Sánfer, Medalla de Oro en La Quebrantahuesos · Julia Coco Castón, Maestra Especialidad en Educación Física · Montijo
El mérito de los pioneros está precisamente en
serlo. Y Antonio es la historia del ciclismo y no solo local. Ha participado
toda su vida en la competición, y ha resistido en carreras donde otros más
jóvenes abandonaban. Ha aprendido rodando. Y ha puesto en práctica lo
aprendido. Haciendo del deporte su vida. El deporte de competición requiere
de numerosas exigencias fisiológicas,
psicológicas y sociales. Y puede aportar al deportista un enriquecimiento de
las relaciones individuales y colectivas. Pero sin fair play el deporte pierde
este poder. En la actualidad el deporte de competición se encamina hacia una
crisis. Los deportes en la actualidad son un mundo aparte con disputas y
huidas. Los periodistas deportivos contribuyen a su deterioro por su labor en
detrimento de los valores del deporte. Si quiere recuperar sus objetivos y
desempeñar su papel como una fórmula válida de actividad humana, es
indispensable y urgente el retorno al juego limpio. Eliminar trampas y atajos a
fuer de superar retos y conseguir la victoria a toda costa. Es el competidor,
el deportista, el que da testimonio de fair play. Ello exige un respeto total y
constante a las reglas. Es “una forma de ser” basada en el respeto a sí mismo.
Implica honestidad, lealtad y actitud firme y digna ante un comportamiento
desleal, respeto al adversario y respeto a árbitros o jueces. Implica modestia
en la victoria. Serenidad en la derrota y una generosidad suficiente como para
crear relaciones humanas entrañables y duraderas. Así es Sánfer, un ciclista
que viene demostrando integridad durante toda su trayectoria deportiva. La
amenaza principal que pesa sobre el fair play es la importancia desmesurada que
en la actualidad se concede a ganar a toda costa. Lo cual incita a violar los
reglamentos. El temor al fracaso hace
que solo se vea enemigos a los que abatir y, con la complicidad de dirigentes y
entrenadores, se recurre incluso a prácticas desleales para lograr los fines.
Estos excesos alimentan la creciente ola de indisciplina y violencia que
desencadena el deporte moderno. Sembrando con ello un ejemplo negativo en los
seguidores y generaciones jóvenes que los toman de ejemplo. El deporte necesita
ser sostenido de muchas maneras y por numerosos organismos, autoridades y
mecenas. Pero su necesidad esencial en la actualidad es la salvaguarda del
Juego Limpio. Todos estamos implicados: participantes, padres, educadores,
organismos deportivos, entrenadores y directivos, médicos, árbitros,
periodistas y espectadores. Y la única esperanza para el deporte son ejemplos
como el de Antonio, Sánfer, que lleva toda su vida dando lecciones de
deportividad, constancia y disciplina. Por su constante observancia de las
reglas, su sensibilidad en la competición, su respeto absoluto a los compañeros
y adversarios, su esfuerzo e incansable superación, su sencillez en asimilar
sus logros y su carencia de vanidad, es un ejemplo legítimo para los
deportistas de todas las edades que se miran en él. Busca la victoria. Pero no
la quiere a cualquier precio. Solo su filosofía y su amor por la bicicleta le han
rescatado de situaciones difíciles a las que otros habrían sucumbido. A su
edad, aún es un chaval con ganas de vivir, de disfrutar del deporte y del
mundillo entrañable que lo rodea, de medirse y enfrentarse a los adversarios y
a los elementos con un espíritu de lealtad. Y de superarse. Humildemente y sin
alharacas, este sencillo deportista montijano
es un inestimable ejemplo de la contribución del deporte a la
realización personal y calidad de vida. Que solo puede asegurarse mediante una
generosa observancia de los ideales del fair play.
El mérito de los pioneros está precisamente en serlo. Y Antonio es la historia del ciclismo y no solo local. Ha participado toda su vida en la competición, y ha resistido en carreras donde otros más jóvenes abandonaban. Ha aprendido rodando. Y ha puesto en práctica lo aprendido. Haciendo del deporte su vida. El deporte de competición requiere de numerosas exigencias fisiológicas, psicológicas y sociales. Y puede aportar al deportista un enriquecimiento de las relaciones individuales y colectivas. Pero sin fair play el deporte pierde este poder. En la actualidad el deporte de competición se encamina hacia una crisis. Los deportes en la actualidad son un mundo aparte con disputas y huidas. Los periodistas deportivos contribuyen a su deterioro por su labor en detrimento de los valores del deporte. Si quiere recuperar sus objetivos y desempeñar su papel como una fórmula válida de actividad humana, es indispensable y urgente el retorno al juego limpio. Eliminar trampas y atajos a fuer de superar retos y conseguir la victoria a toda costa. Es el competidor, el deportista, el que da testimonio de fair play. Ello exige un respeto total y constante a las reglas. Es “una forma de ser” basada en el respeto a sí mismo. Implica honestidad, lealtad y actitud firme y digna ante un comportamiento desleal, respeto al adversario y respeto a árbitros o jueces. Implica modestia en la victoria. Serenidad en la derrota y una generosidad suficiente como para crear relaciones humanas entrañables y duraderas. Así es Sánfer, un ciclista que viene demostrando integridad durante toda su trayectoria deportiva. La amenaza principal que pesa sobre el fair play es la importancia desmesurada que en la actualidad se concede a ganar a toda costa. Lo cual incita a violar los reglamentos. El temor al fracaso hace que solo se vea enemigos a los que abatir y, con la complicidad de dirigentes y entrenadores, se recurre incluso a prácticas desleales para lograr los fines. Estos excesos alimentan la creciente ola de indisciplina y violencia que desencadena el deporte moderno. Sembrando con ello un ejemplo negativo en los seguidores y generaciones jóvenes que los toman de ejemplo. El deporte necesita ser sostenido de muchas maneras y por numerosos organismos, autoridades y mecenas. Pero su necesidad esencial en la actualidad es la salvaguarda del Juego Limpio. Todos estamos implicados: participantes, padres, educadores, organismos deportivos, entrenadores y directivos, médicos, árbitros, periodistas y espectadores. Y la única esperanza para el deporte son ejemplos como el de Antonio, Sánfer, que lleva toda su vida dando lecciones de deportividad, constancia y disciplina. Por su constante observancia de las reglas, su sensibilidad en la competición, su respeto absoluto a los compañeros y adversarios, su esfuerzo e incansable superación, su sencillez en asimilar sus logros y su carencia de vanidad, es un ejemplo legítimo para los deportistas de todas las edades que se miran en él. Busca la victoria. Pero no la quiere a cualquier precio. Solo su filosofía y su amor por la bicicleta le han rescatado de situaciones difíciles a las que otros habrían sucumbido. A su edad, aún es un chaval con ganas de vivir, de disfrutar del deporte y del mundillo entrañable que lo rodea, de medirse y enfrentarse a los adversarios y a los elementos con un espíritu de lealtad. Y de superarse. Humildemente y sin alharacas, este sencillo deportista montijano es un inestimable ejemplo de la contribución del deporte a la realización personal y calidad de vida. Que solo puede asegurarse mediante una generosa observancia de los ideales del fair play.