AY TE VÉ. QUE LA SUERTE TE ACOMPAÑE, ZETAPÉ
Esto va que se las pela.
Entiéndase la denominación “pela” no adscrita al llamado “leuro” contante y
sonante. “Pela”, en el caso que nos ocupa, mejor nos preocupa, es pelar la
gamba, el langostino, el bogavante, la cigala, la langosta... Y degustar percebes
y ostras ¿Cómo estaban las ostras? Hostias, como estaban las ostras. Manjar de
dioses sobre un colchón de algas marinas. ¿Quién pagó la mariscada? “Todo el
pueblo, señor”. Pues quien va a ser “Sí, señor”, “Todo el pueblo, señor”.
En la tarde de ayer miércoles me llegó
la noticia de que una de las medidas de Zetapé para solventar la crisis
¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿Quién dijo qué había crisis? es privatizar la LAE (Loterías y Apuestas del
Estado) ¿La que fundó Carlos III, el mejor alcalde de Madrid? Pues sí, la trajo
de Nápoles. La
Lotería Nacional de toda la vida, cuyo primer sorteo se
celebró el 10 de diciembre de 1763, pasará en un 30% a manos privadas.
No puede ser. Recientemente la
ministra Bibiana, doña María Teresa, don Celestino, el que fuera ministro del
desempleo, doña Elena, doña Beatriz y don Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé ¿Cuya
qué?, han sido agraciados con la Gran Cruz
de la Real y
Distinguida Orden Española de Carlos III, con una paga en “leuros” contantes y
sonantes. ¿A sus excelencias no les aplican el PRODI? (Programa Temporal de
Protección por Desempleo e Inserción) No, jamás de los jamases ¡Viva siempre la
monarquía! Lo de la
República es una cosa trasnochada. Cosa de unos cuantos locos
románticos.
Si les soy sincero, esto lo veía
venir. Tanto repartir, reintegros, terminaciones, pedreas y premios en subvenciones
de aquí te espero, para mayor gloria objetivo y fin de la mamandurria de la
gutibamba. Por el mamoneo, derroche, especulación, trinque, unte y despilfarro
que se han traído en la caja común de la ínsula Barataria de todos los
españoles. Esto tenía que tener una terminación, y ha llegado lo que tenia que
llegar “Privaticemos la
Lotería y Apuestas del Estado, en un 30%, que cuando se
enteren nos tomen por locos”. Estos tíos venden lo que no está escrito.
La
Lotería Nacional era la única que quedaba con la denominación
de origen más española de todas las posibles: NACIONAL. Pues como bien saben a
la selección nacional de fútbol le han puesto, en lenguaje coloquial, la ROJA. Pero a la Lotería no. Versus
carteles “Lotería Nacional. El Gordo vendido aquí”. Que siempre ha sido un
orgullo y triunfo para la
Administración vendedora. Y, evidentemente, un excepcional
argumento comercial de técnica de venta para el siguiente sorteo.
Las dudas, la incertidumbre y la
desconfianza andan clavando cuchillos por los cuatros costados de la geografía
nacional. Las preguntas surgen ¿Qué pasará con “El Gordo”? ¿Qué pasará con “El
Niño”?. Se teme que en cascada, le toque al pavo, la pava, la pandereta, el
mazapán, los pastores, la zambomba y el villancico.
Maravilla de maravillas, el sorteo
de la Lotería
Nacional escuchado por la radio, por el transistor en la
mañana del 22 de diciembre. Verdadero estreno de la banda sonora de la película
de la Navidad. Y siguen las preguntas ¿Qué
pasará con la Bruja
de Oro, el lotero de Sart y doña Manolita?
La
Lotería Nacional, fundada por Carlos III, hay que
entenderlo, estaba ya rancia. Hacía falta adaptarla, modernizarla,
transformarla en una Sociedad Estatal, permitiendo la incorporación de capital
privado hasta un 30% inicialmente, en el marco de la nueva Ley del Juego. ¡Toma
ya!
¿Y los niños del colegio de San
Ildefonso? Muy fácil, le aplicamos el master de la crisis ¿Crisis? ¿Qué crisis?
¿Quién dijo que había crisis?, ¿Qué master? un ERE en toda regla, bajo compás,
escuadra y cartabón: Expediente de Regulación de Empleo. ¿A los niños? Qué sí,
que ya iba siendo hora. Que antes rimaba muy bien la cantinela “Veinticinco mil
pesetas”, y ahora con “Mil euros”, como qué no. Que no suena bien. ¿Y los
controladores bien uniformados, con chaquetas cruzadas y botones dorados,
vigilantes de las tablas, alambres, bolas y bombos? Prejubilemus a mayor gloria
in secula seculorum. A partir de ahora todo quedará informatizado, modernizado,
capitalizado.
Hay que darle la razón a estas almas
cándidas que forman este santo y bendito gobierno, presidido por Rodríguez
Zapatero. Ya lo dijo don Marcelino Iglesias, cuando fue nombrado Secretario de
Organización de los socialistas obreros españoles: “Yo les aseguro que esta nueva etapa del PSOE va en
serio”. Y así es. Y así está
siendo.
Tenga en cuenta, amigo lector, que el gobierno siempre
vela por los intereses de sus ciudadanos.
Mañana de lotería que no toca -tocará y mucho para el capital privado-
tarde de salud y trabajo.
Trabajo es lo que le falta a una larguísima fila de cerca
de CINCO MILLONES DE PERSONAS que está en el paro, viviendo sin el proyecto más
importante para las PERSONAS: tener trabajo, tener un empleo.
¿Qué pensarán de esta privatización las sucursales
ambulantes de la suerte? Ellos y ellas que aplican con prestigio y eficaz
maestría el mejor marketing en la presentación de la mercancía ¡Mi alma. Mira
que número más guapo! ¡Ay te vé. Que la suerte te acompañe, Zetapé!
Esto va que se las pela. Entiéndase la denominación “pela” no adscrita al llamado “leuro” contante y sonante. “Pela”, en el caso que nos ocupa, mejor nos preocupa, es pelar la gamba, el langostino, el bogavante, la cigala, la langosta... Y degustar percebes y ostras ¿Cómo estaban las ostras? Hostias, como estaban las ostras. Manjar de dioses sobre un colchón de algas marinas. ¿Quién pagó la mariscada? “Todo el pueblo, señor”. Pues quien va a ser “Sí, señor”, “Todo el pueblo, señor”.
En la tarde de ayer miércoles me llegó la noticia de que una de las medidas de Zetapé para solventar la crisis ¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿Quién dijo qué había crisis? es privatizar la LAE (Loterías y Apuestas del Estado) ¿La que fundó Carlos III, el mejor alcalde de Madrid? Pues sí, la trajo de Nápoles. La Lotería Nacional de toda la vida, cuyo primer sorteo se celebró el 10 de diciembre de 1763, pasará en un 30% a manos privadas.
No puede ser. Recientemente la ministra Bibiana, doña María Teresa, don Celestino, el que fuera ministro del desempleo, doña Elena, doña Beatriz y don Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé ¿Cuya qué?, han sido agraciados con la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III, con una paga en “leuros” contantes y sonantes. ¿A sus excelencias no les aplican el PRODI? (Programa Temporal de Protección por Desempleo e Inserción) No, jamás de los jamases ¡Viva siempre la monarquía! Lo de la República es una cosa trasnochada. Cosa de unos cuantos locos románticos.
Si les soy sincero, esto lo veía venir. Tanto repartir, reintegros, terminaciones, pedreas y premios en subvenciones de aquí te espero, para mayor gloria objetivo y fin de la mamandurria de la gutibamba. Por el mamoneo, derroche, especulación, trinque, unte y despilfarro que se han traído en la caja común de la ínsula Barataria de todos los españoles. Esto tenía que tener una terminación, y ha llegado lo que tenia que llegar “Privaticemos la Lotería y Apuestas del Estado, en un 30%, que cuando se enteren nos tomen por locos”. Estos tíos venden lo que no está escrito.
La Lotería Nacional era la única que quedaba con la denominación de origen más española de todas las posibles: NACIONAL. Pues como bien saben a la selección nacional de fútbol le han puesto, en lenguaje coloquial, la ROJA. Pero a la Lotería no. Versus carteles “Lotería Nacional. El Gordo vendido aquí”. Que siempre ha sido un orgullo y triunfo para la Administración vendedora. Y, evidentemente, un excepcional argumento comercial de técnica de venta para el siguiente sorteo.
Las dudas, la incertidumbre y la desconfianza andan clavando cuchillos por los cuatros costados de la geografía nacional. Las preguntas surgen ¿Qué pasará con “El Gordo”? ¿Qué pasará con “El Niño”?. Se teme que en cascada, le toque al pavo, la pava, la pandereta, el mazapán, los pastores, la zambomba y el villancico.
Maravilla de maravillas, el sorteo de la Lotería Nacional escuchado por la radio, por el transistor en la mañana del 22 de diciembre. Verdadero estreno de la banda sonora de la película de la Navidad. Y siguen las preguntas ¿Qué pasará con la Bruja de Oro, el lotero de Sart y doña Manolita?
La Lotería Nacional, fundada por Carlos III, hay que entenderlo, estaba ya rancia. Hacía falta adaptarla, modernizarla, transformarla en una Sociedad Estatal, permitiendo la incorporación de capital privado hasta un 30% inicialmente, en el marco de la nueva Ley del Juego. ¡Toma ya!
¿Y los niños del colegio de San Ildefonso? Muy fácil, le aplicamos el master de la crisis ¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿Quién dijo que había crisis?, ¿Qué master? un ERE en toda regla, bajo compás, escuadra y cartabón: Expediente de Regulación de Empleo. ¿A los niños? Qué sí, que ya iba siendo hora. Que antes rimaba muy bien la cantinela “Veinticinco mil pesetas”, y ahora con “Mil euros”, como qué no. Que no suena bien. ¿Y los controladores bien uniformados, con chaquetas cruzadas y botones dorados, vigilantes de las tablas, alambres, bolas y bombos? Prejubilemus a mayor gloria in secula seculorum. A partir de ahora todo quedará informatizado, modernizado, capitalizado.
Hay que darle la razón a estas almas cándidas que forman este santo y bendito gobierno, presidido por Rodríguez Zapatero. Ya lo dijo don Marcelino Iglesias, cuando fue nombrado Secretario de Organización de los socialistas obreros españoles: “Yo les aseguro que esta nueva etapa del PSOE va en serio”. Y así es. Y así está siendo.
Tenga en cuenta, amigo lector, que el gobierno siempre vela por los intereses de sus ciudadanos. Mañana de lotería que no toca -tocará y mucho para el capital privado- tarde de salud y trabajo.
Trabajo es lo que le falta a una larguísima fila de cerca de CINCO MILLONES DE PERSONAS que está en el paro, viviendo sin el proyecto más importante para las PERSONAS: tener trabajo, tener un empleo.
¿Qué pensarán de esta privatización las sucursales ambulantes de la suerte? Ellos y ellas que aplican con prestigio y eficaz maestría el mejor marketing en la presentación de la mercancía ¡Mi alma. Mira que número más guapo! ¡Ay te vé. Que la suerte te acompañe, Zetapé!