Buscando la felicidad
Definir la felicidad no es nada fácil, depende de la valoración que le demos cada uno a nuestros momentos emocionales. Hay personas que son felices y ni siquiera se han planteado porque lo son, presienten que todo les va bien y no entran en más detalles; otros en cambio buscan la felicidad en cada momento de su vida y siempre tiene el presentimiento que sigue sin disfrutar de ella y hay otro grupo de personas que tienen todo lo necesario para ser felices (familia, salud, trabajo…) y sin embargo no lo son. No valoran lo que tienen y necesitan perderlo para empezar a valorarlo.
Definir la felicidad es bastante complejo porque posiblemente cada uno de
nosotros tenemos nuestro propio concepto sobre ella y mirad hasta qué punto
puede ser complejo e irracional que muchos son felices provocando infelicidad.
Existen grandes definiciones, Goethe, por ejemplo, la definía
maravillosamente: “El
hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás
y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio”. Como definición perfecta, como realidad poco probable.
Pearl S. Buck escribió algo muy certero
sobre la felicidad: “Muchas personas se
pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”. Y es
verdad, malgastamos nuestros pequeños momentos de alegría esperando esa gran
felicidad que nunca llega. Estamos tan ansiosos por ser felices que podíamos
serlo con esos momentos entrañables que no sabemos valorar. Los fugaces instantes felices, la mayoría de
las veces, los disfrutamos en tiempo pasado porque ¿Quién no ha pensado lo poco
que disfrutamos de una situación o momento de felicidad cuando lo estás vivido
y tienes que perderlo para darte cuenta de lo hermoso que fue? ¡Deberíamos
disfrutar cada momento de nuestra vida, por insignificante que nos parezca,
porque esos pequeños momentos son valiosísimas ráfagas de felicidad que no
podemos dejar escapar… y sobre todo cuando hay tanta gente lanzando infelicidad
contra nuestras vidas.
Entre las definiciones que he leído,
una de mis favoritas la escribió Françoise Sagan: “La felicidad para mí consiste en gozar de buena salud, en dormir sin
miedo y despertarme sin angustia”.
Yo esto lo firmaría porque si tenemos la suerte de tener salud, dormimos
sin miedo porque tenemos la conciencia tranquila y nos despertamos sin
angustia, simplemente porque hemos intentado ser honestos con nuestros
semejantes y con nosotros mismos… estamos a un paso de ser una persona feliz
pero por desgracia, existen muchos seres humanos incapaces de hacer el bien y a
estos los definió Voltaire perfectamente: “Hay
gente que busca la felicidad como un borracho busca su casa, sabe que existe
pero no la encuentra”. ¿Y sabéis
porque no la encuentran? ¡Están demasiado pendiente de la infelicidad de los demás!.
Definir la felicidad no es nada fácil, depende de la valoración que le demos cada uno a nuestros momentos emocionales. Hay personas que son felices y ni siquiera se han planteado porque lo son, presienten que todo les va bien y no entran en más detalles; otros en cambio buscan la felicidad en cada momento de su vida y siempre tiene el presentimiento que sigue sin disfrutar de ella y hay otro grupo de personas que tienen todo lo necesario para ser felices (familia, salud, trabajo…) y sin embargo no lo son. No valoran lo que tienen y necesitan perderlo para empezar a valorarlo.
Definir la felicidad es bastante complejo porque posiblemente cada uno de nosotros tenemos nuestro propio concepto sobre ella y mirad hasta qué punto puede ser complejo e irracional que muchos son felices provocando infelicidad.
Existen grandes definiciones, Goethe, por ejemplo, la definía maravillosamente: “El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio”. Como definición perfecta, como realidad poco probable.
Pearl S. Buck escribió algo muy certero sobre la felicidad: “Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”. Y es verdad, malgastamos nuestros pequeños momentos de alegría esperando esa gran felicidad que nunca llega. Estamos tan ansiosos por ser felices que podíamos serlo con esos momentos entrañables que no sabemos valorar. Los fugaces instantes felices, la mayoría de las veces, los disfrutamos en tiempo pasado porque ¿Quién no ha pensado lo poco que disfrutamos de una situación o momento de felicidad cuando lo estás vivido y tienes que perderlo para darte cuenta de lo hermoso que fue? ¡Deberíamos disfrutar cada momento de nuestra vida, por insignificante que nos parezca, porque esos pequeños momentos son valiosísimas ráfagas de felicidad que no podemos dejar escapar… y sobre todo cuando hay tanta gente lanzando infelicidad contra nuestras vidas.
Entre las definiciones que he leído, una de mis favoritas la escribió Françoise Sagan: “La felicidad para mí consiste en gozar de buena salud, en dormir sin miedo y despertarme sin angustia”. Yo esto lo firmaría porque si tenemos la suerte de tener salud, dormimos sin miedo porque tenemos la conciencia tranquila y nos despertamos sin angustia, simplemente porque hemos intentado ser honestos con nuestros semejantes y con nosotros mismos… estamos a un paso de ser una persona feliz pero por desgracia, existen muchos seres humanos incapaces de hacer el bien y a estos los definió Voltaire perfectamente: “Hay gente que busca la felicidad como un borracho busca su casa, sabe que existe pero no la encuentra”. ¿Y sabéis porque no la encuentran? ¡Están demasiado pendiente de la infelicidad de los demás!.




















