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Ismael Carmona García | 1094
Jueves, 25 de Agosto de 2011

El estremeñu · Ismael Carmona García · Valdelacalzada

Me llamo Ismael Carmona García, natural de Valdelacalzada. Soy presidente del Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura (OSCEC <http://oscec.blogspot.com/> ), asociación afincada en Cáceres y desde la cual trabajamos para potenciar el patrimonio oral extremeño en todas sus manifestaciones.

Llevo varios años investigando la forma de hablar de nuestro mayores en las Vegas Bajas y me sorprende la ruptura lingüística entre abuelos, hijos y nietos. Mientras que nuestros mayores conservan el estremeñu más puro, la gente joven, alfabetizados plenamente en castellano, mantienen unos pocos rasgos. Aún me acuerdo de los días de estudiante en el instituto de La Puebla cuando algunos compañeros denigraban el "yeu" o el hecho de que en Lobón dijeran "me vo al meicu"... Resulta indignante cómo actualmente hay interés por la recuperación de tradiciones, habilitar edificios antiguos o investigar nuestra historia y, sin embargo, en materia lingüística existe un total desamparo.

En las Vegas Bajas hasta hace pocos años se conservaba en un estado bastante aceptable una variante de lengua leonesa -la estremeña-. No olvidemos, pues, que muchos de los pueblos viejos de las Vegas Bajas fueron repoblados por gallegos, leoneses y portugueses tras la Reconquista. Ese vínculo cultural y lingüístico nos acerca mucho más a nuestros vecinos portugueses y a gentes tan lejanas como asturianos y leoneses. Palabras como fechar, fridiñu, buraca, dir, julgau, lamber, lombu, estoriar, arvilla, pantaruja, coguta, estalache, puelme, maçaroca o chamarín nos une a nuestros antepasados occidentales. Construcciones como a rente de, a tencias de, gustar de, la mi mujer, abate los entalla, á pocu que llegó, cuasi que me s'olvida o tener de mercar la emplean con naturalidad nuestros abuelos, ignoradas y despreciadas por los jóvenes. Años de represión lingüística y de desestimación a nuestra lengua hizo que poco a poco el extremeño se olvidara, desapareciendo de la boca de la gente e incluso de los nombres tradicionales de los sitios. El Callejón la Zorra (Montijo), la Calle Faldiquera o la Calle Entallá (ambas en La Puebla) experimentaron ese cambio.

Mucha gente ignora que lo que se habla en la Extremadura occidental y buena parte de la oriental procede del asturleonés y del gallego-portugués y no del castellano. Partiendo de ese desconocimiento, la gente siempre ha opinado que habla un mal castellano o, directamente, son muy burros hablando. Es igual que decir que un siciliano habla mal el italiano o en Portugal se habla mal el español. Este hecho nos ha acomplejado hasta tal punto que siempre nos ha avergonzado hablar como hablamos y han sido muchos los medios puestos por el Gobierno y Educación para desterrar dicho complejo de raíz: hablando todos castellano, no hay problema. Ese pensamiento resulta tan pueril y desconsiderado como el hecho de tirar un convento o una iglesia para levantar un bloque de pisos porque desentona en la calle: las dos cosas atentan contra el patrimonio cultural. Sin embargo, de esta manera han tratado al portugués y al extremeño en Extremadura, no de manera diferente al que tratan otras lenguas minoritarias en el Estado, tal como el leonés en las provincias de Zamora, León y Salamanca o el asturiano en Asturias: desprestigiándolos, persiguiéndolos y recriminando de muy diversas formas a quien así hable.

La riqueza lingüística, a diferencia de la arquitectónica o botánica, parece resultar un impedimento para la evolución de una comunidad, de modo que desechando las lenguas minoritarias se favorece el pensamiento y la cultura única. Por fortuna, no todos pensamos igual y vemos en la diversidad lingüística la verdadera capacidad del ser humano de comunicarse y comprendemos que las lenguas son todas dignas de uso mientras que existan dos personas que en ella se comuniquen. Es de agradecer que el carácter extremeño sea de tal hechura que haya permitido conservar una lengua de origen medieval, sin demasiadas alteraciones y sin escritura, durante tantos siglos. Ahora, nuestro trabajo desde el OSCEC es hacer recordar a nuestros paisanos que, de igual manera que se ha hablado el extremeño en estas tierras pardas en todos estos siglos, puede seguir hablándose otros tantos siglos más, haciéndoles ver que la novedad de la escritura del estremeñu va a suponer una de sus más notables garantías de vida.

Ismael Carmona García
Profesor de Latín y Griego
Presidente del Órgano de Seguimiento y Coordinación del Extremeño y su Cultura

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