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Viernes, 10 de Febrero de 2012

Artículo 24 de la Constitución

                  Agradezco en el alma y tengo en mi corazón a esa legión de activistas que en la dictadura de Franco corrieron delante de los grises por luchar en pro de la democracia y las libertades. Que soportaron estoicamente juicios totalmente amañados por la condición política del imputado y que consiguieron llevar adelante una transición tranquila pero firme en lo que se quería y debía hacer, sin concesiones a la galería. Garantizar una serie de derechos fundamentales que iluminaran la legislación que los desarrollase fue todo un logro histórico. Entre esos derechos hay unos que me llaman especialmente la atención y no son otros que los que se establecen en el artículo 24.2 de la Constitución “…la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra ellos, a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no confesarse culpables y a la presunción de inocencia.”. Bien, como digo, muchos se dejaron la piel en las calles y en prisión para conseguir esto. Estos derechos son un logro e hicieron que nos diferenciásemos de la España Medieval y de los países que en pleno siglo XX y XXI ostentan regímenes totalitarios. Felizmente superamos eso y entramos en el primero mundo.

                  ¿Quién vela porque esos derechos sean respetados? Pues sencillamente los jueces y el tema es que un juez tiene mucho poder, pero mucho. Ahora bien, el poder de un juez está sometido a la ley, es la ley la que le pone el freno y el tope, como no podía ser de otra forma, y cuando un juez dicta una resolución sabiendo que no es justa ni ajustada a lo que le permite la ley está cometiendo un delito; la prevaricación. Ese delito, como el hurto, el robo, el homicidio, el impago de pensiones, el conducir sin carné, etc. está estipulado –tipificado- en el Código Penal y es un delito que sólo puede cometer el juez y los demás funcionarios que tengan la potestad de dictar resoluciones como un alcalde, un jefe de policía, etc…. O sea que no lo puede cometer usted ni ya a no ser que seamos jueces. Hasta aquí todo bien ¿no? Pues aquí viene el quid de la cuestión. El señor juez, con la connivencia de las fiscales –no olvidemos- ha grabado unas conversaciones entre un preso y su letrado y entre ese preso y otros letrados sabiendo que la ley le prohíbe hacerlo. O sea, que se ha ciscado en el artículo 24 de la Constitución, y no sólo eso sino que las ha ordenado mediante un auto en el que él mismo duda de la legalidad de dicha medida y, aún así, ha llevado a cabo esas grabaciones. Vamos, de primero de carrera, oiga.

                  Conclusión; el juez ha delinquido, ha prevaricado porque sabiendo que no podía grabar dichas conversaciones las ha grabado y las ha mandado grabar. La prevaricación es de libro la haya cometido Garzón o San Pedro bendito. Y como no podía ser menos el Tribunal Supremo ha dictado una sentencia condenatoria contra él por la que se le inhabilita por tiempo de 11 años. No podía hacer otra cosa el Supremo puesto que el delito de prevaricación va de 10 a 20 años.  Insisto, el juez ha delinquido igual que si a usted le pillan conduciendo bebido después de venir de una boda. Usted sabe que no puede beber y conducir ¿verdad? Pues es lo mismo. Y no sólo eso, sino que se ha cargado, de paso, la investigación de un caso de corrupción política como el Gürtel. O sea, que es “chica la avería”. Claro, ahora dentro de su soberbia, en vez de entonar el mea culpa dice que el Supremo está politizado y que ha sido una caza de brujas. Alucinante porque como el pueblo es un rebaño se queda en eso, en gritar esa desvergüenza a la calle para que salgan a la Plaza de Sol los amigos y allegados a gritar que esto es una putada. No es una putada; es la aplicación de la ley, ni más ni menos.

                  El caso es que este Juez es un “juez estrella” o sea que ejerce en la Audiencia Nacional – Audiencia Estrella donde las “haiga”- y se ha visto envuelto en numerosas instrucciones estrellas también. Dicen las malas lenguas que los delincuentes querían que su causa la instruyese Garzón porque siempre la cagaba en algo. En fin. Pues bien, lo que no es de recibo es que este juez que ha intentado empurar a Pinochet, que ha querido llevar la memoria histórica a donde se merece, que ha sonado para presidente del Tribunal Penal Internacional y que él mismo ha pensado que se merecía un Nóbel haya caído en algo tan bajo como en lo que ha caído; ciscarse en el derecho de defensa que tiene todo detenido o preso –con las excepciones antes referidas, que no son el caso- O sea, que ha realizado las conductas por las que intentó cepillarse a Pinochet, por ejemplo. No me parece honesto, ni mucho menos, y ahora me queda la duda más que razonable de los expedientes metidos en el cajón y paralizados hasta que a él le conviniese políticamente sacarlos a la luz. Que también los ha habido.

                  En fin, que la sentencia me parece totalmente correcta, legal y justa. Y digo justa porque lo mismo me da que el Juez haya luchado contra ETA y el narcotráfico de forma tan contundente. Me da igual porque ese era su trabajo y porque para eso estaba en la Audiencia Nacional; si no que se hubiese dedicado a otra cosa o que se hubiese venido al Juzgado de Paz de Puebla de la Calzada. Porque si bien lo miramos ¿no es casualidad que su lucha contra ETA cambiase de rumbo cuando el anterior gobierno empezó a negociar con la banda?. Lo que está claro es que es –era- un juez totalmente mediático que fue de la toga a la política y de la política a la toga como el que va a comprar churros y no solo eso sino que cuando volvió hizo sangre –con buen criterio- al gobierno que no le nombró ministro, cosa que debería haber hecho antes de presentarse como número dos por Madrid. ¿El caso Faisán les suena? Pues también andaba enredado por ahí. También luchó contra ETA el General Galindo y miren dónde está. No se puede jugar a hacer justicia por las cañerías del Estado. La palabra Justicia es muy grande y ejercerla tiene unas directrices muy regladas en este país que es un Estado de Derecho – “Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”, que dice el artículo 1 de la Constitución. -

                  El tema es que con esta sentencia hemos ganado todos los españoles ya que hemos reafirmado ese artículo 24 de la Constitución que a tantos españoles les costó sangre, sudor y lágrimas. ¿La canción? Aquí solo cabe el “Requiem” de Mozart.

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