Más aventuras del Capitán Madroy
Después de un largo tiempo de descanso obligado por la reparación de su nave, y ante la imposibilidad de recuperación de la misma, nuestro intrépido héroe consigue, nadie sabe cómo, que el Gran Consejo Sideral le proporcione otro vehículo intergaláctico con el que surcar las estrellas en busca de aventuras. Así, nuestro Jack Sparrow de las estrellas se ve de nuevo preparado para asumir nuevos compromisos. Su gran enemigo de antaño, Mr. Boots, no parece ya una amenaza para él, pero Madroy sigue viendo su fantasma detrás de cada asteroide, cometa o agrupación de basura sideral. Y aunque su “nueva” nave no es más que un montón de chatarra, el capitán ya ve cumplida la primera parte de su plan; más solo él sabe cuáles son sus verdaderas intenciones. De hecho, durante las múltiples conversaciones tenidas con el Gran Consejo, nunca dejó entrever lo que pasa por su cabeza en estos momentos, limitándose tan solo a autoproclamarse única esperanza de la galaxia.
Las armas que utilizará en sus próximas y peligrosas misiones, sólo él las conoce.
¿Y cuáles son esas próximas misiones? Madroy está convencido de poder acabar con los múltiples ataques recibidos desde galaxias cercanas: cientos de satélites destrozados, toneladas de basura sideral abandonada a su suerte (aunque recordemos que este tema no es primordial para él: autosuficiente en su nave, no le importa lo que ocurra en las desoladas superficies planetarias), y millones de pequeños ataques a las infraestructuras del Consejo.
Incluso hace poco, un grupo de piratas ha hecho llegar mensajes cifrados al máximo organismo en los que comunicaban el secuestro de la Gran Sacerdotisa Deuteria (Deu para los amigos).
El Gran Consejo sospecha que ni Madroy ni ningún otro capitán de nave conoce la forma de pararles, que no tiene realmente la suerte consigo, pero la incapacidad de unión entre los habitantes de planetas contrarios a Madroy ha hecho que el organismo no tuviera elección. Y allá va, Madroy: a salvar a Deu. ¿Lo conseguirá?
Probablemente, nunca lo hará sin la unión de toda la galaxia y sin la ayuda de agrupaciones estelares próximas. Pero, incluso consiguiéndolo, todavía quedan las dudas sobre sus planes reales. ¿Qué pasará después? ¿Cuál es el futuro de los habitantes de la galaxia? Es todo una gran incógnita.
Sus métodos no fueron nunca del gusto de gran parte de los seres interplanetarios, y sus constantes negativas a anteriores proyectos y operaciones intergalácticas siguen sembrando inquietud. Además, en caso de fracaso, lo tiene claro: nunca prometió nada.
Después de un largo tiempo de descanso obligado por la reparación de su nave, y ante la imposibilidad de recuperación de la misma, nuestro intrépido héroe consigue, nadie sabe cómo, que el Gran Consejo Sideral le proporcione otro vehículo intergaláctico con el que surcar las estrellas en busca de aventuras. Así, nuestro Jack Sparrow de las estrellas se ve de nuevo preparado para asumir nuevos compromisos. Su gran enemigo de antaño, Mr. Boots, no parece ya una amenaza para él, pero Madroy sigue viendo su fantasma detrás de cada asteroide, cometa o agrupación de basura sideral. Y aunque su “nueva” nave no es más que un montón de chatarra, el capitán ya ve cumplida la primera parte de su plan; más solo él sabe cuáles son sus verdaderas intenciones. De hecho, durante las múltiples conversaciones tenidas con el Gran Consejo, nunca dejó entrever lo que pasa por su cabeza en estos momentos, limitándose tan solo a autoproclamarse única esperanza de la galaxia.
Las armas que utilizará en sus próximas y peligrosas misiones, sólo él las conoce.
¿Y cuáles son esas próximas misiones? Madroy está convencido de poder acabar con los múltiples ataques recibidos desde galaxias cercanas: cientos de satélites destrozados, toneladas de basura sideral abandonada a su suerte (aunque recordemos que este tema no es primordial para él: autosuficiente en su nave, no le importa lo que ocurra en las desoladas superficies planetarias), y millones de pequeños ataques a las infraestructuras del Consejo.
Incluso hace poco, un grupo de piratas ha hecho llegar mensajes cifrados al máximo organismo en los que comunicaban el secuestro de la Gran Sacerdotisa Deuteria (Deu para los amigos).
El Gran Consejo sospecha que ni Madroy ni ningún otro capitán de nave conoce la forma de pararles, que no tiene realmente la suerte consigo, pero la incapacidad de unión entre los habitantes de planetas contrarios a Madroy ha hecho que el organismo no tuviera elección. Y allá va, Madroy: a salvar a Deu. ¿Lo conseguirá?
Probablemente, nunca lo hará sin la unión de toda la galaxia y sin la ayuda de agrupaciones estelares próximas. Pero, incluso consiguiéndolo, todavía quedan las dudas sobre sus planes reales. ¿Qué pasará después? ¿Cuál es el futuro de los habitantes de la galaxia? Es todo una gran incógnita.
Sus métodos no fueron nunca del gusto de gran parte de los seres interplanetarios, y sus constantes negativas a anteriores proyectos y operaciones intergalácticas siguen sembrando inquietud. Además, en caso de fracaso, lo tiene claro: nunca prometió nada.






















