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Ángel Perea Díaz · Basauri | 130
Lunes, 04 de Marzo de 2013

Elegir suspenso · Ángel Perea Díaz · Basauri

Durante mi carrera tuve la suerte de conocer a un profesor que me enseñó más que superar la asignatura que impartía, algo que se da por sabido en el ejercicio de cualquier profesional pero que brilla por su ausencia en todos los campos de la vida pública en cualquier contexto mundial. Se trata de ser éticos, siendo honestos con nosotros mismos y por ende, así lo seremos con todo aquello que nos rodea. La propuesta de evaluación que tuvo fue que no iría a poner examen para evaluar a nadie sino que por el hecho de asistir a clase y hacer las prácticas de la asignatura tendríamos “un honroso” aprobado. La idea, que a primera vista era tan loable hubo detractores entre nosotros. Por ejemplo, quienes van por la matrícula de honor no les interesaba y a quienes por cualquier motivo no pudieran asistir regularmente a clase por motivos laborales o personal por casos de extremada y urgente necesidad no lo cubrirían. El hecho es que el precitado profesor dijo que su motivo fundamental era evitar a gente oportunista y que se aprendiera como “un papagallo” ya que la Universidad es un entorno que propicia el debate crítico algo que en el desempeño de cualquier profesión es fundamental tener en cuenta que ni hay verdad ni mentiras absolutas.

Con el tiempo quienes deseaban la matrícula de honor convencieron a buena parte de la clase para que hubiera un examen final, y el profesor accedió a la pretensión de prácticamente la totalidad de la clase. Cuando se hizo el examen sólo aprobaron de setenta personas, tres, y con calificaciones bajas por lo que el clima entre los compañeros fue de hostilidad hacia el profesor, hubo quienes pretendieron demandarlo para que lo de spidieran de la Universidad así que se formó una comitiva para la revisión del examen del que casi el 90% exigían la destitución y la repetición del examen mientras que el resto aceptaban deportivamente su suspenso acatando –si lo hubieran- las indicaciones del profesor para asimilar mejor sus clases magistrales. Finalmente, pese a los indignados reclamantes de una “universidad más democrática” se dieron de bruces al observar al profesor arropado por otros compañeros frente a un diez por ciento que si vieron cambios. Algo que aparentemente puede verse tan injusto refleja en verdad el escenario social más representativo de muchas sociedades en Occidente, muchos colectivos que por lograr lo que desean no escatiman en medios para lograr sus objetivos pero jamás se sientan a dialogar, a ponerse en el lugar del otro, aunque sea su “contrario”. Es preferible en ocasiones retirarse a tiempo, “suspender” para luego tener una segunda oportunidad; porque quienes no creen en nuevas oportunidades su mundo se acaba al primer intento por ello es vital escuchar con el oído y con el corazón “la verdad” del otro porque así es como se puede crear puentes de entendimiento en vez de crear más crisis.

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