Echando la puli
No somos sino lo que hemos sido.
Somos envase de tiempo, tiempo acumulado. Lo que proyectamos será o no será. Lo
único cierto es el pasado, la única verdad. (Antonio García Barbeito).
Los flechas, arqueros
y cadetes en la estación esperando el tren para el campamento de Chipiona. El taxista José
Redondo. El economato de las Colonias Penitenciarias Militarizadas. Cándido
Gallardo que elaboraba lejías en la calleja de San Antonio. La bodega del
Mimbrero, en la calle de Moro. La taberna de Pepe y Herminio Serrano, en la
calle San Gregorio, donde hoy está el restaurante de Eusebio. Vito Caballero,
que vendía, en la calle de Arriba, vino de Calamonte. El secretario del
Ayuntamiento Nicomedes Durán Florencio, que era de la Roca. Domingo y Pedro Mela,
Antonio de la Fuente
y Juan Félix Barril, en la zapatería de Mela, en el Campo de la Iglesia, donde hoy está el
Costurero. El club ciclista El Pinchazo. La afición por el Montijo de las llamadas
hermanas Paquinas.
El crimen que cometieron contra el
pastor Luis Sánchez Romano, que aún, tras muchos años, sigue sin haberse esclarecido.
María Serrano, que fue durante algunos años la abuela de Montijo. El campo de
fútbol Santa María, donde hoy está el colegio Príncipe de Asturias. Manolo Guisado vendiendo pan por las casas. La higuera que había
en el patio de la escuela, en la calle Santa Ana, del maestro Julián Guzmán. El
bar de Bartolomé Guisado, frente al casino. El latero que arreglaba con estaño
las ollas, cacerolas y hervidores. Martín Garay
tarareando el himno nacional cuando ganaba una rápida al dominó, y Domingo
Pérez Véliz, Minguito, machando aceitunas en el bar de Juan Aunión, hoy bar
Dominó. La
Industrial Montijana. El pub
Syros, en la calle Gabriel y Galán. El Club Taurino.
Anastasio Molano dirigiendo la pisa de la bodega el Galgo. Antonio Fernández,
el mister, que dirigió varios equipos de fútbol, fue árbitro y organizaba
guateques.
El grupo de rock Tentación. El
médico José Correa. Los transportistas Benito Muñoz, Alra, Luis Moreno
Casablanca y los hermanos Benito y Manuel Martínez Casas. Las clases de filosofía
en el Instituto de Guillermo Rodríguez de Echeandía y Pouget, y las de
Formación del Espíritu Nacional de Antonio de Peralta Sosa. Los lazos blancos
en las mangas de las chaquetas de los niños de primera comunión. Echando la
puli, “Una puli de la mí, de picota de perdiz, pico pi, pico pa. Mi, sol, fa”.
La peluquería de Ángel Escorial, que estuvo primero en la esquina de la calle
de Papas con Carolina Coronado y después al final de la calle de Porras. El bar
de Luis Polo. Jugando a policías y ladrones. Jugando a pies quietos. La droguería de Pepe Casero, en el barrio de la Pringue.
“De Montijo, Vegas Bajas, alamedas junto al
río, el Cerro del Centinela y el Puente de los suspiros”; versos del guardia
civil Luis Martínez Terrón. Los hermanos
carpinteros Juan y Toribio Gragera. El álbum de cromos Caza Mayor, de
chocolates Kitin Nogueroles. José María Álvarez Cerro y su pasión por el
Barcelona. José Zama, en el mostrador del bar del casino. Juan Molina pinchando
discos en la discoteca Esmay 3. Juan Tejeda recitando, “Padre, esta mañana
cuando pasaba el tren parecía que decía: que te cojo, que te mato, que te pillo,
que te meto en una caja de cerillos”. Tomasa Rodríguez Gutiérrez, que vivía en
la calle Mérida y era matancera. María Carretero vendiendo por la calle queso
fresco, leche y verduras; primero con una burra y después con “Morena”, una
yegua que tiraba del carro, que tuvo un potro al que pusieron de nombre
“Amancio”, porque nació el día que el Madrid ganó la sexta copa de Europa. Las
pedreas en la carretera de La Puebla. El
dicho “Estás más boyao que la lata de un piconero”. El
padre Dimas coronando a la Juani
reina del Carnaval. La muestra del cuaderno de caligrafía “Mi mamá me
ama, amo a mi mamá”.
No somos sino lo que hemos sido. Somos envase de tiempo, tiempo acumulado. Lo que proyectamos será o no será. Lo único cierto es el pasado, la única verdad. (Antonio García Barbeito).
Los flechas, arqueros y cadetes en la estación esperando el tren para el campamento de Chipiona. El taxista José Redondo. El economato de las Colonias Penitenciarias Militarizadas. Cándido Gallardo que elaboraba lejías en la calleja de San Antonio. La bodega del Mimbrero, en la calle de Moro. La taberna de Pepe y Herminio Serrano, en la calle San Gregorio, donde hoy está el restaurante de Eusebio. Vito Caballero, que vendía, en la calle de Arriba, vino de Calamonte. El secretario del Ayuntamiento Nicomedes Durán Florencio, que era de la Roca. Domingo y Pedro Mela, Antonio de la Fuente y Juan Félix Barril, en la zapatería de Mela, en el Campo de la Iglesia, donde hoy está el Costurero. El club ciclista El Pinchazo. La afición por el Montijo de las llamadas hermanas Paquinas.
El crimen que cometieron contra el pastor Luis Sánchez Romano, que aún, tras muchos años, sigue sin haberse esclarecido. María Serrano, que fue durante algunos años la abuela de Montijo. El campo de fútbol Santa María, donde hoy está el colegio Príncipe de Asturias. Manolo Guisado vendiendo pan por las casas. La higuera que había en el patio de la escuela, en la calle Santa Ana, del maestro Julián Guzmán. El bar de Bartolomé Guisado, frente al casino. El latero que arreglaba con estaño las ollas, cacerolas y hervidores. Martín Garay tarareando el himno nacional cuando ganaba una rápida al dominó, y Domingo Pérez Véliz, Minguito, machando aceitunas en el bar de Juan Aunión, hoy bar Dominó. La Industrial Montijana. El pub Syros, en la calle Gabriel y Galán. El Club Taurino. Anastasio Molano dirigiendo la pisa de la bodega el Galgo. Antonio Fernández, el mister, que dirigió varios equipos de fútbol, fue árbitro y organizaba guateques.
El grupo de rock Tentación. El médico José Correa. Los transportistas Benito Muñoz, Alra, Luis Moreno Casablanca y los hermanos Benito y Manuel Martínez Casas. Las clases de filosofía en el Instituto de Guillermo Rodríguez de Echeandía y Pouget, y las de Formación del Espíritu Nacional de Antonio de Peralta Sosa. Los lazos blancos en las mangas de las chaquetas de los niños de primera comunión. Echando la puli, “Una puli de la mí, de picota de perdiz, pico pi, pico pa. Mi, sol, fa”. La peluquería de Ángel Escorial, que estuvo primero en la esquina de la calle de Papas con Carolina Coronado y después al final de la calle de Porras. El bar de Luis Polo. Jugando a policías y ladrones. Jugando a pies quietos. La droguería de Pepe Casero, en el barrio de la Pringue.
“De Montijo, Vegas Bajas, alamedas junto al río, el Cerro del Centinela y el Puente de los suspiros”; versos del guardia civil Luis Martínez Terrón. Los hermanos carpinteros Juan y Toribio Gragera. El álbum de cromos Caza Mayor, de chocolates Kitin Nogueroles. José María Álvarez Cerro y su pasión por el Barcelona. José Zama, en el mostrador del bar del casino. Juan Molina pinchando discos en la discoteca Esmay 3. Juan Tejeda recitando, “Padre, esta mañana cuando pasaba el tren parecía que decía: que te cojo, que te mato, que te pillo, que te meto en una caja de cerillos”. Tomasa Rodríguez Gutiérrez, que vivía en la calle Mérida y era matancera. María Carretero vendiendo por la calle queso fresco, leche y verduras; primero con una burra y después con “Morena”, una yegua que tiraba del carro, que tuvo un potro al que pusieron de nombre “Amancio”, porque nació el día que el Madrid ganó la sexta copa de Europa. Las pedreas en la carretera de La Puebla. El dicho “Estás más boyao que la lata de un piconero”. El padre Dimas coronando a la Juani reina del Carnaval. La muestra del cuaderno de caligrafía “Mi mamá me ama, amo a mi mamá”.