Hasta siempre amigos · Nuria Moreno · Psicóloga de AEXPE · Montijo
Cuando escuché la noticia sobre el fallecimiento de dos compañeros de la Asociación de Espondilitis Anquilosante (AEXPE), Joaquín y Pablo, sentí una impresión terrible, seguida de dolor y confusión; sentí extrañeza por el hueco inconsolable que van a dejar en nuestra alma y también tristeza al imaginar como se sentirían sus familiares.
Después, me enteré que en el caso de uno de ellos, concretamente Joaquín, su familia ha vivido este durísimo trance con más templanza, debido a la intensa preparación, tanto física como psicológica con la que él contaba en su haber y también a la intensa dedicación con la que él preparó a sus familiares, acerca del eficaz manejo de las sit uaciones emocionales, con las que en breve iban a enfrentarse.
Increíble eficacia, perfecta lección de dominio de las emociones, para hacer de esas últimas horas, tiempo menos trágico y más llevadero para sus familiares, conocidos, amigos y miembros de las dos asociaciones a las que estaba adscrito.
¡Menuda lección de valentía al afrontar de esta forma tan humilde, con tanta naturalidad y libre de estridencias, este nuevo brote!
Quizás por su cargo de presidente de la A.E.C.C, él ha sabido transmitir a sus familiares, igual que tantas veces lo hizo con las personas que se acercaron perdidas y sin consuelo a su asociación, esa sensación de comprensión, de calor, de protección y de solidaridad que lleva implícita la garantía de que se va a hacer todo lo posible por solventar el sufrimiento psicológico de cada persona afectada y al mismo tiempo, la vida le ha devuelto ese calor en el momento que él más lo ha necesitado.
Todos han sido conscientes de la discrepancia o del conflicto interno que siente un enfermo convaleciente de esta enfermedad al padecerla, pues él ha sabido compartir sus conocimientos con su familia y de forma equivalente ha sido un gran apoyo para ellos, al enseñarles a sobrellevar este duro golpe.
Joaquín se ha ido rodeado de aceptación y de sosiego. Sólo los pacientes que han podido superar sus miedos y debilidades son capaces de llegar a este nivel de autodominio, de entereza, de paz y de dignidad.
Cuando escuché la noticia sobre el fallecimiento de dos compañeros de la Asociación de Espondilitis Anquilosante (AEXPE), Joaquín y Pablo, sentí una impresión terrible, seguida de dolor y confusión; sentí extrañeza por el hueco inconsolable que van a dejar en nuestra alma y también tristeza al imaginar como se sentirían sus familiares.
Después, me enteré que en el caso de uno de ellos, concretamente Joaquín, su familia ha vivido este durísimo trance con más templanza, debido a la intensa preparación, tanto física como psicológica con la que él contaba en su haber y también a la intensa dedicación con la que él preparó a sus familiares, acerca del eficaz manejo de las sit uaciones emocionales, con las que en breve iban a enfrentarse.
Increíble eficacia, perfecta lección de dominio de las emociones, para hacer de esas últimas horas, tiempo menos trágico y más llevadero para sus familiares, conocidos, amigos y miembros de las dos asociaciones a las que estaba adscrito.
¡Menuda lección de valentía al afrontar de esta forma tan humilde, con tanta naturalidad y libre de estridencias, este nuevo brote!
Quizás por su cargo de presidente de la A.E.C.C, él ha sabido transmitir a sus familiares, igual que tantas veces lo hizo con las personas que se acercaron perdidas y sin consuelo a su asociación, esa sensación de comprensión, de calor, de protección y de solidaridad que lleva implícita la garantía de que se va a hacer todo lo posible por solventar el sufrimiento psicológico de cada persona afectada y al mismo tiempo, la vida le ha devuelto ese calor en el momento que él más lo ha necesitado.
Todos han sido conscientes de la discrepancia o del conflicto interno que siente un enfermo convaleciente de esta enfermedad al padecerla, pues él ha sabido compartir sus conocimientos con su familia y de forma equivalente ha sido un gran apoyo para ellos, al enseñarles a sobrellevar este duro golpe.
Joaquín se ha ido rodeado de aceptación y de sosiego. Sólo los pacientes que han podido superar sus miedos y debilidades son capaces de llegar a este nivel de autodominio, de entereza, de paz y de dignidad.
