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Julia Coco Castón | 87
Lunes, 03 de Septiembre de 2012

Baudelaire 145 años después · Julia Coco Castón · Montijo

“Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama noblemente necesidad de amar”. (Charles Baudelaire)

Un 31 de Agosto de 1867 dejó este mundo “el poeta maldito”. El poeta de mayor impacto en el simbolismo francés, Charles Baudelaire. En la época decadente que le tocó vivir, escandalizó a todo París. La publicación de Las flores del mal, en 1857, acabó de desatar la violenta polémica gestada en torno a su persona. Los poemas (las flores) fueron considerados «ofensas a la moral pública y las buenas costumbres» y por eso fue procesado. Ante tales acusaciones Baudelaire respondió:

“Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.”

Y es que, ya dice el refrán: el que no sabe es como el que no ve.  Pero “Consentir que nos condecoren es reconocer al Estado el derecho de juzgarnos, ilustrarnos, etc.” 

El fin de agosto coincide con la vuelta de las vacaciones. Obligado derecho que el que no lo goza se queja de no tener. Y el poeta lo consuela:

“Para trabajar basta estar convencido de una cosa: que trabajar es menos aburrido que divertirse.”

Y como broche, en tiempos difíciles no olvidemos la templanza, que

“El Odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed con la bebida”.

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