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Martes, 17 de Agosto de 2010

Desde Portugal

Cuando acaba el curso escolar y el  termómetro empieza a subir, todos  estamos deseando  hacer un paréntesis en nuestra vida cotidiana.  Ese punto y aparte  lo hago  cada año al norte de  nuestro país vecino, cerca de Coimbra. Aquí estoy ahora, escribiendo este artículo, mirando como el sol se pone en medio del mar, justo cuando aquí anochece y empieza a amanecer en América. Es verdad que el agua es fría, pero el ambiente es cálido y acogedor, pues los portugueses conservan una cortesía y una dulzura que en buena parte de España se ha perdido hace tiempo. Me acaba de contar una amiga, que tiene dos hijos de padre portugués, que ellos le han enseñado a tomarse la vida como viene, a aceptar los hechos  sin exigencia y sin prisas. Compruebo a cada paso que esa es la filosofía que aquí se respira, por eso parece que  se vuelve atrás en el tiempo. Aquí he desarrollado un profundo respeto y admiración por nuestros vecinos lusos.
Por la mañana voy a estupendo mercado de abasto, con mariscos, flores y  unos tomates que  saben a gloria, como el resto de las verduras (hasta las zanahorias son más sabrosas), y las mujeres de los puestos me dan recetas  con una paciencia de santas, mientras me esfuerzo por entenderlas, porque el portugués no es tan fácil como suponía. En la raya todos pensamos que sabemos  este idioma, sin darnos cuenta de que en Elvás ¡siempre nos han hablado en español!!. Del resto de la comida, ni les cuento: los dulces, los pescados, las sopas…Además, hay puestos de frutos secos y grupos de folklore que cantan entre los puestos.  También maravillas  para visitar como el palacio de Busaco (con un jardín de cuento), el impresionante monasterio de Batalha o el sorprendente “Portugal dos Pequeninos”. Y en la playa, los “chapeus”, sombrillas  de rayas con un toldo alrededor para protegernos del viento. Solo con verlo, te olvidas de las crisis, estatutos, auditorías, bancos y bancas, y el resto de ese engranaje que nos tiene locos. 
Los portugueses  van siempre tranquilos, excepto cuando se montan en un coche, momento en que les entran unas prisas dignas de estudio. Por esas carreteras te adelantan auténticos kamikazes, que corren como locos para llegar cuanto antes a su destino….y relajarse como sólo ellos saben hacerlo. Curiosidades de la vida.
Portugal  es un buen sitio para descansar. Aquí hay que  venir sin  prisas, dejándose llevar, porque es imposible estresar a nuestros vecinos,  nos pongamos como nos pongamos. A mí me han contagiado y quería compartirlo con ustedes. Esta es  una  buena manera de recomponer la salud y el espíritu.  La pena de abrir el paréntesis de las vacaciones, es que llega un momento en que tienes que cerrarlos. Hasta el próximo verano.

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