A comer a la calle · Fátima Dorado Rubio · Montijo
El 6 de Enero, día de Reyes, salimos a comer tres parejas con sus respectivos hijos. Sobre las 6,30 de la tarde decimos ir a tomarnos una copa a un Bar de Montijo, que se encuentra cerca de EPA, puesto que no lo conocíamos. Ya allí se pidieron consumiciones tanto para mayores como para niños, también se pidieron 14 montaditos, haciendo un total de 51 € . Pero 3 de los niños fueron a otro establecimiento a por 3 perritos, puesto que en este bar no tenían. Llegaron y se sentaron a tomarse la consumición que habían pedido y, como no, a comerse dicho perrito.
Cuál fue nuestra sorpresa cuando la camarera del local se acerca a nosotros, nos pregunta si son nuestros hijos, contestamos que sí y nos dice: “Lo siento pero se tienen que ir fuera porque aquí no pueden consumir nada que no sea del bar”. Por supuesto nos quedamos sin habla, y ya una de nosotros dijo: ”Nada yo me voy con ellos a comerse el perrito a la calle”. Pusimos una reclamación e inmediatamente abandonamos el local, porque no íbamos a permitir que los niños se quedaran helados en la puerta.
Yo digo que a dónde vamos a llegar, echar a unos menores 5 y 7 años a la calle a pasar frío, cuando los padres estaban consumiendo. Mi hija es celiaca y yo siempre me llevo la comida suya a todas partes, si me echaran de todos los sitios a donde voy, no podría salir con ella. Y para terminar creo que las cosas se dicen de otra manera, como por ejemplo “mira que aquí no se puede consumir nada de fuera, pero bueno por esta vez va a pasar”, pero echarlos sin más, ¡que eran unos niños!. Es un poco fuerte ¿no?
El 6 de Enero, día de Reyes, salimos a comer tres parejas con sus respectivos hijos. Sobre las 6,30 de la tarde decimos ir a tomarnos una copa a un Bar de Montijo, que se encuentra cerca de EPA, puesto que no lo conocíamos. Ya allí se pidieron consumiciones tanto para mayores como para niños, también se pidieron 14 montaditos, haciendo un total de 51 € . Pero 3 de los niños fueron a otro establecimiento a por 3 perritos, puesto que en este bar no tenían. Llegaron y se sentaron a tomarse la consumición que habían pedido y, como no, a comerse dicho perrito.
Cuál fue nuestra sorpresa cuando la camarera del local se acerca a nosotros, nos pregunta si son nuestros hijos, contestamos que sí y nos dice: “Lo siento pero se tienen que ir fuera porque aquí no pueden consumir nada que no sea del bar”. Por supuesto nos quedamos sin habla, y ya una de nosotros dijo: ”Nada yo me voy con ellos a comerse el perrito a la calle”. Pusimos una reclamación e inmediatamente abandonamos el local, porque no íbamos a permitir que los niños se quedaran helados en la puerta.
Yo digo que a dónde vamos a llegar, echar a unos menores 5 y 7 años a la calle a pasar frío, cuando los padres estaban consumiendo. Mi hija es celiaca y yo siempre me llevo la comida suya a todas partes, si me echaran de todos los sitios a donde voy, no podría salir con ella. Y para terminar creo que las cosas se dicen de otra manera, como por ejemplo “mira que aquí no se puede consumir nada de fuera, pero bueno por esta vez va a pasar”, pero echarlos sin más, ¡que eran unos niños!. Es un poco fuerte ¿no?





















