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Andrés Acevedo
Martes, 07 de Noviembre de 2017

Alcohol: uso, abuso y dependencia

Más del 65% de la población adulta española consume alcohol de forma regular. La mayoría de estas personas disfruta de su uso sin experimentar consecuencias nocivas para la salud. Sin embargo, puede resultar de interés conocer algunos parámetros para asegurarnos de que nos encontramos dentro de un consumo no perjudicial.
A nivel psicológico, el consumo de alcohol se divide en tres categorías, dependiendo de los efectos resultantes en la conducta de las personas que lo ingieren.
En la primera categoría está el “uso del alcohol”, que se caracteriza por ser una forma de beber controlada, en reuniones sociales y, típicamente, como medio de festejo. Las personas con esta forma de beber no experimentan reacciones adversas al alcohol más allá de alguna intoxicación aguda de carácter leve (“llegar a tener el puntito”) de forma ocasional.
Dentro de los consumos perjudiciales para la salud, nos encontramos con el “abuso del alcohol”. Se caracteriza por ser un consumo por encima de los límites establecidos como saludables (40 gramos de alcohol puro diario para los hombres y 20 para las mujeres). Las borracheras comienzan a ser frecuentes. Se comienza a beber para escapar de las emociones negativas más que para festejar algunos eventos y empiezan a aparecer conductas disfuncionales (problemas de tráfico, mala actitud tras beber, peor rendimiento en el trabajo, etc).
Como último escalón en gravedad nos encontramos con la “dependencia del alcohol”. Se caracteriza por la pérdida de control de la persona con respecto a la bebida. La persona con dependencia al alcohol, en muchas ocasiones, bebe para escapar de los síntomas físicos desagradables que le ocasiona la propia abstinencia del alcohol. Cada vez necesita más cantidad de alcohol para conseguir el efecto deseado (desinhibición, euforia, etc). Empiezan a sufrir consecuencias importantes para su salud (pérdidas de memoria, daño hepático, dificultad de concentración, etc). Además, y lo que es peor, el resto de su vida pasa a un segundo plano (la familia, los amigos, el trabajo, sus aficiones).
Diversos estudios muestran los beneficios del consumo moderado de alcohol para prevenir accidentes cardiovasculares. Sin embargo, estos efectos dibujan una curva en “J”, lo que significa que beber con moderación es más saludable que ser abstemio, pero que un consumo elevado multiplica el riesgo cardiovascular.
Tener conocimientos sobre los distintos tipos de consumo de alcohol tal vez nos ayude a identificar algunos patrones poco saludables de beber. El objetivo es ser más consciente de las consecuencias y riesgos de beber de forma excesiva, tomando así las medidas necesarias para poder disfrutar de un consumo responsable.
 

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