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Elisa Martín
Miércoles, 05 de Septiembre de 2018 Actualizada Miércoles, 05 de Septiembre de 2018 a las 14:07:21 horas

¿Eres hormiga o cigarra?

Que la educación de los hijos tiene su complejidad lo tenemos claro todos los que estamos metidos en esa aventura.
Muchas veces me pregunto porqué, dentro de la familia, parece que hablamos distintos idiomas y vivimos en distintos mundos. Y entonces recuerdo la fábula de la Cigarra y la Hormiga.


Sin entrar en juicios ni moralinas, creo que este cuento nos puede aportar algo de luz en esos momentos en que las madres y los padres nos encontramos inmersos en la perplejidad:
¿Somos cigarras o somos hormigas?. A grandes rasgos, se producen cuatro situaciones:

 

-La hormiga educando a la hormiga es un lógica combinación de éxito en cuanto a la eficacia en el trabajo. Hacen un gran equipo, Eso sí, hay que recomendar a las cigarras que no se pongan mucho en su órbita o les caerán críticas y juicios de todos los colores.

 

-Si la hormiga educa a la cigarra, encuentra un gran reto. Tiene que desarrollar una estrategia que no genere una confrontación continua para lograr un objetivo no compartido por su retoño. Convencerlo de que deje de cantar al sol y guarde el grano para el invierno será una ardua tarea que, en ocasiones, funciona.

 

-La cigarra educando a la hormiga encuentra un camino sorprendentemente fácil, en el que la criatura se ordena a sí misma y solo hay que ocuparse de la intendencia externa. Asombroso, pero cierto.

 

-Cuando la cigarra tiene que educar a la cigarra, la dificultad radica en tener que desempeñar el papel de hormiga al que no está acostumbrada. Además, tiene que superar el deseo de cantar al sol con su vástago y dejarse de tantas obligaciones.


En cierta manera, el tiempo es la clave del asunto: la cigarra da prioridad al momento presente, sin proyectar al futuro y la hormiga siempre tiene la vista en dos pasos más allá y el presente es una forma de llegar allí. Pero no siempre funciona la misma fórmula. Lo cierto es que, con el tiempo, estas tendencias se van equilibrando porque, en el fondo, cada uno es consciente de sus carencias. La hormiga va relajando y relativizando y la cigarra consigue cierto orden en su vida. Pero tengamos paciencia.


Si la educación, como dicen, no es llenar un cubo, sino encender un fuego, tendremos que entender que no todos tenemos la misma mecha y que no es igual encender una vela que una barbacoa. En cualquier caso, sean cigarras o sean hormigas, lo más importante para nuestros hijos es que los miremos siempre con ojos de cariño y sabiendo con quién nos jugamos los cuartos. Después de todo, el mundo necesita música y letra.

 

Elisa Martín Crespo es periodista y coach de comunicación

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