El Centro de Salud · Manuel Regalado del Viejo · Montijo
Hace algún tiempo; no mucho, comenté en una carta a este periódico en las condiciones de dejadez y abandono que se encuentra lo que fue zona ajardinada del antiguo ambulatorio; como era de esperar permanece igual o peor.
Ahora se trata del nuevo Centro de Salud. Sus alrededores sirven como vertedero, y lo más deplorable particularmente, la zona que lo circunda sin urbanizar pegada a sus paredes. Aquello va a convertirse en un foco de infección y resulta paradójico que un Centro de Salud esté rodeado de insalubridad hasta la misma puerta principal. Esa zona invadida por la maleza y yerbajos que crecen a su antojo, es el lugar idóneo para arrojar todo aquello que nos estorba, ya que la altura de los mismos la disimula. Ni un contenedor, ni una papelera, sólo en la fachada posterior dos contenedores casi para uso exclusivo del Centro, ya que ese lugar es mucho menos transitado por los pacientes.
Es una auténtica vergüenza para Montijo y sus vecinos. Si la responsabilidad de adelantar aquello es cuestión del Ayuntamiento (que no lo sé) por este motivo debería sentirse avergonzado – y no pretendo insultar – y si no es de su competencia, al menos hacer las gestiones que haya que hacer para que cuanto antes se le de una solución.
Otro hecho son los semáforos. ¿Cuánto tiempo hace que no funcionan, en una entrada de tanto peligro por el mucho tráfico de vehículos y peatones, sabiéndose antemano que el noventa por ciento de los que cruzan son personas mayores cuya movilidad va siendo cada vez más limitada?
Se comentaba cuando estaba en construcción el Centro, que cualquier día en ese paso de peatones podía ocurrir un accidente. Afortunadamente de momento no ha sido así, pero si desgraciadamente surgiera algo irreparable, entonces, como pasa siempre en estos casos se pondría manos a la obra y se repararía lo que se debiera haber hecho mucho antes.
La última vez que crucé ese paso de peatones, venía un coche por mi izquierda en la que me daba tiempo a pasar puesto que la preferencia estaba de mi parte, mas fui prudente y esperé. No todos los automóviles se comportan así, pero éste, con un total desprecio al de a pie y con la desfachatez propia que le permitía el estar en clarísima ventaja, pasé rápido como diciendo: ¡Ahí te quedas!
La solución, de momento es encomendarse a la Divina Providencia y confiar en la suerte.
Hace algún tiempo; no mucho, comenté en una carta a este periódico en las condiciones de dejadez y abandono que se encuentra lo que fue zona ajardinada del antiguo ambulatorio; como era de esperar permanece igual o peor.
Ahora se trata del nuevo Centro de Salud. Sus alrededores sirven como vertedero, y lo más deplorable particularmente, la zona que lo circunda sin urbanizar pegada a sus paredes. Aquello va a convertirse en un foco de infección y resulta paradójico que un Centro de Salud esté rodeado de insalubridad hasta la misma puerta principal. Esa zona invadida por la maleza y yerbajos que crecen a su antojo, es el lugar idóneo para arrojar todo aquello que nos estorba, ya que la altura de los mismos la disimula. Ni un contenedor, ni una papelera, sólo en la fachada posterior dos contenedores casi para uso exclusivo del Centro, ya que ese lugar es mucho menos transitado por los pacientes.
Es una auténtica vergüenza para Montijo y sus vecinos. Si la responsabilidad de adelantar aquello es cuestión del Ayuntamiento (que no lo sé) por este motivo debería sentirse avergonzado – y no pretendo insultar – y si no es de su competencia, al menos hacer las gestiones que haya que hacer para que cuanto antes se le de una solución.
Otro hecho son los semáforos. ¿Cuánto tiempo hace que no funcionan, en una entrada de tanto peligro por el mucho tráfico de vehículos y peatones, sabiéndose antemano que el noventa por ciento de los que cruzan son personas mayores cuya movilidad va siendo cada vez más limitada?
Se comentaba cuando estaba en construcción el Centro, que cualquier día en ese paso de peatones podía ocurrir un accidente. Afortunadamente de momento no ha sido así, pero si desgraciadamente surgiera algo irreparable, entonces, como pasa siempre en estos casos se pondría manos a la obra y se repararía lo que se debiera haber hecho mucho antes.
La última vez que crucé ese paso de peatones, venía un coche por mi izquierda en la que me daba tiempo a pasar puesto que la preferencia estaba de mi parte, mas fui prudente y esperé. No todos los automóviles se comportan así, pero éste, con un total desprecio al de a pie y con la desfachatez propia que le permitía el estar en clarísima ventaja, pasé rápido como diciendo: ¡Ahí te quedas!
La solución, de momento es encomendarse a la Divina Providencia y confiar en la suerte.





















