Este pobre gritó y el Señor lo escuchó
El título de nuestra tribuna de hoy es el lema escogido para la II Jornada Mundial de los pobres instituida por el Papa Francisco y que hemos celebrado hace pocos días.
Nos hemos vuelto indiferentes ante la pobreza, ante los pobres. Sabemos que están ahí, los vemos, pero la mayoría de las veces pasamos de largo o tenemos con ellos pequeños gestos ¿solidarios? que buscan más tranquilizar nuestra conciencia que ayudar a levantar a quien está postrado al borde del camino. Con esta Jornada el Papa quiere despertar nuestra conciencia para que comprendemos quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades.
El lema de la Jornada Mundial de los Pobres de este año está sacado del salmo 34 (Cf Sal 34,7) y en su mensaje para la Jornada el Papa destaca tres verbos de este salmo: gritar, responder, liberar.
GRITAR: “¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?” (Mensaje del Papa, n. 2) ¿Seremos capaces de escuchar el lamento del pobre, de acompañarle gritando: ¡Justicia! y de trabajar para lograrla?
RESPONDER: “La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano” (Mensaje del Papa, n. 3) La Iglesia, quienes formamos parte de ella, está llamada a responder a los gritos de los pobres aunque nuestra respuesta sea como una gota de agua en el desierto. Así mismo estamos invitados a colaborar con todas las personas e instituciones que desde la solidaridad humana responden al clamor de los que sufren.
LIBERAR: “La pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas. (…)«Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).” (Mensaje del Papa, n. 4)
Ama y Vive la Justicia.
El título de nuestra tribuna de hoy es el lema escogido para la II Jornada Mundial de los pobres instituida por el Papa Francisco y que hemos celebrado hace pocos días.
Nos hemos vuelto indiferentes ante la pobreza, ante los pobres. Sabemos que están ahí, los vemos, pero la mayoría de las veces pasamos de largo o tenemos con ellos pequeños gestos ¿solidarios? que buscan más tranquilizar nuestra conciencia que ayudar a levantar a quien está postrado al borde del camino. Con esta Jornada el Papa quiere despertar nuestra conciencia para que comprendemos quiénes son los verdaderos pobres a los que estamos llamados a volver nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades.
El lema de la Jornada Mundial de los Pobres de este año está sacado del salmo 34 (Cf Sal 34,7) y en su mensaje para la Jornada el Papa destaca tres verbos de este salmo: gritar, responder, liberar.
GRITAR: “¿Qué expresa el grito del pobre si no es su sufrimiento y soledad, su desilusión y esperanza? Podemos preguntarnos: ¿cómo es que este grito, que sube hasta la presencia de Dios, no alcanza a llegar a nuestros oídos, dejándonos indiferentes e impasibles?” (Mensaje del Papa, n. 2) ¿Seremos capaces de escuchar el lamento del pobre, de acompañarle gritando: ¡Justicia! y de trabajar para lograrla?
RESPONDER: “La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a retomar la vida con dignidad. La respuesta de Dios es también una invitación a que todo el que cree en Él obre de la misma manera dentro de los límites de lo humano” (Mensaje del Papa, n. 3) La Iglesia, quienes formamos parte de ella, está llamada a responder a los gritos de los pobres aunque nuestra respuesta sea como una gota de agua en el desierto. Así mismo estamos invitados a colaborar con todas las personas e instituciones que desde la solidaridad humana responden al clamor de los que sufren.
LIBERAR: “La pobreza no es buscada, sino creada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia. Males tan antiguos como el hombre, pero que son siempre pecados, que involucran a tantos inocentes, produciendo consecuencias sociales dramáticas. (…)«Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 187).” (Mensaje del Papa, n. 4)
Ama y Vive la Justicia.