Martes, 09 de Diciembre de 2025

Actualizada Martes, 09 de Diciembre de 2025 a las 14:00:58 horas

Mario López Sánchez, Vocal de Piratas de Extremadura · Montijo | 346
Viernes, 25 de Enero de 2013

Gabriel y su historia (contada desde el punto de vista de un ciudadano) · Mario López Sánchez, Vocal de Piratas de Extremadura · Montijo

Todos tenemos padre. Y todos amamos a nuestros padres. Por eso entiendo la gesta del señor Jesús Carretero: Hijo del antiguo jefe de la policía local —Gabriel Carretero— y hoy suspendido en su cargo por distintas imputaciones delictivas aun por dirimir, el vástago se debate en una guerra epistolar para defender el honor de la familia. Pero amigo Jesús, aunque tu gesto te honra, no tiene más trascendencia y significado que la expresión del amor paterno-filial lógico, aunque como podrás comprender, no exime de culpa.

Las historias se cuentan, unas veces en primera persona, otras en tercera. E incluso hay escritores que se atreven con la segunda persona, la más difícil de hilar. En este caso el hijo se lanza a la piscina escribiendo en primera persona, pero olvidando su regla de oro: con esta técnica el que cuenta la historia no puede tratar la temática como un Dios que todo lo ve, dirimiendo las cuestiones como si hubiese estado allí, en el lugar de los hechos. Para eso habría sido mejor decantarse por la tercera persona, que permite la abstracción. Es imprescindible que entienda que cuando algo se cuenta en primera persona, el redactor solo puede ceñirse a lo que se supone que observó, sin desviarse lo más mínimo. De lo contrario corre el riesgo de parecer inverosímil y arbitrario. Jesús habla de los actos de su padre como si los hubiera vivido. El pobre chico, arrastrado por el amor, cree a pie juntillas las conversaciones de mesa de salón, con café y bollos. Obvia que quizá su padre pueda mentir, y que quizá los Reyes Magos no existan.

Yo también quiero contar parte de esta historia, pues estuve presente en algún que otro acto. Y además lo voy a hacer en primera persona, como el vástago ofendido. Solo que cuidaré de contar exclusivamente lo que vi y lo que viví:

Voy a empezar por el final, hablando un poco de las cartas que he leído estos días, donde se esgrime una defensa hacia Gabriel Carretero basada únicamente en la lentitud e ineptitud del “sistema” y de los denunciantes, tan característico en nuestra España de políticos mediocres, que en su cuestionable ejercicio entorpecen la separación real entre el poder legislativo y judicial.

No se habla de una sentencia absolutoria, sino de errores procesales, que benefician al acusado. Aun así hay un tema, quizá el más importante, que el hijo se niega a tratar, y dice textualmente que hablará de él más adelante, cuando todo quede resuelto.

Por tanto voy a plantearle a Jesús Carretero un par de preguntas, que en vista de los acontecimientos creo importante despejar. ¿Es cierto o no es cierto que el tema que prefieres dejar bajo la manta no es otro que un supuesto delito de prevaricación, basado en la retirada de denuncias de tráfico con criterios arbitrarios? O dicho de otro modo ¿no se le acusa a tu padre de comportarse supuestamente como un cacique con placa, que a su criterio (o al de la alcaldía) daban curso o no a las sanciones de tráfico interpuestas por otros compañeros? Pregunto porque es de lo que se habla, se dice y se comenta. Y como ciudadano estoy realmente interesado en saber los argumentos de la denuncia.

Dicho esto planteo mi segunda cuestión. ¿Es o no es cierto que el abogado de su padre se está centrando, supuestamente, en los errores procesales que pudieren darse en el caso, para así conseguir la absolución, ya que las pruebas contra su cliente son ciertamente contundentes?

Tras estas interrogantes fundamentales, que espero sean contestadas, es hora de retrotraerme en el tiempo y contar mi experiencia personal con el personaje en cuestión.
Dice el señor Jesús Carretero que su padre nunca gozó del favor de ningún gobierno municipal, como por el contrario ahora disfruta el señor Cupido. Pues bien, esto es taxativamente falso y no puede estar más lejos de la realidad. Los datos que a continuación voy a detallar demuestran fehacientemente que el señor Gabriel, y antiguo jefe de la policía local, entabló una relación laboral con la exalcaldesa Mercedes Molina impropia en tiempos de democracia.

Como muchos otros ciudadanos (máxime si se trataba de comerciantes locales) yo estaba muy preocupado por las actividades que se llevaban a cabo en los mercados ambulantes y su absoluta falta de control municipal. Durante varios meses estuve advirtiéndole a la alcaldía de las irregularidades detectadas, y de que el cuerpo de policía local se negaba a cumplir con sus obligaciones. Fueron varias las comunicaciones que envié a comisión de gobierno, y que no recibieron respuesta, hasta que un día me encontré con una sorpresa inesperada: El gobierno municipal decidió pronunciarse, pero curiosamente no fue bajo el nombre del máximo responsable político, sino que se le permitió al señor Gabriel Carretero (entonces jefe de la policía local) redactar palabra por palabra el contenido de la respuesta de gobierno, y que se dirigía concretamente a mi persona.

Es posible que algunos lectores no entiendan la gravedad de este hecho. Para que se hagan una idea; la comisión de gobierno es un “ente” político, que en todo caso puede solicitar informes a la policía local sobre temas concretos, ya sean bajo solicitud de la ciudadanía o bajo solicitud propia. Bajo esos informes la comisión de gobierno redactaría sus conclusiones, que en teoría se ven complementadas por un criterio técnico. En ningún caso, a no ser que nos encontráramos en una dictadura militar, las fuerzas de seguridad del estado tiene la más mínima potestad para dirigirse a un ciudadano que solicita una respuesta política a los órganos de gobierno. Si esto sucede, como fue el caso, solo queda patente una  enfermiza e inmoral manera de entender la relación que debe existir entre la alcaldía (representante de la voluntad popular) y las fuerzas del orden (subordinados de la alcaldía).

Este asunto en realidad solo acaba de empezar. Tras la respuesta del jefe de policía, que aún conservo en mi poder, decido volver a dirigirme a comisión de gobierno. Solo que más enfadado y advirtiendo que en caso de que la alcaldía continuara en su actitud, los demandaría a ellos y al cuerpo de policía por flagrante dejación de funciones.

Aunque la mayoría conozcáis la historia, hoy voy a desvelar algunos datos que se os pueden resultar curiosos: Había transcurrió una semana desde que mi nueva carta dirigida a la comisión de gobierno llegara a dependencias municipales. Era jueves, y como todos los días bajé de mi casa camino de la tienda de Calzados. Entonces, mientras caminaba con mi mujer rambla abajo, un grupo de vendedores ambulantes nos rodea con cara de pocos amigos. Unos pasos más arriba un par de agentes locales observan la escena entre risas. Los vendedores ambulantes me increpan mostrándome un documento, que tras una visual me percato que es el documento que yo había enviado a comisión de gobierno. Los dos policías, a pesar de que mi mujer y yo nos encontrábamos en una situación ciertamente peligrosa, no hicieron absolutamente nada. ¿Sospechosos? Bueno, pues si tenemos en cuenta de que el documento en cuestión se había repartido por todo el mercado ambulante, que era un documento oficial que no puede trascender más allá de la comisión de gobierno, que me identificaba con todos los datos personales (vivienda, teléfono, DNI …), que en él se trataban temas sensibles constitutivos de delitos graves por parte de terceras personas, y que la policía era consciente de todo ello, la cosa pues adquiere tintes dramáticos de cine negro. ¿Por qué cuento esto? Paciencia, enseguida llegamos.

Como pueden imaginar denuncié el caso en los tribunales. Igualmente, y tras ciertas presiones de la oposición y los medios, la exalcaldesa Mercedes Molina dice que iniciará una comisión de investigación para dilucidar lo ocurrido. El juicio se alarga. Pero llegan las conclusiones. Queda demostrado que el documento salió del municipio, pero el juez dice no poder identificar al autor material.

Resulta que desde la oficina de registro el documento fue trasladado a secretaría, y que secretaría le dio curso a alcaldía, y que alcaldía, a su vez, se lo entregó a un policía de puerta, que este, igualmente, le dio traslado a la “jefatura de la policía local”, para que supuestamente se investigara la veracidad de lo que yo decía.

La cosa es que desde que el policía de puerta recoge el documento, hasta que es entregado en la jefatura, transcurren 24 horas. ¿Tanto tiempo en ir de un edificio a otro? Justo al día siguiente aparecen las fotocopias en el mercado ambulante. Si a eso le añadimos que recibí una respuesta anterior de la policía local tachándome de mentiroso, y que además la exalcaldesa permitió la injerencia del “jefe del cuerpo” en temas políticos, pues no es de extrañar que se susciten ciertas sospechas.

En fin, que el juicio acabó en un “no sabemos quién ha sido” y por lo tanto te jodes. ¿Podría haber iniciado un proceso legal para pedir responsabilidades subsidiarias? Por su puesto que debería haberlo hecho. Pero este es otro tema que trataremos en otro momento, y que tiene que ver con abogados y zaragallas varias.

En medio de la refriega judicial me encuentro con más sorpresas, como no podía ser de otra forma. Al parecer esa comisión de investigación, que la exalcaldesa Mercedes Molina dijo que iba a realizar, jamás se llevó a cabo. Se corrió un tupido velo durante años, se entorpeció la labor de la justicia, y sobre todo se cachondearon de un ciudadano y de un delito grave contra su seguridad, y que se había cometido desde las instituciones públicas.  La figura política protegió con un descaro fuera de toda duda a las fuerzas de seguridad que pudieran estar implicadas en el asunto, y que como hemos dicho estaban bajo el mando del señor Gabriel Carretero.

El Jefe de policía nuevamente aparece como inocente, por falta de pruebas. Y ya saben lo que esto significa en nuestra España, con un sistema judicial y un colegio de abogados de “impecable valía y alta profesionalidad”.

La época en la que el señor Gabriel Carretero estuvo al frente de la policía local en Montijo, fue el periodo de tiempo más oscuro que el cuerpo ha conocido. La profesionalidad de muchos buenos agentes se ensombreció de forma sistémica. La cuestión es que sucedió, como hoy queda patente. Falta dilucidar si fue una “casualidad” o fue una “causalidad”.

A lo dicho podría incluir la persecución a la que fue sometido mi negocio de hostelería, que llegó a concentrar todas las acciones de una noche de sábado por parte de la patrulla de guardia y bajo la orden de Gabriel. Y ya saben como era mi restaurante, un tugurio de drogadictos y maleantes, donde se sucedían las quejas vecinales y las broncas. O al menos esa es la visión que debía tener el señor Jefe de la policía local. (Para los profanos, decirles que mi negocio jamás recibió una sola denuncia de nadie, que jamás fue objeto de sanción administrativa por ruidos o disturbios, que era un restaurante que cerraba su cocina a las 12 de la noche, y que cumplía escrupulosamente las normas de convivencia y salubridad, como siempre ha quedado patente)

Pero dejemos de hablar de mí. El señor Gabriel Carretero consiguió que algunos de sus compañeros se sintieran acosados en el trabajo, y sobre todo se granjeó la fama popular de ser uno de los agentes más arbitrarios en sus funciones que han pasado por el pueblo de Montijo. De hecho está imputado por este delito, y por otros tantos.

Su hijo, en la defensa que hemos podido leer todos, ataca no solo a el gobierno denunciante, sino que carga también contra parte del cuerpo, llamándolos manzanas podridas y no se cuentas cosas más. Se respira buen rollito ¿verdad? Jesús Carretero, lejos de ser objetivo, se ciega con las lágrimas del amor, e ignora que el trabajo policial que hoy se realiza en Montijo está muy por encima, tanto en profesionalidad como el limpieza moral, al que se realizaba cuando su padre se encargaba de dar las órdenes. Y no digo que todo sea perfecto y maravilloso. Los actuales agentes saben que no es así, y son muy conscientes de que soy un ojo crítico con pocos pelos en la lengua, que seguirá diciendo muy alto lo que considero susceptible de ser mejorado.

La pena es que nuestro gobierno municipal, a pesar de ser parte de la causa contra Gabriel, no parece muy empeñado en hacer su trabajo y agilizar el proceso. Son varias ya las cagadas “procesales”, y si esto sigue así volveremos a encontrarnos con lo de siempre; un imputado inocente y un pueblo de “inocentes-inocentes”.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.