A Joaquín Pajuelo · Lucas Ávila · Montijo
Paso a diario por la plaza y noto la ausencia. Sus pasos
relajados traslucen una conversación intranscendente. Diariamente su presencia
junto a un número determinado de paseantes, fieles compañeros de paseo, con las
primeras horas del alba, comenzaba a dar vida a la plaza, como abriendo el
camino a una jornada que se supondría intensa, pero que a primeras horas
de la mañana todavía se sentía dormida.
Todo esto hacía transcendental un momento que por
si mismo carecía de mayor relevancia. Un caminar pausado de lado a lado del
paseo, un paseo despoblado en tan temprana hora, hacía mas intenso ese momento
a los ojos de los que cruzábamos por el lugar.
Paso a diario por la plaza y noto la ausencia. Sus pasos relajados traslucen una conversación intranscendente. Diariamente su presencia junto a un número determinado de paseantes, fieles compañeros de paseo, con las primeras horas del alba, comenzaba a dar vida a la plaza, como abriendo el camino a una jornada que se supondría intensa, pero que a primeras horas de la mañana todavía se sentía dormida.
Todo esto hacía transcendental un momento que por si mismo carecía de mayor relevancia. Un caminar pausado de lado a lado del paseo, un paseo despoblado en tan temprana hora, hacía mas intenso ese momento a los ojos de los que cruzábamos por el lugar.






















