El estremeñu · Ismael Carmona García · Valdelacalzada
Me
llamo Ismael Carmona García, natural de Valdelacalzada. Soy presidente del
Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura (OSCEC <http://oscec.blogspot.com/>
), asociación afincada en Cáceres y desde la cual trabajamos para potenciar el
patrimonio oral extremeño en todas sus manifestaciones.
Llevo varios años investigando la forma de hablar de nuestro mayores en las
Vegas Bajas y me sorprende la ruptura lingüística entre abuelos, hijos y
nietos. Mientras que nuestros mayores conservan el estremeñu más puro,
la gente joven, alfabetizados plenamente en castellano, mantienen unos pocos
rasgos. Aún me acuerdo de los días de estudiante en el instituto de La Puebla
cuando algunos compañeros denigraban el "yeu" o el hecho de que en
Lobón dijeran "me vo al meicu"... Resulta indignante cómo actualmente
hay interés por la recuperación de tradiciones, habilitar edificios antiguos o
investigar nuestra historia y, sin embargo, en materia lingüística existe un
total desamparo.
En las Vegas Bajas hasta hace pocos años se conservaba en un estado bastante
aceptable una variante de lengua leonesa -la estremeña-. No olvidemos,
pues, que muchos de los pueblos viejos de las Vegas Bajas fueron repoblados por
gallegos, leoneses y portugueses tras la Reconquista. Ese vínculo cultural y
lingüístico nos acerca mucho más a nuestros vecinos portugueses y a gentes tan
lejanas como asturianos y leoneses. Palabras como fechar, fridiñu, buraca,
dir, julgau, lamber, lombu, estoriar, arvilla, pantaruja, coguta, estalache,
puelme, maçaroca o chamarín nos une a nuestros antepasados
occidentales. Construcciones como a rente de, a tencias de, gustar de, la mi
mujer, abate los entalla, á pocu que llegó, cuasi que me s'olvida o tener
de mercar la emplean con naturalidad nuestros abuelos, ignoradas y
despreciadas por los jóvenes. Años de represión lingüística y de desestimación
a nuestra lengua hizo que poco a poco el extremeño se olvidara, desapareciendo
de la boca de la gente e incluso de los nombres tradicionales de los sitios. El
Callejón la Zorra (Montijo), la Calle Faldiquera o la Calle Entallá (ambas en
La Puebla) experimentaron ese cambio.
Mucha gente ignora que lo que se habla en la Extremadura occidental y buena
parte de la oriental procede del asturleonés y del gallego-portugués y no del
castellano. Partiendo de ese desconocimiento, la gente siempre ha opinado que
habla un mal castellano o, directamente, son muy burros hablando. Es igual que
decir que un siciliano habla mal el italiano o en Portugal se habla mal el
español. Este hecho nos ha acomplejado hasta tal punto que siempre nos ha
avergonzado hablar como hablamos y han sido muchos los medios puestos por el
Gobierno y Educación para desterrar dicho complejo de raíz: hablando todos
castellano, no hay problema. Ese pensamiento resulta tan pueril y
desconsiderado como el hecho de tirar un convento o una iglesia para levantar
un bloque de pisos porque desentona en la calle: las dos cosas atentan contra
el patrimonio cultural. Sin embargo, de esta manera han tratado al portugués y
al extremeño en Extremadura, no de manera diferente al que tratan otras lenguas
minoritarias en el Estado, tal como el leonés en las provincias de Zamora, León
y Salamanca o el asturiano en Asturias: desprestigiándolos, persiguiéndolos y
recriminando de muy diversas formas a quien así hable.
La riqueza lingüística, a diferencia de la arquitectónica o botánica, parece
resultar un impedimento para la evolución de una comunidad, de modo que desechando
las lenguas minoritarias se favorece el pensamiento y la cultura única. Por
fortuna, no todos pensamos igual y vemos en la diversidad lingüística la
verdadera capacidad del ser humano de comunicarse y comprendemos que las
lenguas son todas dignas de uso mientras que existan dos personas que en ella
se comuniquen. Es de agradecer que el carácter extremeño sea de tal hechura que
haya permitido conservar una lengua de origen medieval, sin demasiadas
alteraciones y sin escritura, durante tantos siglos. Ahora, nuestro trabajo
desde el OSCEC es hacer recordar a nuestros paisanos que, de igual manera que
se ha hablado el extremeño en estas tierras pardas en todos estos siglos, puede
seguir hablándose otros tantos siglos más, haciéndoles ver que la novedad de la
escritura del estremeñu va a suponer una de sus más notables garantías de vida.
Ismael Carmona García
Profesor de Latín y Griego
Presidente del Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura
Me
llamo Ismael Carmona García, natural de Valdelacalzada. Soy presidente del
Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura (OSCEC <http://oscec.blogspot.com/>
), asociación afincada en Cáceres y desde la cual trabajamos para potenciar el
patrimonio oral extremeño en todas sus manifestaciones.
Llevo varios años investigando la forma de hablar de nuestro mayores en las
Vegas Bajas y me sorprende la ruptura lingüística entre abuelos, hijos y
nietos. Mientras que nuestros mayores conservan el estremeñu más puro,
la gente joven, alfabetizados plenamente en castellano, mantienen unos pocos
rasgos. Aún me acuerdo de los días de estudiante en el instituto de La Puebla
cuando algunos compañeros denigraban el "yeu" o el hecho de que en
Lobón dijeran "me vo al meicu"... Resulta indignante cómo actualmente
hay interés por la recuperación de tradiciones, habilitar edificios antiguos o
investigar nuestra historia y, sin embargo, en materia lingüística existe un
total desamparo.
En las Vegas Bajas hasta hace pocos años se conservaba en un estado bastante
aceptable una variante de lengua leonesa -la estremeña-. No olvidemos,
pues, que muchos de los pueblos viejos de las Vegas Bajas fueron repoblados por
gallegos, leoneses y portugueses tras la Reconquista. Ese vínculo cultural y
lingüístico nos acerca mucho más a nuestros vecinos portugueses y a gentes tan
lejanas como asturianos y leoneses. Palabras como fechar, fridiñu, buraca,
dir, julgau, lamber, lombu, estoriar, arvilla, pantaruja, coguta, estalache,
puelme, maçaroca o chamarín nos une a nuestros antepasados
occidentales. Construcciones como a rente de, a tencias de, gustar de, la mi
mujer, abate los entalla, á pocu que llegó, cuasi que me s'olvida o tener
de mercar la emplean con naturalidad nuestros abuelos, ignoradas y
despreciadas por los jóvenes. Años de represión lingüística y de desestimación
a nuestra lengua hizo que poco a poco el extremeño se olvidara, desapareciendo
de la boca de la gente e incluso de los nombres tradicionales de los sitios. El
Callejón la Zorra (Montijo), la Calle Faldiquera o la Calle Entallá (ambas en
La Puebla) experimentaron ese cambio.
Mucha gente ignora que lo que se habla en la Extremadura occidental y buena
parte de la oriental procede del asturleonés y del gallego-portugués y no del
castellano. Partiendo de ese desconocimiento, la gente siempre ha opinado que
habla un mal castellano o, directamente, son muy burros hablando. Es igual que
decir que un siciliano habla mal el italiano o en Portugal se habla mal el
español. Este hecho nos ha acomplejado hasta tal punto que siempre nos ha
avergonzado hablar como hablamos y han sido muchos los medios puestos por el
Gobierno y Educación para desterrar dicho complejo de raíz: hablando todos
castellano, no hay problema. Ese pensamiento resulta tan pueril y
desconsiderado como el hecho de tirar un convento o una iglesia para levantar
un bloque de pisos porque desentona en la calle: las dos cosas atentan contra
el patrimonio cultural. Sin embargo, de esta manera han tratado al portugués y
al extremeño en Extremadura, no de manera diferente al que tratan otras lenguas
minoritarias en el Estado, tal como el leonés en las provincias de Zamora, León
y Salamanca o el asturiano en Asturias: desprestigiándolos, persiguiéndolos y
recriminando de muy diversas formas a quien así hable.
La riqueza lingüística, a diferencia de la arquitectónica o botánica, parece
resultar un impedimento para la evolución de una comunidad, de modo que desechando
las lenguas minoritarias se favorece el pensamiento y la cultura única. Por
fortuna, no todos pensamos igual y vemos en la diversidad lingüística la
verdadera capacidad del ser humano de comunicarse y comprendemos que las
lenguas son todas dignas de uso mientras que existan dos personas que en ella
se comuniquen. Es de agradecer que el carácter extremeño sea de tal hechura que
haya permitido conservar una lengua de origen medieval, sin demasiadas
alteraciones y sin escritura, durante tantos siglos. Ahora, nuestro trabajo
desde el OSCEC es hacer recordar a nuestros paisanos que, de igual manera que
se ha hablado el extremeño en estas tierras pardas en todos estos siglos, puede
seguir hablándose otros tantos siglos más, haciéndoles ver que la novedad de la
escritura del estremeñu va a suponer una de sus más notables garantías de vida.
Ismael Carmona García
Profesor de Latín y Griego
Presidente del Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura