Confieso que esperaba la “aportación” del alcalde popular de Lobón sobre la Ley del tabaco. No hace falta ser muy avispado para sospechar que el susodicho volvería, otra vez, a ejercer de altavoz ante esta nueva oleada de crispación. Ya sabemos de su disciplina, de su obediencia a las consignas mediáticas de los ideólogos y estrategas de cierta derecha extremada. Esas consignas que se orientan a deslegitimar el poder cuando es ejercido por la izquierda política.

Hace poco, en una carta publicada en este mismo medio, D. Santiago de Ignacio le reclamaba al Sr. Morales algo de reflexión, pero claro, resulta que es precisamente la irracionalidad lo que más crispa. De eso se trata. De atacar de forma sistemática, indiscriminada e irracional las iniciativas gubernamentales, a los ministros o, aun mejor, a las ministras, y a cualquier cosa que huela a “progre”.

En relación a la “nueva” intervención del Sr. Morales quiero hacer brevemente dos reflexiones. La primera es que su opinión particular de que fumar en locales cerrados es “un derecho democrático” puede parecer algo exagerada al más del setenta por ciento de la población que no fuma. En cualquier caso se trata de confrontar dos derechos colectivos y establecer la prioridad de uno de ellos, y esto es lo que hace la ley, hace prevalecer el derecho de los no fumadores en los locales públicos cerrados, en los hospitales y en las escuelas.

La segunda reflexión tiene que ver con la coherencia, porque ¿cómo se puede ser tan radical en la defensa de supuestos “derechos democráticos” mientras que autoritariamente se decide poner cámaras en las calles para vigilar a los vecinos?.

Resulta que pedir coherencia a algunos dirigentes populares es como pedir peras al olmo. Yo, al menos, no me hago ilusiones. Son hijos de Aznar: el del vino y la conducción, ¿se acuerdan?