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Luis Alberto Guijarro Domínguez · Valdelacalzada | 606
Lunes, 04 de Junio de 2018

Ocho apellidos extremeños · Luis Alberto Guijarro Domínguez · Valdelacalzada

¿Y si en vez de Luis, me llamase Iñaki?
Sería más feliz, quizás, por más dineros y menos penas. Y mejores trenes... Y mejores puentes...
Y si fuese Iñaki también sabría, que 286.000 boletos dan para cinco y 284.000... ¡Para CERO! Pobres ceros... 
Y por decir que SÍ y llamarme Iñaki, guardarme 25.000.000 de las antiguos duros, para después decir NO y más duros. Ahora SÍ, ahora NO... ¡Tontos los del sur!
Y con ese puñado de votos, poner y quitar la mesa, cruzar rotondas por medio, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda. ¡Y que los demás esperen! Que viene Don Iñaki con el saco negro de los besos rotos.
Y quizás, si me llamase Iñaki, no seríamos 15, de los 30 que estudiábamos informática en el 2000, los que no teníamos ordenador en casa, pero sí tijeras de podar, esportones, dedales...
¡Ay Iñaki! Bonito nombre para quien no tiene que ir a Sevilla a coger la silla, que le dé de volar hasta sus demás Iñakis, ahorrándose unos durillos, dúramente conseguidos, con el baúl de los recuerdos puestos y los botines de Segarra rotos... ¡El de los botines!
Ser Iñaki también, y no vivir en la eterna espera de una operación por hernias, de cuándo, con catorce, las actividades extraescolares se basaban en llenar cubas y remolques a mano, saciantes de panzas en los largos días de Verano.
Lindo nombre don Iñaki, quién de los torpes chachos reía, por hablar cantando y comerse letras; porque no sabían, porque no querían. ¡Ay Manco de Lepanto! Si supieses lo que comen ahora otros, con su culta lengua y oficial, que no la mía, por la pela, siempre la pela... ¿Qué diseeeeesssssss? 
Y tener que ir a 100 kilómetros y 4.000 pesetas, porque se te daba bien nadar. Muchas pesetas para no llamarte Iñaki, ni tener climatizada a dos manzanas de tu blanca casa...

Y me doy cuenta de que esto que ahora escribo, podría estarlo hablando con mi padre, quizás. Porque en 2015, por llamarte Iñaki, tenías la suerte de seguir viviendo, por el programa de detección precoz del cáncer en Euskadi. Y él, por llamarse Remi, un año más tarde... ¡Tarde ya!

Pero en fin. ¡Gracias padre! Por nombrarme Luis y nacerme en Extremadura, mi tierra. Porque para crecer como don Iñaki o don Capdevilla, no hay que charlotear distinto ni ser más culto y listo. Hay que sentirse extremeño, bueno, orgulloso y digno...
Y gritar!
Y pedir!
Y llorar! Llorar para mamar.
Porque como el gran filósofo de mi vida me dijo un día: 
Como come el mulo, caga el culo

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