La hoguera de las vanidades
Vivimos momentos difíciles, de tribulaciones que dirían los milenaristas. Sucede que esto no es nuevo porque los sistemas se rompen de forma brusca cada equis años y surgen las cosas que surgen hasta que la cosa se estabiliza de nuevo. Las posiciones se radicalizan, los que saben o se supone que saben cómo salir de las situaciones difíciles se bloquean y la cosa no tira para adelante ni para atrás –lo que es peor, su sistema de comunicación es nulo-. Es en esos momentos cuando salen de las cloacas los salvapatrias y savonarolas de turno que, sin tener ni idea de nada, echan gasolina al fuego que necesariamente hay en las calles con el objetivo de volcar su amargura con no se sabe qué fines. El fin de esta gente es hacerse notar e, insisto, verter sus frustraciones y amargura a la calle como única vía de escape esperando cierto reconocimiento social y liderazgo no conseguido anteriormente. Líbrenos el cielo o lo que sea de estos dominicos medievales de turno que, apegados a la letra de la Biblia, no admitían réplica de ningún tipo a las barbaridades que soltaban por esas bocas acallando a los detractores con la hoguera. Los mayores dictadores de la historia aparecieron como lobos con piel de cordero y disfrazaban sus complejos con carisma, pero lo de hoy es distinto. A las claras; los únicos que les ven carisma a estos tipos son ellos mismos y eso debe ser muy triste y peligroso a la vez. Todos aparecen como auténticos demócratas hasta que se les replica; entonces da la cara el auténtico dictador que llevan dentro. El caso es que Savonarola acabó abrasado por las ascuas revidas de su mítica “hoguera de las vanidades” pero hoy en día hay otras formas más sibilinas de acabar, pero igual de crueles. En resumen; piensen por ustedes mismos y ausculten al que vaya de Mesías; miren su formación, los pasos que ha seguido y sus incoherencias a lo largo de sus explosivas apariciones públicas. Ejemplos hay muchos; Hitler en 1933, Franco en 1936, Hugo Chávez en 2.002, Evo Morales en 2.006, Fidel Castro en 1959 y así suma y sigue.
En serio, la situación actual es el caldo de cultivo propicio para que acabemos como los dos del “Duelo a Garrotazos” de Goya. Es por ello por lo que no hay que dejarse embaucar por gente que se cree con una misión divina cuando en realidad lo que esconden es su cualidad de Jemer camboyano. Está todo inventado ya y, como les decía, ejemplos los tienen en la historia a porrillos. Creo que debemos estar alerta, no dormidos pero tampoco exaltados de forma que nos manejen entre unos y otros hasta el punto de hacernos perder el norte –que es lo que no hay que perder nunca-. ¿La canción? “Idiot Wind” del inacabable y oportunísimo Bob Dylan.
Vivimos momentos difíciles, de tribulaciones que dirían los milenaristas. Sucede que esto no es nuevo porque los sistemas se rompen de forma brusca cada equis años y surgen las cosas que surgen hasta que la cosa se estabiliza de nuevo. Las posiciones se radicalizan, los que saben o se supone que saben cómo salir de las situaciones difíciles se bloquean y la cosa no tira para adelante ni para atrás –lo que es peor, su sistema de comunicación es nulo-. Es en esos momentos cuando salen de las cloacas los salvapatrias y savonarolas de turno que, sin tener ni idea de nada, echan gasolina al fuego que necesariamente hay en las calles con el objetivo de volcar su amargura con no se sabe qué fines. El fin de esta gente es hacerse notar e, insisto, verter sus frustraciones y amargura a la calle como única vía de escape esperando cierto reconocimiento social y liderazgo no conseguido anteriormente. Líbrenos el cielo o lo que sea de estos dominicos medievales de turno que, apegados a la letra de la Biblia, no admitían réplica de ningún tipo a las barbaridades que soltaban por esas bocas acallando a los detractores con la hoguera. Los mayores dictadores de la historia aparecieron como lobos con piel de cordero y disfrazaban sus complejos con carisma, pero lo de hoy es distinto. A las claras; los únicos que les ven carisma a estos tipos son ellos mismos y eso debe ser muy triste y peligroso a la vez. Todos aparecen como auténticos demócratas hasta que se les replica; entonces da la cara el auténtico dictador que llevan dentro. El caso es que Savonarola acabó abrasado por las ascuas revidas de su mítica “hoguera de las vanidades” pero hoy en día hay otras formas más sibilinas de acabar, pero igual de crueles. En resumen; piensen por ustedes mismos y ausculten al que vaya de Mesías; miren su formación, los pasos que ha seguido y sus incoherencias a lo largo de sus explosivas apariciones públicas. Ejemplos hay muchos; Hitler en 1933, Franco en 1936, Hugo Chávez en 2.002, Evo Morales en 2.006, Fidel Castro en 1959 y así suma y sigue.
En serio, la situación actual es el caldo de cultivo propicio para que acabemos como los dos del “Duelo a Garrotazos” de Goya. Es por ello por lo que no hay que dejarse embaucar por gente que se cree con una misión divina cuando en realidad lo que esconden es su cualidad de Jemer camboyano. Está todo inventado ya y, como les decía, ejemplos los tienen en la historia a porrillos. Creo que debemos estar alerta, no dormidos pero tampoco exaltados de forma que nos manejen entre unos y otros hasta el punto de hacernos perder el norte –que es lo que no hay que perder nunca-. ¿La canción? “Idiot Wind” del inacabable y oportunísimo Bob Dylan.