (Francisco, Catequesis , 20-II-2016)
Es a partir de este compromiso del amor misericordioso de Dios en Jesús como nosotros encontramos fuerza y luz para adquirir compromisos, y así corresponder a su amor. Nos comprometemos porque esperamos transformar la realidad a base de pequeños pasos bien trazados, como respuesta a la fidelidad de Dios en Jesús.
Normalmente el trabajo desarrollado por la mayoría de las personas no tiene grandes pretensiones transformadoras. Ahora bien, nuestro trabajo demanda siempre un buen hacer. El compromiso adquirido en nuestra ocupación nos aparta de la desidia, la desgana, la mediocridad, la chapuza y constituye una pieza más en el engranaje transformador de la sociedad.
Puesto que nuestro trabajo, nuestra ocupación, es transformador, debemos darlo todo en su desarrollo, pues con ello servimos a la sociedad en la que vivimos y con ella contribuimos a construir un mundo nuevo y mejor.
¿Qué tal si entre los propósitos para el nuevo año te proponemos ser mejor en tu labor cotidiana?
¡Feliz Mundo Nuevo!
Ama y Vive la Justicia.
El ser humano no es un objeto a merced de las circunstancias. Somos sujetos de la historia, protagonistas de los sueños y esperanzas cotidianos. Por eso necesitamos disponer de un equipaje de valores y actitudes decisivas para avanzar con pie firme, haciendo historia. De entre estas actitudes destacamos el compromiso.
Cuando nos comprometemos asumimos una responsabilidad, una tarea para con otros; y también marcamos un estilo, una actitud de fidelidad y entrega con la que llevamos adelante esa tarea.
El Papa Francisco nos recuerda que “en Jesús, Dios se ha comprometido completamente para restituir esperanza a los pobres, a cuantos estaban privados de dignidad, a los extranjeros, a los enfermos, a los prisioneros y a los pecadores que acogía con bondad” (Francisco, Catequesis , 20-II-2016)
Es a partir de este compromiso del amor misericordioso de Dios en Jesús como nosotros encontramos fuerza y luz para adquirir compromisos, y así corresponder a su amor. Nos comprometemos porque esperamos transformar la realidad a base de pequeños pasos bien trazados, como respuesta a la fidelidad de Dios en Jesús.
Normalmente el trabajo desarrollado por la mayoría de las personas no tiene grandes pretensiones transformadoras. Ahora bien, nuestro trabajo demanda siempre un buen hacer. El compromiso adquirido en nuestra ocupación nos aparta de la desidia, la desgana, la mediocridad, la chapuza y constituye una pieza más en el engranaje transformador de la sociedad.
Puesto que nuestro trabajo, nuestra ocupación, es transformador, debemos darlo todo en su desarrollo, pues con ello servimos a la sociedad en la que vivimos y con ella contribuimos a construir un mundo nuevo y mejor.
¿Qué tal si entre los propósitos para el nuevo año te proponemos ser mejor en tu labor cotidiana?
¡Feliz Mundo Nuevo!
Ama y Vive la Justicia.