Los vigilantes de agua de la Confederación y Comunidad de Regantes. La Banda de Música, dirigida por Santiago Méndez González, tocando la marcha “Amargura” en la procesión del Santo Entierro. Los empleados de la Comunidad de Labradores, llamada luego Cámara Agraria, Fernando Guisado, Leopoldo Domínguez, Serafín Cabo y Antonio Parejo, junto con Pedro González Corzo, el ordenanza. “Aunque soy chiquitita, sin talla y sin voz, soy la que tengo el culo más gordo de la calle Badajoz”. La Orquesta “Los Rebeldes” con Pepe Caballero, Alfonso Romero, Casimiro Oliva, Manolo Delgado, Juan Sanguino y Joaquín Chaves. “La Chaparra”, mula de Juan Rodríguez, Pichurrín, con la que se desplazaba desde la huerta que tenía en “Los Remates” hasta Montijo. “Una dola, tena, catola, quina, quineta, estando la reina en su gabineta, vino el rey, apagó el candil, candil candilón, cuenta las veinte, que las veinte son”. “Tiene más cuentos que Calleja”.
Francisco Pérez Cienfuegos, conocido cariñosamente por Charlot, cuando se encontraba en el aprieto de no poder pasar porque había muchas personas, solía decir como recurso: “Dejen paso a un caballero mutilado”. “Dame el aguinaldo, carita de rosa, que no tienes la cara de ser tan roñosa”. El alcohol de romero para los dolores. La moto Guzzi de Juan Herrera Soto, conocido popularmente por “Visagra”, que tantas tardes de gloria y revolcones dio en las improvisadas plazas portátiles durante la época del reguerío, que así él llamaba. Paco Soltero Ortego promotor de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil, siendo alcalde Juan Carlos Molano; con los primeros voluntarios: Angelita, José, Casimiro, Cristóbal, Toni, Óscar, Luis, Antonio, Ana y Santi. Las cámaras de neumáticos que se utilizaban de flotadores en los baños del río Guadiana. “A mi suegra la senté en una silla potrona, si no la levanto de allí se la come la carcoma”. Las miniaturas de cobre de adorno en la pared, con el brasero, cubo, sartén y cazo. El pregón de los cuponeros: “Cuarenta iguales para hoy”; cuánto ha cambiado la ONCE. El puesto de Frasco el churrero en el comienzo de la calle Ibáñez Marín, cuando la Feria se celebraba en la Avenida y alrededor de la iglesia de San Pedro. La costurera Catalina García Portillo.
El ficus que se asomaba a la calle en la casa de Abilio Gragera, al comienzo de la calle Papas. “Lo metí duro, lo saqué blando y goteando”; no seáis mal pensaos que es el hierro. “Una mocita lo soba hasta ponerlo tieso, vaya con la mocita que soba carne sin güeso”, no volváis a ser mal pensaos que es el chorizo manipulado por las mujeres matanceras. “Abril para ser abril, ha de tener aguas mil”. “Aguas de agosto, azafrán, miel y mosto”. El kilométrico para el personal ferroviario y sus familiares. El popular Fernando Melón que solía decir después de asistir a una caldereta en la que le pedían el voto: “Después de bien comío y bien bebío que cada uno vote por su partido”. Las escupideras de porcelana. El pregón “Hay higos”. “Este verso que te escribo no es para pasar el tiempo, es para que no me quites nunca del pensamiento”. Los botones del Casino de Artesanos “El Progreso. ¿Lo has visto?, está a la cuarta pregunta. “A la gira, a la gira, vamos en carro, la que no tenga novio que vaya andando”. La barbería del maestro Javier Martín. El equipo de fútbol sala “El Patio”. “Montijo ya no es Montijo, que es una gran capital con el Teatro Calderón y luz de electricidad”. Las sortijas de plástico de la edad de la infancia. La pista del Canal. “Ni hablar del peluquín siquiera”. Una noche de Feria en el espectáculo de los cantaores del Salón Moderno del maestro Modesto Cabezas, como la gente no se callaba, alguien desde el gallinero proclamó: “Callaos que me meo”. Chocolate con churros en la pastelería “Luxi”, en la avenida de Colón. Lo custodia todo como oro en paño, chacho.