Mary Sosa: la estrella del cante, Maruja de Montijo
La mirada de Mary se ilumina cuando habla por el micrófono de
Punto Radio, donde se realiza la entrevista, recordando sus tiempos de artista
y calmando sus nervios sólo con escuchar su propia voz.
Mary Sosa Sánchez, hija de
los parceleros Alfonso y María, nació en la calle Concepción Arenal de Montijo
hace 63 años. Madre soltera de Raúl y abuela de
Mónica, Marco y Mario. Lleva el
cante en la sangre desde siempre y persiguiendo su sueño se va a Madrid. Ha
paseado el nombre de Montijo por toda España y otras tierras.
Pregunta: ¿Cuándo decides
ser cantante?
Respuesta: A los 21 años le
dije a mi madre que quería ser cantante y si no me dejaba irme a Madrid me
tiraba al pozo. Era sólo una amenaza porque yo estaba bien sujeta para no
caerme. Mi padre quería que yo siguiera trabajando en el campo, pero a mi no me
gustaba. No tenía ni maleta. Cogí 500 pesetas y una caja de cartón para llevar
mis trapitos. Al taxista le dije “llévame donde paran los artistas” y me dejó
en la calle Concepción Jerónimo. Busqué una pensión barata y por la noche me
arreglé y bajé al Mesón “Toro Negro” donde se cantaba. Me tocaron un fandango y
quedaron impresionados por mi chorro de voz.
P: ¿Pasaste muchas
calamidades?
R: Pasé algunas pero no
muchas porque me di a conocer enseguida.
El primer contrato me lo
hizo, nada más ni nada menos, que “El Príncipe Gitano”. Y me fui a Salamanca a actuar al tablao flamenco” La
Herradura”. No tenía ni traje para actuar, su hija Flor de Córdoba me prestó
uno.
Entonces empecé a ganar
dinero y tendrías que ver con qué alegría y orgullo le mandé a mi madre el
primer giro de 300 ptas.
P: ¿Cuándo tiene nombre
artístico?
R: Al principio era sólo
María. En 1964 me examiné en el Teatro Calderón de Madrid para conseguir el Carnet Sindical Nacional de España. Sección
Social. Grupo de Circo. Variedad, Folklore. Antonio el Triguito me acompañó
a la guitarra. Fue emocionante. No ves a nadie en el teatro vacío, el jurado está
en los laterales. Canté a las 11 de la mañana y me salió perfecto. No era fácil
conseguirlo. Tenías que demostrar que valías para eso. Si no tenías el carnet
no podías trabajar. Estaba muy perseguido.
P: ¿Dónde actuabas?
R: Fui primera figura del
Ballet las Magnolias. Estuve en Zaragoza todo un año. No era fácil para una
mujer actuar tanto tiempo con éxito. Después me hicieron un contrato para
Canarias. En este tiempo ya era solista.
P: ¿Y en el extranjero?
R: Sí, también. Me fui con
los moros a Sahara y Argelia. Aquí formaba parte de un cuarteto. Actuábamos en
Salas de Fiesta con una orquesta india. Estaba deseando volver a España aunque
estuve muy contenta entre los árabes. Pasé cuatro meses como cuatro años.
P: ¿Recuerdas alguna anécdota?
R: El dueño no nos dejaba
venir. No nos dejaba traer el dinero. Quería que nos lo gastáramos allí. Pero
mi familia estaba en España y conseguimos engañarlo. Una compañera, en su moño
rubio, se escondió los billetes, grandes como sábanas, y los pasó hasta
Valencia.
P: ¿Por qué no conseguiste
el éxito como se merecía tu voz?
R: Me escuchó un gran
director de la tele. Me invitó a cenar y por primera vez fui a una Sala de
Fiestas. Cuando me llevó a casa pretendía otra cosa. Le dije, Yo he venido a
ser artista a costa de mi voz, no a costa de otra cosa. Me respondió, por ese
camino no llegarás a ser nadie. Y tuvo razón.
P: El vestuario es
fundamental, ¿cómo era?
R: Precioso, casi todo lo
que ganaba me lo gastaba en vestidos. Yo iba guapa en el escenario y por la
calle. Aún hoy llevo mis gafas grandes de sol como las artistas. Un traje me
costó 250.000 ptas. en el año 65. Para cada canción tenía uno distinto, batas
de cola, con miriñaques, de pedrerías… (Y se arranca a cantar con un torrente
de voz “La luna se está peinando”, haciendo un repaso por su repertorio)
P: ¿Lo conservas aún?
R: Tenía la ropa en un
baúl guardado en un almacén de Cullera pero con la inundación de la presa de
Tous se me estropeó. Los vestidos, los sombreros, todo. Y lo más importante,
las partituras adaptadas a mi voz que valían mucho porque se hacían los
arreglos con pluma y tinta.
P: Antes de irte a Madrid,
ya eras conocida en Montijo
R: Mi primer premio fue en
un concurso de radio Sindical de Badajoz cantando por teléfono. Anunciaban un
lote de sábanas y mantas, que me hubieran venido muy bien, pero cuando fui a
recogerlo a Almacenes David me dieron una copa muy pequeñita con la que me hice
una foto en la puerta de mi casa con mi familia. Era el año 62. Así comienzo a
actuar por la zona con la compañía de Morenito de Montijo
P: ¿Cómo decide volver a
su tierra?
R: Tenía una cafetería de
mi propiedad en Cullera, donde nació mi hijo. Me iba muy bien. Tenía un
encargado y hacía actuaciones en Benidorm, Valencia…Pero se me metió en los “cascos”
venirme a mi pueblo donde estaban mis padres ya mayores. Desde entonces no me
ha salido una cosa derecha. No puedo contar una cosa bonita de Montijo. Todo me
ha salido mal aquí. Tengo la moral por los suelos. Nadie se acuerda de Mary
Sosa
P: ¿Seguías cantando?
R: Sí, tenía una orquesta
con Carlín y otros durante 7 años pero luego se deshizo el grupo y no he vuelto
a actuar.
P: ¿Cómo subsiste hoy?
R: Me dio una trombosis
que me tiene la parte derecha dormida. Tengo una pensión no contributiva de 270
€, con la que pago el alquiler y poco más. Lo estoy pasando muy mal
económicamente.
P: ¿Qué querías haber sido
y no has logrado?
R: Una Rocío Jurado. Una
vez actué con ella y el padre de una amiga cronometró el tiempo de los aplausos
y me dijo: Marujín, han aplaudido más a Marujita de Montijo que a la Jurado. Soñaba
con volver rica a mi pueblo y comprarle a mi madre un abrigo de visón. Pero no
pudo ser, era muy “estrecha” para conseguir el éxito.
La mirada de Mary se ilumina cuando habla por el micrófono de Punto Radio, donde se realiza la entrevista, recordando sus tiempos de artista y calmando sus nervios sólo con escuchar su propia voz.
Mary Sosa Sánchez, hija de los parceleros Alfonso y María, nació en la calle Concepción Arenal de Montijo hace 63 años. Madre soltera de Raúl y abuela de Mónica, Marco y Mario. Lleva el cante en la sangre desde siempre y persiguiendo su sueño se va a Madrid. Ha paseado el nombre de Montijo por toda España y otras tierras.
Pregunta: ¿Cuándo decides ser cantante?
Respuesta: A los 21 años le dije a mi madre que quería ser cantante y si no me dejaba irme a Madrid me tiraba al pozo. Era sólo una amenaza porque yo estaba bien sujeta para no caerme. Mi padre quería que yo siguiera trabajando en el campo, pero a mi no me gustaba. No tenía ni maleta. Cogí 500 pesetas y una caja de cartón para llevar mis trapitos. Al taxista le dije “llévame donde paran los artistas” y me dejó en la calle Concepción Jerónimo. Busqué una pensión barata y por la noche me arreglé y bajé al Mesón “Toro Negro” donde se cantaba. Me tocaron un fandango y quedaron impresionados por mi chorro de voz.
P: ¿Pasaste muchas calamidades?
R: Pasé algunas pero no muchas porque me di a conocer enseguida.
El primer contrato me lo hizo, nada más ni nada menos, que “El Príncipe Gitano”. Y me fui a Salamanca a actuar al tablao flamenco” La Herradura”. No tenía ni traje para actuar, su hija Flor de Córdoba me prestó uno.
Entonces empecé a ganar dinero y tendrías que ver con qué alegría y orgullo le mandé a mi madre el primer giro de 300 ptas.
P: ¿Cuándo tiene nombre artístico?
R: Al principio era sólo María. En 1964 me examiné en el Teatro Calderón de Madrid para conseguir el Carnet Sindical Nacional de España. Sección Social. Grupo de Circo. Variedad, Folklore. Antonio el Triguito me acompañó a la guitarra. Fue emocionante. No ves a nadie en el teatro vacío, el jurado está en los laterales. Canté a las 11 de la mañana y me salió perfecto. No era fácil conseguirlo. Tenías que demostrar que valías para eso. Si no tenías el carnet no podías trabajar. Estaba muy perseguido.
P: ¿Dónde actuabas?
R: Fui primera figura del Ballet las Magnolias. Estuve en Zaragoza todo un año. No era fácil para una mujer actuar tanto tiempo con éxito. Después me hicieron un contrato para Canarias. En este tiempo ya era solista.
P: ¿Y en el extranjero?
R: Sí, también. Me fui con los moros a Sahara y Argelia. Aquí formaba parte de un cuarteto. Actuábamos en Salas de Fiesta con una orquesta india. Estaba deseando volver a España aunque estuve muy contenta entre los árabes. Pasé cuatro meses como cuatro años.
P: ¿Recuerdas alguna anécdota?
R: El dueño no nos dejaba venir. No nos dejaba traer el dinero. Quería que nos lo gastáramos allí. Pero mi familia estaba en España y conseguimos engañarlo. Una compañera, en su moño rubio, se escondió los billetes, grandes como sábanas, y los pasó hasta Valencia.
P: ¿Por qué no conseguiste el éxito como se merecía tu voz?
R: Me escuchó un gran director de la tele. Me invitó a cenar y por primera vez fui a una Sala de Fiestas. Cuando me llevó a casa pretendía otra cosa. Le dije, Yo he venido a ser artista a costa de mi voz, no a costa de otra cosa. Me respondió, por ese camino no llegarás a ser nadie. Y tuvo razón.
P: El vestuario es fundamental, ¿cómo era?
R: Precioso, casi todo lo que ganaba me lo gastaba en vestidos. Yo iba guapa en el escenario y por la calle. Aún hoy llevo mis gafas grandes de sol como las artistas. Un traje me costó 250.000 ptas. en el año 65. Para cada canción tenía uno distinto, batas de cola, con miriñaques, de pedrerías… (Y se arranca a cantar con un torrente de voz “La luna se está peinando”, haciendo un repaso por su repertorio)
P: ¿Lo conservas aún?
R: Tenía la ropa en un baúl guardado en un almacén de Cullera pero con la inundación de la presa de Tous se me estropeó. Los vestidos, los sombreros, todo. Y lo más importante, las partituras adaptadas a mi voz que valían mucho porque se hacían los arreglos con pluma y tinta.
P: Antes de irte a Madrid, ya eras conocida en Montijo
R: Mi primer premio fue en un concurso de radio Sindical de Badajoz cantando por teléfono. Anunciaban un lote de sábanas y mantas, que me hubieran venido muy bien, pero cuando fui a recogerlo a Almacenes David me dieron una copa muy pequeñita con la que me hice una foto en la puerta de mi casa con mi familia. Era el año 62. Así comienzo a actuar por la zona con la compañía de Morenito de Montijo
P: ¿Cómo decide volver a su tierra?
R: Tenía una cafetería de mi propiedad en Cullera, donde nació mi hijo. Me iba muy bien. Tenía un encargado y hacía actuaciones en Benidorm, Valencia…Pero se me metió en los “cascos” venirme a mi pueblo donde estaban mis padres ya mayores. Desde entonces no me ha salido una cosa derecha. No puedo contar una cosa bonita de Montijo. Todo me ha salido mal aquí. Tengo la moral por los suelos. Nadie se acuerda de Mary Sosa
P: ¿Seguías cantando?
R: Sí, tenía una orquesta con Carlín y otros durante 7 años pero luego se deshizo el grupo y no he vuelto a actuar.
P: ¿Cómo subsiste hoy?
R: Me dio una trombosis que me tiene la parte derecha dormida. Tengo una pensión no contributiva de 270 €, con la que pago el alquiler y poco más. Lo estoy pasando muy mal económicamente.
P: ¿Qué querías haber sido y no has logrado?
R: Una Rocío Jurado. Una vez actué con ella y el padre de una amiga cronometró el tiempo de los aplausos y me dijo: Marujín, han aplaudido más a Marujita de Montijo que a la Jurado. Soñaba con volver rica a mi pueblo y comprarle a mi madre un abrigo de visón. Pero no pudo ser, era muy “estrecha” para conseguir el éxito.