Concursos
Ya escribí hace unos años en relación a los concursos de la tele. En aquellos años este fenómeno tomaba especial importancia en la parrilla televisiva ya que el aumento de cadenas (hasta entonces habíamos tenido las dos de televisión española) propiciaba que se multiplicaran los contenidos y a la vez se diversificaran.
He de reconocer que en sus primeros momentos seguí con atención algunos de los concursos televisivos que generaban las cadenas, en especial el “Gran Hermano” que, por ser novedad y por el fenómeno sociológico que generaba propició que me tragara las dos primeras ediciones (pobre Mercedes Milá, cómo ha ido perdiendo credibilidad a lo largo de las ediciones para el mantenimiento de la audiencia).
El problema que tienen los concursos televisivos es que, con el paso de las ediciones, van aburriendo al público y han de ir introduciendo nuevos elementos, rozando cada vez más la intolerancia y el mal gusto. De eso sabe Telecinco y bien que lo explota.
Existen en la actualidad varios géneros de concursos (algunos de ellos con un alto grado de acierto), que complementan la creatividad y la cultura. Hay otros que solamente miran por el entretenimiento y también me parece bueno que se incluyan puesto que la televisión, no debe dejar de ser una vía de escape al entretenimiento.
Igualmente hay concursos en los que se busca ridículo del concursante y con los que ya no estoy tan acuerdo aunque entiendo que haya gente que no ponga reparos y permita ese trato con tal de chupar cámara...
Pero hay un tipo de concurso que me resulta insultante por la tomadura de pelo que conlleva. Se trata de los disfrazados como culturales, pero que en realidad no lo son.
Uno de los filones que están explotando ahora es el de los concursos de gastronomía, en los que buscan a los mejores cocineros y en el que, cualquiera que sepa de cocina, te dice que lo que menos se valora ahí es el saber del concursante y la elaboración del plato, primando otros elementos que nada tienen que ver con la cultura gastronómica.
Y lo que más me duele de todo es que el concurso de gala lo emite nuestra televisión pública financiado por todos nosotros.
Encima, amenazan en una burda copia de los referentes de Telecinco con crear una versión de famosillos. Un auténtico descalabro a un arte del que España goza siendo uno de los países punteros y al que estos programas hacen mucho daño.
Ya escribí hace unos años en relación a los concursos de la tele. En aquellos años este fenómeno tomaba especial importancia en la parrilla televisiva ya que el aumento de cadenas (hasta entonces habíamos tenido las dos de televisión española) propiciaba que se multiplicaran los contenidos y a la vez se diversificaran.
He de reconocer que en sus primeros momentos seguí con atención algunos de los concursos televisivos que generaban las cadenas, en especial el “Gran Hermano” que, por ser novedad y por el fenómeno sociológico que generaba propició que me tragara las dos primeras ediciones (pobre Mercedes Milá, cómo ha ido perdiendo credibilidad a lo largo de las ediciones para el mantenimiento de la audiencia).
El problema que tienen los concursos televisivos es que, con el paso de las ediciones, van aburriendo al público y han de ir introduciendo nuevos elementos, rozando cada vez más la intolerancia y el mal gusto. De eso sabe Telecinco y bien que lo explota.
Existen en la actualidad varios géneros de concursos (algunos de ellos con un alto grado de acierto), que complementan la creatividad y la cultura. Hay otros que solamente miran por el entretenimiento y también me parece bueno que se incluyan puesto que la televisión, no debe dejar de ser una vía de escape al entretenimiento.
Igualmente hay concursos en los que se busca ridículo del concursante y con los que ya no estoy tan acuerdo aunque entiendo que haya gente que no ponga reparos y permita ese trato con tal de chupar cámara...
Pero hay un tipo de concurso que me resulta insultante por la tomadura de pelo que conlleva. Se trata de los disfrazados como culturales, pero que en realidad no lo son.
Uno de los filones que están explotando ahora es el de los concursos de gastronomía, en los que buscan a los mejores cocineros y en el que, cualquiera que sepa de cocina, te dice que lo que menos se valora ahí es el saber del concursante y la elaboración del plato, primando otros elementos que nada tienen que ver con la cultura gastronómica.
Y lo que más me duele de todo es que el concurso de gala lo emite nuestra televisión pública financiado por todos nosotros.
Encima, amenazan en una burda copia de los referentes de Telecinco con crear una versión de famosillos. Un auténtico descalabro a un arte del que España goza siendo uno de los países punteros y al que estos programas hacen mucho daño.