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Teo Cayetano
Teo Cayetano | 401
Jueves, 02 de Agosto de 2018

La superioridad moral de la izquierda

Es voz pópuli que el pago de los favores por los que Pedro Sánchez, el presidente inesperado, ha logrado por fin pernoctar en Moncloa a pesar de sus raquíticos ochenta y cuatro diputados, incluye toda clase de concesiones a la conjunción populista-separatista que le ha franqueado el paso por la puerta de atrás, ya veremos por cuánto tiempo.

 

Y mientras los socialistas viven en la burbuja de cava de los primeros días de gobierno, hemos asistido al poco edificante espectáculo de un dedazo en toda regla para elegir a la cúpula de RTVE, retransmitido en directo a través de las redes sociales por los propios candidatos tentados por Pablo Iglesias para su asalto a los cielos televisivos.
Cuando el anterior gobierno hacía eso, era un gesto casposo, autoritario, un retroceso en nuestras libertades. Y era verdad. Pero es que ahora, cuando el dedo que señala no es azul sino morado, se trata de una epifanía, un halo místico y rejuvenecedor, que convierte en un oasis de pluralismo y diversidad a nuestra radio televisión pública.
La única diferencia entre antes y ahora es la superioridad moral de cierta izquierda, que piensa que puede cometer las mismas barrabasadas que ha cometido la derecha en los últimos años, controlando a su antojo las instituciones, porque el sectarismo es siempre la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el propio.
Así, los que se consideran moralmente superiores no tienen reparos en mirar para otro lado cuando sus ‘ayuntamientos del cambio’ se llenan de imputados por prevaricación, incluyendo al alcalde de Zaragoza y ocho de sus concejales, o al alcalde de Valencia, o a tres insignes ediles del ayuntamiento de Madrid, sin que la muy digna Manuela Carmena se dé por aludida. Un rosario de imputaciones judiciales que en ningún caso ha supuesto la dimisión y renuncia al acta municipal, como exigen a otros partidos.
Y todo ello sin que el ‘amado líder’ podemita diga una palabra al respecto, atrincherado en su casoplón de la sierra madrileña, que ya lo quisiéramos usted y yo, sobre todo con esa ventajosa hipoteca que ningún banco nos concedería a nosotros, pero que una caja catalana, muy bien relacionada con el tesorero de su partido, ha tenido a bien otorgarle.
Pues yo no veo por ninguna parte dónde está esa supuesta superioridad moral de estos populistas, demócratas de cartón piedra que tachan de fascista a todo el que no piensa como ellos - que somos la mayoría - mientras suspiran por aplicar las caducas recetas de un extinto comunismo que sólo trajo al mundo pobreza, dictadura y genocidio.
¿No será que sólo son superiores en su desvergüenza para aplicar sin empacho la ley del embudo, ancho para ellos y estrecho para todos los demás?

 

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