Para Pedro... Obandino Eterno · Andrés Sáenz Flores · Puebla de Obando
Este mes de Octubre, (15/10/2012) hace un año que nos dejó,
Pedro González Sáenz; un extremeño como tantos, pero él, tenía algo especial,
era extremeño... extremeño, amaba su tierra por todo lo alto, y sobre todo
quería a su pueblo, lo sentía como suyo, y se sentía de él. Parte de su felicidad
la conseguía cuando venía al mismo, a pasar sus vacaciones. Quizás le tenía
tanto amor o, mejor dicho, tanto cariño, por su temprana salida de ella,
a una edad muy joven, teniéndole esa añoranza quizás por no haber estado todo
el tiempo que hubiera querido y deseado.
El mejor embajador que ha podido tener Extremadura ha sido él,
defensor de ella, allá por donde estuvo, con categoría, disimulo, discreción
y razonable. así fue, porque jamás olvidaste de donde venías y que tus raíces
ahí estaban, siempre volviste, siempre… siempre. No se me olvidarán muchas
cosas, entre ellas, fuiste el único que cada vez que venías a ver a la familia al pueblo,
a tu pueblo, normalmente cada verano, ibas a visitarnos a tu tío y a
todos nosotros, y así durante años y años...
Esas conversaciones las echo y las echaré en falta siempre,
cuando hablábamos de nuestro pueblo, te encantaba hablar de la gente de tu
calle, de las casas deshabitadas de la calle, me contabas los que
hicieron la mili contigo, me repetías varias veces la alineación del Madrid de
los setenta. Cuando te preguntaba, en mis primeros pinitos, que por dónde se
cruzaba Madrid siempre me decías “al llegar a Madrid todo recto y
“topalante”, jeje como el que quería ir a la charca”, siempre que lo hago y me
acuerdo y ahí estoy guiado.
Todos los frutos y éxitos, se están cumpliendo, ese día tan feliz que me
comentaste, pues cada día un fruto y además sano y cada día un éxito, mas
no podría ser de otra manera, además de todos y de cada uno de ellos. El tiempo
va pasando y el destino de cada uno se va cumpliendo, pasan cosas
realidades esperadas, como tú dijiste en alguna ocasión el reloj no hay quien
lo pare, y el tiempo va pasando, pero las guías y directrices quedaron ahí y
ahí seguirán, surgiendo efecto, con mucho afecto, ¿como no?
La
flor, tu flor bien, si bien como querías, junto a sus pétalos, que no la dejan
marchitarse, cada día todos unidos.
Quiero pensar en la fortaleza, en el saber estar, en el razonamiento, en la
sabiduría, en la tolerancia, en el “no vale todo”, en la familia, en el
pensamiento, en la memoria, en los tuyos, en las disputas, en el
sentimentalismo, en la obligación, en los recursos, en la persona y sobre todo quiero
pensar en la añoranza, que nos incumbe a todos, unos expresándolos más otros
menos, en mi propia añoranza diaria, que con estas humildes palabras escritas
te quiero recordar.
Este mes de Octubre, (15/10/2012) hace un año que nos dejó, Pedro González Sáenz; un extremeño como tantos, pero él, tenía algo especial, era extremeño... extremeño, amaba su tierra por todo lo alto, y sobre todo quería a su pueblo, lo sentía como suyo, y se sentía de él. Parte de su felicidad la conseguía cuando venía al mismo, a pasar sus vacaciones. Quizás le tenía tanto amor o, mejor dicho, tanto cariño, por su temprana salida de ella, a una edad muy joven, teniéndole esa añoranza quizás por no haber estado todo el tiempo que hubiera querido y deseado.
El mejor embajador que ha podido tener Extremadura ha sido él, defensor de ella, allá por donde estuvo, con categoría, disimulo, discreción y razonable. así fue, porque jamás olvidaste de donde venías y que tus raíces ahí estaban, siempre volviste, siempre… siempre. No se me olvidarán muchas cosas, entre ellas, fuiste el único que cada vez que venías a ver a la familia al pueblo, a tu pueblo, normalmente cada verano, ibas a visitarnos a tu tío y a todos nosotros, y así durante años y años...
Esas conversaciones las echo y las echaré en falta siempre,
cuando hablábamos de nuestro pueblo, te encantaba hablar de la gente de tu
calle, de las casas deshabitadas de la calle, me contabas los que
hicieron la mili contigo, me repetías varias veces la alineación del Madrid de
los setenta. Cuando te preguntaba, en mis primeros pinitos, que por dónde se
cruzaba Madrid siempre me decías “al llegar a Madrid todo recto y
“topalante”, jeje como el que quería ir a la charca”, siempre que lo hago y me
acuerdo y ahí estoy guiado.
Todos los frutos y éxitos, se están cumpliendo, ese día tan feliz que me
comentaste, pues cada día un fruto y además sano y cada día un éxito, mas
no podría ser de otra manera, además de todos y de cada uno de ellos. El tiempo
va pasando y el destino de cada uno se va cumpliendo, pasan cosas
realidades esperadas, como tú dijiste en alguna ocasión el reloj no hay quien
lo pare, y el tiempo va pasando, pero las guías y directrices quedaron ahí y
ahí seguirán, surgiendo efecto, con mucho afecto, ¿como no?
La
flor, tu flor bien, si bien como querías, junto a sus pétalos, que no la dejan
marchitarse, cada día todos unidos.
Quiero pensar en la fortaleza, en el saber estar, en el razonamiento, en la
sabiduría, en la tolerancia, en el “no vale todo”, en la familia, en el
pensamiento, en la memoria, en los tuyos, en las disputas, en el
sentimentalismo, en la obligación, en los recursos, en la persona y sobre todo quiero
pensar en la añoranza, que nos incumbe a todos, unos expresándolos más otros
menos, en mi propia añoranza diaria, que con estas humildes palabras escritas
te quiero recordar.






















