Camarón, Virgilio y El Manotas
Taratachín, taratachero. ¡Son, son, sera, será, será…! Niño, que ha
llegado, que ya está aquí, que nos ha tocado el 13. ¿El trece tiene premio? No,
el Carnaval del 2013. Tirititrán, tran, tran, tirititrán, tran, trero, tiritití,
tirititrán, tran, tran…
Dice Su Majestad, ya lo dijo el año pasado, lo dice todos los años por
nochebuena, que “el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin último de toda sociedad
política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Toma, toma y toma objeto felicísimo del Gobierno de Su
Majestad, que lo que quiere es gutibamba, apure que te llene y súbete p’arriba corriendo
que viene Max Merkel, mister látigo, a enderezá a los miembros del chin pún. Sí,
hombre, a los que miran como trincan, trincan y trincan y vuelven a trincar.
Ellos dicen que no los enderezan ni las madres que ya me entienden. Bien lo
dijo quien lo tenía que decir ¡Bendito sea Noé, que plantó el primer sarmiento,
a uno les quita la sed y otros el entendimiento! Ooooooooolé por Noé. ¡Tarariiiiiiiiií!
Vamos a lo que hay que ir.
Mis queridos “Cazurros Romanos” han
decidido este año rememorar los bailes de antaño. ¡Toma ya! Esencia, memoria y
evocación que nos traen tan buenos recuerdos gracias a su patio particular de
las melancolías. El Disloque, Chacha, Arrancapelos, Serrucho, Modesto, La Perita, Las Jorge, La Pola, Maravillas, Evaristo,
y, en la feria, la caseta La
Invisible. ¡Joé, qué tiempos! Templos musicales en los que se
ejercitaba el divino y saludable achuchón y un ¡Ay madre, arrímate que voy! que
era gloria bendita para quien lo lograba. Sí te tocaba una que yo me sé, de
aquellos tiempos hablo y digo, conocida bajo el sobrenombre feliz de “La Ventosa”, la victoria no
es que estuviera asegurada, es que estaba aseguradísima. Cuando te subía la
temperatura, la jodía se daba cuenta y te apretaba aún más susurrándote al
oído: “Atácame león, atácame”; entonces salías del baile como Alfonso XII, que
no sabía a dónde iba.
Había días de tres sesiones:
matiné, tarde y noche. Un horario loco que aquella orquesta de Paco Camarón,
Virgilio y El Manotas, ellos se bastaban con un clarinete un saxo y una
batería, marcaba el compás de aquel horario loco, bajo el arrastre solemne y
glorioso de los pies de las parejas agarradas y bien agarradas, siguiendo las
notas de “España cañí”.
El pasodoble, los boleros, “El
cordón de mi corpiño, mi niño que no te lo puedo cortar”. El chachachá…“El
negro zumbón que repicaba la zambomba y llamaba a la mujer”. El mambo, el
bayón… “La vaca lechera”. Los piropos, “Mira que eres linda que preciosa eres,
verdad que en mi vida no he visto muñeca más linda que tú”. Y noches en las que
los relojes detenían el tiempo haciéndolas perpetuas, para que nunca ella se
fuera, ni amaneciera. Eran tiempos en los que las parejas bailaban abrazados,
buscando la verdad cierta de que “amar nunca es ridículo, se tenga la edad que
se tenga”. ¡Ah, el amor! ¡Qué bonito es estar enamorado!
Días de mambos, salsas, merengues,
valses, tangos y pasodobles. Entre ellos “Suspiros de España”, “El Relicario”,
“El Clavel”, “El gato montés” y “El Beso”. ¿El beso? Sí, el beso. ¡Alto ahí! Una
observación, no vaya usted, maestro, a olvidarse del “Si te quieres con el pico
divertir, cómprate un cucuruchito de maní”.
Y cuando aquello decaía, por el
control que las madres muy atentas y vigilantes ejercían sobre las hijas para
que éstas fueran recatadas e intactas al matrimonio, quienes muy seriamente
advertían alto, claro y despacio, “Ese no te conviene, que yo conozco de dónde
procede. Ese es forastero, así que ni hablar, que lo que viene es aprovecharse
y luego si te vi no me acuerdo. Así que ya lo sabes”. Entonces, una voz grave,
sería y profunda de presentador musical, anunciaba: “El bichito” ¡A bailar! Chacho,
qué tendría aquel bichito que volvía locas a las parejas.
Las cosas han cambiado. Aquellos
bailes han sido reconvertidos por el sistema. ¿El sistema? ¿Qué sistema? El
sistema que ahora tenemos, el de los recortes, los tijeretazos y la motosierra,
cuyo mandamiento principal se encierra en “El de la parte contratante de la
prima de riesgo que considera que el riesgo de la prima es de la parte
contratante”. Porque hoy la orquesta toca y ahora se bailan piezas y ritmos muy
diferentes. Basta con acudir a la súper conocida “Éramos poco y parió la
abuela” que toca todo lo tocable. Entre sus piezas más solicitadas se
encuentran “Trinca, manga y sal corriendo”, “Ere que te quiero Ere”, “La Merkel en carne viva”,
“Ojos que no ven, impuesto que te ponen”, “Vamos, niñas, la Chemí Lacó a cinco
euros”, “Botín, voy a ser más que rico que tú,
que tú y que tú”, “El meloná del tío Agapito” y “A Belén,
pastores, que aquí no hay trabajo” Aunque “Es
chica la que tenemos encima si la manta no aparece”, es una de la más solicitada,
solicitadísima.
Tras los años, la vieja memoria
sentimental nos trae, gracias a nuestros “Cazurros Romanos”, recuerdos y tiempos.
Tiempos distintos, otros tiempos muy diferentes a los de ahora. Aquellos de
cuando las jóvenes, subidas en unos tacones, gustaban de mirarse y retocarse
los labios, en los espejos del baile de Cuellar, esperando que les llegase un
novio. Mientras en el salón se escuchaba “Amapola, lindísima amapola, cómo
puedes tú vivir tan sola”.
Este artículo ha sido publicado en
la Revista “La BBC Orquesta. Bodas, bautizos y
comuniones”, del Carnaval 2013 de la Asociación Cultural
“Cazurros Romanos” de Mérida que este año cumple el 30 aniversario de su
fundación.
Taratachín, taratachero. ¡Son, son, sera, será, será…! Niño, que ha llegado, que ya está aquí, que nos ha tocado el 13. ¿El trece tiene premio? No, el Carnaval del 2013. Tirititrán, tran, tran, tirititrán, tran, trero, tiritití, tirititrán, tran, tran…
Dice Su Majestad, ya lo dijo el año pasado, lo dice todos los años por nochebuena, que “el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin último de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”. Toma, toma y toma objeto felicísimo del Gobierno de Su Majestad, que lo que quiere es gutibamba, apure que te llene y súbete p’arriba corriendo que viene Max Merkel, mister látigo, a enderezá a los miembros del chin pún. Sí, hombre, a los que miran como trincan, trincan y trincan y vuelven a trincar. Ellos dicen que no los enderezan ni las madres que ya me entienden. Bien lo dijo quien lo tenía que decir ¡Bendito sea Noé, que plantó el primer sarmiento, a uno les quita la sed y otros el entendimiento! Ooooooooolé por Noé. ¡Tarariiiiiiiiií! Vamos a lo que hay que ir.
Mis queridos “Cazurros Romanos” han decidido este año rememorar los bailes de antaño. ¡Toma ya! Esencia, memoria y evocación que nos traen tan buenos recuerdos gracias a su patio particular de las melancolías. El Disloque, Chacha, Arrancapelos, Serrucho, Modesto, La Perita, Las Jorge, La Pola, Maravillas, Evaristo, y, en la feria, la caseta La Invisible. ¡Joé, qué tiempos! Templos musicales en los que se ejercitaba el divino y saludable achuchón y un ¡Ay madre, arrímate que voy! que era gloria bendita para quien lo lograba. Sí te tocaba una que yo me sé, de aquellos tiempos hablo y digo, conocida bajo el sobrenombre feliz de “La Ventosa”, la victoria no es que estuviera asegurada, es que estaba aseguradísima. Cuando te subía la temperatura, la jodía se daba cuenta y te apretaba aún más susurrándote al oído: “Atácame león, atácame”; entonces salías del baile como Alfonso XII, que no sabía a dónde iba.
Había días de tres sesiones: matiné, tarde y noche. Un horario loco que aquella orquesta de Paco Camarón, Virgilio y El Manotas, ellos se bastaban con un clarinete un saxo y una batería, marcaba el compás de aquel horario loco, bajo el arrastre solemne y glorioso de los pies de las parejas agarradas y bien agarradas, siguiendo las notas de “España cañí”.
El pasodoble, los boleros, “El cordón de mi corpiño, mi niño que no te lo puedo cortar”. El chachachá…“El negro zumbón que repicaba la zambomba y llamaba a la mujer”. El mambo, el bayón… “La vaca lechera”. Los piropos, “Mira que eres linda que preciosa eres, verdad que en mi vida no he visto muñeca más linda que tú”. Y noches en las que los relojes detenían el tiempo haciéndolas perpetuas, para que nunca ella se fuera, ni amaneciera. Eran tiempos en los que las parejas bailaban abrazados, buscando la verdad cierta de que “amar nunca es ridículo, se tenga la edad que se tenga”. ¡Ah, el amor! ¡Qué bonito es estar enamorado!
Días de mambos, salsas, merengues, valses, tangos y pasodobles. Entre ellos “Suspiros de España”, “El Relicario”, “El Clavel”, “El gato montés” y “El Beso”. ¿El beso? Sí, el beso. ¡Alto ahí! Una observación, no vaya usted, maestro, a olvidarse del “Si te quieres con el pico divertir, cómprate un cucuruchito de maní”.
Y cuando aquello decaía, por el control que las madres muy atentas y vigilantes ejercían sobre las hijas para que éstas fueran recatadas e intactas al matrimonio, quienes muy seriamente advertían alto, claro y despacio, “Ese no te conviene, que yo conozco de dónde procede. Ese es forastero, así que ni hablar, que lo que viene es aprovecharse y luego si te vi no me acuerdo. Así que ya lo sabes”. Entonces, una voz grave, sería y profunda de presentador musical, anunciaba: “El bichito” ¡A bailar! Chacho, qué tendría aquel bichito que volvía locas a las parejas.
Las cosas han cambiado. Aquellos bailes han sido reconvertidos por el sistema. ¿El sistema? ¿Qué sistema? El sistema que ahora tenemos, el de los recortes, los tijeretazos y la motosierra, cuyo mandamiento principal se encierra en “El de la parte contratante de la prima de riesgo que considera que el riesgo de la prima es de la parte contratante”. Porque hoy la orquesta toca y ahora se bailan piezas y ritmos muy diferentes. Basta con acudir a la súper conocida “Éramos poco y parió la abuela” que toca todo lo tocable. Entre sus piezas más solicitadas se encuentran “Trinca, manga y sal corriendo”, “Ere que te quiero Ere”, “La Merkel en carne viva”, “Ojos que no ven, impuesto que te ponen”, “Vamos, niñas, la Chemí Lacó a cinco euros”, “Botín, voy a ser más que rico que tú, que tú y que tú”, “El meloná del tío Agapito” y “A Belén, pastores, que aquí no hay trabajo” Aunque “Es chica la que tenemos encima si la manta no aparece”, es una de la más solicitada, solicitadísima.
Tras los años, la vieja memoria sentimental nos trae, gracias a nuestros “Cazurros Romanos”, recuerdos y tiempos. Tiempos distintos, otros tiempos muy diferentes a los de ahora. Aquellos de cuando las jóvenes, subidas en unos tacones, gustaban de mirarse y retocarse los labios, en los espejos del baile de Cuellar, esperando que les llegase un novio. Mientras en el salón se escuchaba “Amapola, lindísima amapola, cómo puedes tú vivir tan sola”.
Este artículo ha sido publicado en la Revista “La BBC Orquesta. Bodas, bautizos y comuniones”, del Carnaval 2013 de la Asociación Cultural “Cazurros Romanos” de Mérida que este año cumple el 30 aniversario de su fundación.